OpiniónDomingo, 5 de noviembre de 2023
Victimización como profesión, por Pancho de Piérola

#IndiraDevuelveLaPlata es el hashtag viral de la semana. El Poder Judicial absolvió a Vladimiro Montesinos y al Grupo Colina del asesinato del sindicalista Pedro Huilca, padre de la ex congresista de izquierda radical (valga la redundancia) Indira Huilca.

Dejemos algo claro. Pedro Huilca sí fue asesinado y sí fue una víctima, pero no del fujimorismo, como se aseguró por 30 años, sino que por el grupo terrorista sanguinario, Sendero Luminoso. Estos bastardos habían asumido la autoría del homicidio sin escrúpulo tanto en su pasquín propagandístico como en entrevistas.

A la vez, hay que tratar de ser empático con la otrora parlamentaria. A los cuatro años le matan al padre y desde muy pequeña creció pensando que los asesinos de su papá estaban en el gobierno. Ese duelo se convirtió en odio, para luego desarrollar una personalidad y un propósito. El antifujimorismo de Indira Huilca es la piedra angular de su identidad y de su carrera política, y 30 años de convicción no van a girar 180° así el mundo entero le confirme la mentira.

Es comprensible su reacción, entonces, desacreditando los argumentos de la Cuarta Sala Penal Superior, tildándolos de “sesgados e irracionales”. No por eso, sin embargo, debemos dejar de celebrar que la verdad se haya hallado ni dejar de criticar el tremendo daño que la propaganda antifujimorista le ha hecho al país ni tampoco dejar de exigir que los Huilca devuelvan la plata que se les dio en 2005, porque plata hubo.

US$250 mil dólares fueron repartidos a la familia Huilca como reparación en 2005, gracias a la recomendación de la “imparcial” y “sacrosanta” de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Cifra que hoy en día equivale en poder adquisitivo a unos US$394 mil. “#IndiraDevuelveLaPlata” exige el pueblo, pueblo engañado por las serpentinas palabras de la izquierda y de esa izquierda que se autopercibe de centro y hasta de centro derecha.

Los antifujimoristas son filoterroristas indirectamente. El desprecio hacia el verdugo del terrorismo le atribuye poder de victimización a los macabros sanguinarios. Además, si Fujimori es malo y Sendero también, ¿quién queda? Pues los caviares, ungidos en leche de almendras por San Francisco de Sagasti para iluminarnos el sendero.

Además, renta más políticamente ser un antifujimorista. ¡El fujimorismo es todo! Es un baúl sin fondo donde hay libertad para introducir todos los males que perturben al colectivo y al individual. ¿Desigualdad, injusticia, pobreza? ¡Fujimorismo! ¿Corrupción, machismo, cambio climático? ¡Fujimorismo! ¿El niño costero, no tengo depa propio, quiero ganar lo mismo que el dueño de un banco sin poner un centavo? ¡Fujimorismo! Es el responsable de todo lo que te pueda molestar, sin necesidad de lograr definirlo.

Indira Huilca, como muchos más, han capitalizado figurada y literalmente con el desprecio hacia un concepto que no logran definir. Víctimas de profesión.

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