OpiniónLunes, 6 de noviembre de 2023
Día de brujas, por Naomi Teruya
Naomi Teruya
Comunicadora

En los últimos meses, los detractores de Dina Boluarte se esfuerzan por encontrar cada oportunidad para criticarla. A decir verdad, debería ser un ejercicio moral que todo ciudadano de bien (sobre todo aquel que ejerce el periodismo) debería hacer con sus gobernantes. Sin embargo, en el caso de este grupo selecto, que hasta hace poco afirmaba ser la reserva moral del país y hoy pide a sus seguidores que no dejen de enviarles dinero, no mantuvieron la misma postura crítica contra Martín Vizcarra, Francisco Sagasti o Pedro Castillo, incluso cuando se conocían hechos presuntamente delictivos de estos personajes.

Dina Boluarte no deja de ser una extensión del mal funcionamiento de la política en el país. Muchos no vamos a olvidar que ella fue la mano derecha de Castillo y miembro del partido de Vladimir Cerrón.

Es verdad que la sensación que tenemos muchos peruanos respecto al gobierno de Boluarte es la de tener a una persona que solo está calentando el asiento en el sillón presidencial hasta que, en nuevas elecciones, polarice nuevamente al país. El desgaste emocional y social que, conflicto tras conflicto, ha dejado a la población distanciada de la política y sus representantes es la expresión de que en lugar de avanzar, hemos retrocedido. Además de eso, si comparamos al Perú con países vecinos, obviamente tenemos menos dolores de cabeza que aquellos países que abrazaron las ideas socialistas y terminaron dinamitando su propia democracia y economía.

"Estamos en recesión", gritan algunos; muchos de ellos fueron los mismos que justificaban la violencia ejercida contra mineras o empresas agrícolas formales. Evidentemente, hay un impacto económico en todos estos hechos. Sumado a eso, en las últimas semanas hemos sido testigos de enfrentamientos de mafias en La Victoria y de asesinatos en varias zonas del país. No obstante, también debemos recordar las supuestas reformas y cambios que hizo el propio Sagasti que terminaron debilitando a nuestra policía nacional.

Sin ánimos de defender a Boluarte, quien también es culpable de lo que hoy sufrimos, es importante considerar que la situación actual no apareció mágicamente. Es la consecuencia de todas las acciones de gobiernos anteriores y termina dándonos como resultado aquellas cosas que alguna vez fueron advertencias. La falta de institucionalidad, la violencia, la corrupción, la ineficiencia de Boluarte y el poco sentido de reflexión de la ciudadanía hacen que sigamos teniendo a gobernantes disfrazados queriendo atemorizar a sus rivales, mientras el país se muere de hambre.

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