Una de las papas calientes que están hoy en agenda de la Comisión de Economía del Congreso es la reforma del sistema de pensiones de jubilación, hoy constituido por un Sistema Nacional de Pensiones (administrado por la ONP), de naturaleza redistributiva, y un Sistema Privado de Pensiones (las AFP’s), de cuentas individuales de capitalización. Sin entrar en muchos tecnicismos, les daré una visión más personal al respecto.
A tres décadas de su creación, las AFP’s se encuentran en el centro del debate de la reforma, pues muchos de sus aportantes alegan recibir pensiones muy reducidas a pesar de haber cotizado todos sus años como trabajadores en planilla. Asimismo, otros cuestionamientos están relacionados con el hecho que los fondos sean administrados por un oligopolio de empresas del sector financiero.
Estas críticas son válidas, pero muchas veces son aprovechadas por grupos radicales para proponer una locura: regresar completamente a un sistema redistributivo.
Los sistemas redistributivos son inviables porque parten del mismo principio por el cual fracasan los esquemas ponzi: siempre habrá más personas después que pagarán a los que entraron antes.
Si un “amigo” te dice que tiene una “idea de negocio” para la cual solo tienes que pagar 1000 soles y además meter a dos personas que paguen a su vez 1000 soles, ¿entrarías al “negocio”? No, ¿verdad? En definitiva, tu “amigo” es realmente un charlatán, por no decirle estafador.
Entonces, ¿por qué cuándo un estado te obliga a pagar hoy la pensión de un jubilado con la premisa de que mañana habrá jóvenes que pagarán tu pensión lo aceptamos como una buena idea?
Finalmente, los fondos del sistema de reparto siempre terminan colapsando y el estado debe entrar a rescatarlo. En muchos países, tales como España y Argentina, las partidas de sistemas de pensiones constituyen gran parte del gasto público corriente y son grandes generadores de deuda y, en el caso de Argentina, de inflación por emisión monetaria.
Por otro lado, volviendo a los sistemas privados de pensiones, personalmente no me agrada la idea de tener que ahorrar parte de mi sueldo, por mandato estatal, en una cuenta del sistema financiero. Esto, agravado por el hecho de que solo puedo elegir entre cuatro empresas, y con el pensamiento de que yo podría obtener rentas más altas invirtiendo ese dinero donde yo quiera, me hacen tener una resistencia no tanto hacia los sistemas privados de pensiones, sino hacia el hecho de que sean de naturaleza obligatoria.
Sin embargo, entiendo como son las cosas en la realidad, y que, la obligatoriedad responde a que el estado debe garantizar una vejez digna para todos sus ciudadanos. Un adulto mayor sin pensión en muchos casos es un indigente en la calle, un subempleado de edad mayor, o una boca más que alimentar para una familia pobre. Y si bien lo racional es pensar que cada persona se hará cargo de su vejez, en la realidad son pocos los que toman esas previsiones. En ese sentido, la obligatoriedad es el estado usando su imperium para prevenir un mal generalizado en el futuro, nos guste o no.
¡Liberación de AFP ya!
Finalmente, desde la pandemia circulan (y se aprobaron) muchos proyectos de ley para la liberación parcial de los fondos de las AFP’s. Estos proyectos estaban motivados en mitigar la necesidad de liquidez por la que pasaron las familias durante el desempleo que se vivió en aquella época. Hoy esos proyectos han regresado con fuerza.
Tanto el MEF como la Asociación de AFP advirtieron en su momento (y siguen advirtiendo) que cada retiro descapitalizó y descapitalizará gravemente los fondos, impactando no solo las cuentas sino su expectativa de rentabilidad (a menores fondos, menos capital para invertir y, por lo tanto, menos rentabilidad). Asimismo, la necesidad de liquidar activos para desembolsar los retiros generó que se vendieran algunos de los activos con mayores tasas de interés, en tanto los activos menos líquidos (como los bonos) generalmente tienen menores tasas de interés.
En ese sentido, si bien es muy tentadora la idea de retirar hoy un gran monto de dinero, hay que pensar no en mañana, sino en pasado mañana, cuando ya no podamos trabajar. Así que, a todos los que hoy piensan retirar su AFP, en caso se aprueba un nuevo retiro, les recomiendo reflexionarlo un par de veces más.