Personalmente, nunca me gustaron las clases de gramática castellana. En el colegio me aburrían y ni las entendía. Años más tarde, en una academia preuniversitaria, fue el excelente actor -y en aquél entonces también profesor de la referida academia- Gianfranco Brero, quién me enseñó gramática para ingresar a la universidad y recién me gustó. Su primera clase fue sobre el género, el cual es de dos clases: masculino y femenino. No hay más. De allí los artículos singulares y plurales “el, la, los, las” delante de los sustantivos, los cuales dependiendo de su última letra se conocía si eran de género masculino o femenino: el gato, la gata, el pájaro, la semilla, etc. Esto se me gravó muy bien en la cabeza: que el género es una categoría gramatical. De otro lado, en las clases de biología y de anatomía en el colegio, siempre me enseñaron que en el ser humano existen dos sexos: masculino y femenino; y en los animales: macho y hembra. Así lo demuestra la ciencia de mil maneras, esto es, cómo el hombre tiene unas determinadas características (cromosomas, genes, etc.) y la mujer otras características muy diferentes a las del hombre. Como se puede apreciar, el “sexo” tiene un sustento biológico y científico mientras que el “género” constituye una categoría gramatical aplicable a un idioma determinado.
De allí que ¿De cuándo aquí mezclar ceviche con mermelada, esto es, llamarle género a la sexualidad y viceversa, como si tuvieran el mismo significado? El sexo es una cosa y la gramática otra. Sin embargo, vivimos hoy una corriente a nivel mundial de querer “sexualizar” todo. Hoy la humanidad como que tiene una obsesión por la sexualidad. Cualquier acción, declaración o pensamiento del ser humano, se le busca un contenido o significado sexual. Se nos bombardea a diario en los medios, colegios, universidades e instituciones públicas y privadas, con lo sexual, la sexualidad y la “lucha” de géneros, tratándose a los seres humanos casi como si fuésemos una especie de maniáticos sexuales que vivimos cada minuto pensando en el sexo, viviendo y trabajando para el sexo, como si el sexo fuera la meta, explicación, razón de ser u objetivo final de todo en la vida. ¡Sigmund Freud estaría hoy feliz! Se dictan a diario cientos de charlas, foros, conferencias, cursos intensivos y obligatorios sobre acoso sexual, hostigamiento sexual, se pegan letreros por doquier alertando sobre el hostigamiento u acoso, casi bajo la presunción de que toda persona -especialmente los de género masculino- son maniáticos sexuales en potencia, que requieren con urgencia “educarlos”, con la confrontación que vemos a diario entre el género masculino y femenino, olvidándose que ambos sexos siendo muy diferentes, se complementan. El hombre y la mujer no son iguales. Somos muy diferentes física y psicológicamente, y por ello nos complementamos. Ya lo decía Chesterton: “Los sexos no pueden desear abolirse uno al otro, y si les permitimos cualquier tipo de oposición permanente, se hundirán en algo tan bobo como el sistema de partidos políticos”. De allí que, definitivamente, el hombre y la mujer se complementan.
En los últimos años, hemos sido testigos de cómo el Estado peruano ha estado sistemáticamente intentando imponer el denominado “enfoque de género” en el Currículo Nacional de Educación Básica y tratando de imponer la “ideología de género” en el sistema educativo peruano, como política de Estado. Obviamente que ello vulnera el derecho constitucional de los padres de familia a educar a sus hijos como mejor les parezca, vulnerando de paso su derecho a ejercer la patria potestad sobre sus hijos. Al igual que en las dictaduras en un estado totalitario (China, Cuba, Nicaragua, la antigua Unión Soviética, etc.), el Estado impone su “sistema educativo” tal como le parezca mejor. El Estado reemplaza a los padres de familia siendo éstos los primeros educadores de sus hijos por derecho natural y no el Estado. De allí que los padres de familia no deben “delegar” en el colegio la educación de sus hijos sino ser ellos mismos los primeros educadores o formadores. Por ello, hoy en día los padres de familia se involucran cada vez más en la educación de sus hijos, conociendo a sus profesores, reuniéndose periódicamente con éstos, revisando los textos escolares utilizados por sus hijos, etc.
Sin embargo, ya desde hace unos años, los padres de familia nos percatamos de la intención del Estado peruano -que no se da por vencido- de imponer en la educación pública la nefasta “ideología de género”, que busca principalmente destruir la institución natural de la familia, inculcando en los hijos una “ideología”, es decir, unas falsas concepciones o ideas que finalmente son solo eso, ideologías y ficción pura, tratando de convencer a los niños de que estas ideologías son una “realidad”, cosa que no es así, pues creerlo es vivir una ficción que solo les conduciría a una gran confusión. Pese a que más de un 70% de la población del Perú rechaza el que se mantenga el “enfoque de género” en el currículo escolar, el gobierno insiste en imponerlo de manera descarada. Cabe recordar las críticas que recibiera en su momento, la entonces ministra de educación Flor Pablo, por la publicación y entrega de cerca de 49’107,527 de textos escolares aprobados y publicados por el Ministerio de Educación con contenido realmente pornográfico, para inculcar y “explicar” a los niños como parte de su “educación sexual” el acto anal, entre otros temas que no hacen otra cosa que inculcar la ideología de género en los niños. En su momento se gastaron más de 170 millones de soles en esta basura pornográfica para nuestros niños, dinero que podría haber sido utilizado para la construcción de escuelas que tanto necesitan nuestros niños. Textos escolares en donde se promueve la ideología de género, el aborto y las relaciones sexuales y homosexuales a los niños, como algo “normal”, etc.
Por todo ello, no podemos vivir sexualizándolo todo en la vida como si la sexualidad fuere la esencia del vivir de todo ser humano. Chesterton concluía: “El sexo es un instinto que produce una institución…: la familia”. Es un medio maravilloso para la procreación de la especie y la institución de la familia. Sin embargo, imponiendo una ideología de genero -solo ideología y nada más- hoy el género se ha literalmente degenerado, en la ficción de confundir género con sexo. ¡Cosas de la ciencia ficción!