La fuerza embaucadora del cibernauta progresista sigue tejiendo un futuro desalentador. Un botón fue la estrategia de la Policía Nacional del Perú para ubicar personas indocumentadas en el Estadio Nacional. Esta masa izquierdista rediseñó este atajo señalando que era un gesto de xenofobia, un gesto de violencia. Una vez más no tuvo el sentido común para entender que esta drasticidad era otra de las tantas formas del planeamiento. Y ni siquiera fue una advertencia de último minuto. Hubo una larga antesala. Hay definitivamente elementos que no hacen una lectura de nuestro presente inmediato y solo buscan una promoción de la parálisis local frente a una urgente apuesta por el control.
Y lo más hilarante —aunque no debería serlo— es una de las últimas operaciones de los policías. En Pachacamac desmantelaron a una organización criminal. Las 21 personas ubicadas en ese búnker, con armas de fuego y granadas de guerra, eran aparentemente una facción del Tren de Aragua. ¿Qué podía evitar la asistencia de estos personajes al Estadio Nacional? Antes de la medida de los uniformados en este recinto, nada. Entrada en mano podían haber sido un grupo de espectadores más. Con el peligro que eso representaba. Sin embargo, pudieron ser adelantados por la PNP y encontrados en su escondite.
Sí, la intención del plan de la policía no era ubicar específicamente delincuentes. Pero era una forma para amedrentar a este circuito que hace rato ha expresado su indiferencia a las normas locales. Solo lo de arriba es un caso en este universo del hampa venezolano.
Y pese a eso los progresistas continuaron con su comparsa desprestigiando a las autoridades. Lo peor fue que jugaron a favor del régimen de Nicolás Maduro, quien también empezó a enviar mensajes desafiantes con el mismo mensaje. Que Perú es xenofóbico por esta medida en el Estadio Nacional. Y de paso añadieron a su dramatización el supuesto maltrato a los jugadores de su selección cuando no fue así. Luego se inventaron que no se le quiso reabastecer de petróleo al avión que llevaba a estos futbolistas.
Todos jugaron para el dictador que ya le lanzó una advertencia al libertario Javier Milei, quien acaba de ganar la presidencia en Argentina.
Nuestra izquierda light torció a tal punto esta estrategia que volvieron a jugar a ser apátridas diciendo que Perú “es el peor país para vivir”. El control les provoca escozor. Tácitamente buscan que nuestro país sea tierra de nadie. No se puede seguir así.