Fueron batallas con gran desventaja numérica. Podían ser, en algunos casos, de 600 hombres contra 2000, de 40,000 infantes y 7000 jinetes contra 3000 a pie, de 10,000 contra 24,000 soldados, de 50,000 contra 20,000. Era el siglo II a.C., y los griegos, específicamente la dinastía seléucida, buscaban conquistar Palestina e imponer ritos paganos a los judíos. Un sector de ellos se allanó, pero otro se retiró para prepararse y emprender la reconquista de sus territorios.
Judas Macabeo, hijo del sacerdote Matatías, lideró la revuelta. No le importó en ningún momento la desigualdad numérica. Triunfó en la mayoría de las confrontaciones, hasta que en una emboscada recordada históricamente como la Batalla de Elasa (160 a.C.), perdió la vida. Sin embargo, la intransigencia de la fe y el fervor por la libertad de Judas se inmortalizaron en una cita que recoge Macabeos I en el Antiguo Testamento: “El triunfo en la guerra no viene de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo”.
Las fuerzas de Milei
Hace un par de años, se llevaron a cabo elecciones legislativas en Argentina. Un partido recién formado, La Libertad Avanza, obtuvo tan solo dos escaños. Los dos congresistas electos eran Javier Milei y Victoria Villarruel, a quienes constantemente minimizaban por el escaso peso que tendrían en el hemiciclo. En 2020, durante una entrevista televisiva, el ahora presidente electo, Javier Milei, fue increpado por la escasa influencia que tendría y respondió: "El triunfo en la guerra no viene de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo".
Este comentario marcó un antes y un después para los jóvenes libertarios que seguían su proyecto. Se autodenominaron Las Fuerzas del Cielo. "Se volvió una identidad, nosotros somos la fuerza del cielo, la militancia. Sería como La Cámpora para el kirchnerismo", sentenció un joven militante.
Las Fuerzas del Cielo fueron las responsables de llevar a Milei a la Casa Rosada. La campaña de La Libertad Avanza prescindió de carteles, spots caros, maquinaria y presupuesto para publicidad. Fue una campaña de viralización espontánea en redes sociales, impulsada por la abrumadora cantidad de jóvenes que apoyaban al candidato libertario. Un dato clave: los cuatro contrincantes gastaron en conjunto 250 millones de dólares en redes sociales, mientras que Milei no gastó ni un céntimo.
Las Fuerzas del Cielo de Milei se enfrentaron a una "casta política" que representaba a los numerosos ejércitos griegos contra los que Judas Macabeo acumulaba victorias en inferioridad. Una casta que contaba con el aparato estatal, financiero y mediático. Sin embargo, la intransigencia de la fe y el fervor por la libertad de un pequeño proyecto político triunfaron.
Desde el Búnker de las Fuerzas
Tuve la oportunidad de estar en Buenos Aires el fin de semana pasado. Entré al Búnker (como se llama a los locales de campaña en Argentina) de la Libertad Avanza horas previas al resultado electoral. Ahí veríamos a escasísimos metros el discurso de victoria o de derrota de Javier Milei. Los números que se venían dando a nivel nacional presagiaban una victoria del libertario, pero al ser el peronismo el contrincante, no se debía celebrar sin resultados oficiales.
El Búnker parecía una fiesta rockera. Al ritmo de “Se viene” de Bersuit Vergarabat o “Yo no quiero volverme tan loco” de la mítica banda Serú Girán, los jóvenes del Búnker esperaban la victoria. No era como un clásico cóctel previo a las elecciones, donde los políticos comienzan a coquetear con los lobistas cercanos a su campaña, donde las calvas y los ternos prevalecen. No, parecían los previos de una discoteca, solo que sin alcohol y con muchas ansias contenidas.
Un Cherry de mi visita al Búnker de las Fuerzas…
De un momento a otro, reinó el silencio. Habían pasado las 8 pm y no se sabían los resultados. Todos estaban con la cabeza agachada viendo sus celulares. Había caras pálidas, algo contenidas. Comenzaron los gritos. Yo no entendía, pues no tenía datos, pero a lo lejos escuché un grito de guerra pretoriano que decía: “¡¡¡¡Massa renunciooooooó!!!”. Y los previos de fiesta rockera se convirtieron en la barra de la Bombonera en un clásico contra River. Ciento cincuenta personas saltando en el Búnker, instalado en un segundo piso del Hotel Libertador de Buenos Aires.
El suelo temblaba mientras cánticos como “La Casta tiene Miedo” o “Argentina sin Cristina” sepultaron a los amplificadores que reproducían clásicos de Charly, Spinetta o Cerati. Las Fuerzas del Cielo celebraban.
La Gran Lección de la Elección
Derechistas a nivel mundial y nacional celebraron la victoria de Milei como propia. Es cierto que comparten ideas, pero no comparten méritos. La campaña de Milei fue una solitaria, conducida por un pequeño grupo de académicos inexpertos en política y con el gran megáfono de la juventud.
Las Fuerzas del Cielo le dieron la victoria a Milei, como la Generación del Bicentenario se tumbó, guste o no, al gobierno de Merino. Eso lo entendí cuando estuve en el Búnker. Era un mensaje derechista pero renovador de esperanzas, cool, juerguero (en otra ocasión les cuento cómo fue la celebración de La Libertad Avanza en un exclusivo “boliche”).
La gran lección de la elección en Argentina es que los agentes de transformación en una sociedad son los jóvenes. Milei cumplió con darles una identidad y un discurso motivador, pero la gesta es de ellos: los de las redes, los personeros, los que repartían volantes, los que organizaban escuadrones de campaña, los candidatos a diputados (en su gran mayoría), todos eran jóvenes en La Libertad Avanza.
Si la derecha peruana no recoge esta lección, no abre la cancha, renueva discurso y se adapta a los nuevos tiempos, que después no se quejen por perder elecciones o lloriqueen porque el país está, una vez más, al borde del comunismo. La guerra siempre está avisada y ahora es más visible que nunca cómo afrontarla.
La otra opción es que los jóvenes de derecha nos organicemos y hagamos nuestro propio movimiento netamente juvenil, ¿Será una mejor opción? El tiempo lo dirá, pero creo que por ahí van los vientos. Como Judas Macabeo no podemos temer a luchar en desventaja. Al contrario, que la fuerza de nuestra fe y nuestras ansias de libertad nos guíen.