OpiniónViernes, 5 de enero de 2024
¿Se puede renunciar al derecho a la vida?, por Lucía Meléndez
Lucía Meléndez
Activista política

Como ya había tratado en mi libro y en otros artículos, las personas que piden eutanasia no buscan la muerte, sino el cese de su sufrimiento físico y, mayormente, emocional. Ya hemos explicado que la eutanasia no es ningún acto libre, pues ese sufrimiento insoportable y la violencia ejercida generalmente por los cuidadores, coercionan al paciente a decidir por la eutanasia, pues no son capaces de percibir ninguna otra alternativa. Pero, suponiendo que las distorsiones cognitivas y las ideas suicidas de los pacientes no afecten su decisión y la eutanasia sea una elección completamente voluntaria, ¿podría uno utilizar su libertad para renunciar al derecho a la vida?

La libertad es consecuencia de la dignidad humana, del valor intrínseco que depende de la humanidad (aquello que hace que el humano sea lo que es); sin embargo, no todo acto libre es digno ni debe ser permitido. Para este punto, resulta importante enfatizar en que los derechos sirven para proteger a la persona. Ni el derecho a la libertad, ni ningún otro derecho debería tener dentro de sus posibilidades destruir lo que se tiene que preservar. La libertad tendría que custodiar los bienes básicos del hombre, dentro de los cuales se encuentra, de manera fundamental, el derecho a la vida.

Ningún suicidio asistido ni homicidio piadoso debe darse, ni aunque el paciente así lo quiera, porque todos tenemos el deber ético y moral de no hacer el mal y procurar el bien, que es sin duda, el mayor de todos: la vida.

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