OpiniónDomingo, 7 de enero de 2024
No fue un pacto, fue un acuerdo, por Pancho de Piérola

Durante la campaña presidencial, muchas voces, incluida la mía, advertimos del nexo que había entre Perú Libre y Sendero Luminoso. No solo existía una similitud ideológica entre el ideario perulibrista y el “pensamiento Gonzalo”, sino que los remanentes de aquellos miserables y sus no pocas evoluciones sociales y políticas mostraron su apoyo al proyecto que terminaría llevando a Pedro Castillo a Palacio.

Por supuesto, como buenos zurdos mañosos y serpentinos, acudieron a la victimización para bloquear cualquier ataque hacia el candidato y su partido, y luego también, hacia el presidente y su gobierno.

El terruqueo estaba mal visto porque era un ataque “racista” y “clasista”. Si era hacia alguna mujer, también era “misógino”. La victimización siempre ha sido su mejor arma. Si se posicionan como los pobrecitos, sus acciones deben ser justificadas pues sus fines sobresalen de carácter honorable y su defensa es obligatoria por imperio de la corrección política.

Vamos al presente. Aníbal Torres, ex primer ministro del defenestrado, apareció en un medio alternativo, conversando por casi 2 horas y, entre lo mucho que dijo, soltó unas confesiones sin remordimiento que, por la naturaleza de su género, eran dignas de oídos papales (tal vez no este Papa).

Ente el 91 y el 94, Torres fue Decano de la Facultad de Derecho de la San Marcos. Relató el expremier que en una oportunidad se sentó con el jefe de Sendero y llegaron a un acuerdo en que él emitía un comunicado expresando el rechazo de la presencia de las FFAA en la universidad y ellos, los terrucos hijos de puta (esa es la manera correcta de referirse a ellos) lo dejaban trabajar. Eso se llama pactar con terroristas, señor Torres. Puede ponerle maquillaje a un cerdo, pero no dejará de ser chancho.

“Me vi obligado a hablar con el jefe de sendero de San Marcos”, dijo Torres en su twitter el reciente viernes. Tratando de excusar su comportamiento. ¿No se vio obligado a reportarlo a la PNP o FFAA? ¿No ve el efecto de sus acciones?

Los terroristas no querían la presencia de las FFAA en la Universidad porque los perseguían. Impedían su labor doctrinaria en la Decana de América. Que un profesor de alto cargo exprese su disconformidad con la presencia de las fuerzas del orden es un acto filoterrorista por lo menos.

Bien han hecho congresistas y expertos en seguridad y materia penal al expresar que Aníbal Torres debe ser denunciado por delito de apología al terrorismo. Y ahí no debe acabar el asunto. Debemos impedir que se normalice la humanización de los miserables senderistas. Eso quieren. La victimización es el camino para la permisividad de lo inmoral.

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