La agresión que sufrió la presidenta Dina Boluarte, el pasado sábado en Ayacucho, podría parecer un episodio más de una serie de manifestaciones públicas de desprecio contra una mandataria altamente impopular. Ya se ha vuelto costumbre escuchar a ciudadanos de distintas partes del país arengando “¡DINA ASESINA!” o “¡DINA RENUNCIA!”, en cada oportunidad que tienen, ya sea en cámaras de televisión o en actos oficiales de la presidenta.
Pero esta última agresión tiene ingredientes que no tienen las manifestaciones a las que, tristemente, nos hemos acostumbrado. El jalón de pelos que Ruth Bárcena le dio a la primera mujer que gobierna el país tiene toda la pinta de ser un operativo político que la acción espontánea de una triste viuda.
Primero lo primero, ¿quién es Ruth Bárcena? Para responder esta pregunta, debemos remontarnos a diciembre de 2022: Pedro Castillo intentó dar un golpe de estado el 07 de diciembre y, tras su vacancia y detención, Dina Boluarte, vicepresidenta, asumió la presidencia por mandato constitucional. Esto fue sucedido por una serie de manifestaciones en el interior del país que, al poco tiempo, intensificaron su violencia al punto de requerir la intervención de las fuerzas armadas a través de la declaratoria de estados de emergencia. Los manifestantes solicitaban la liberación del expresidente y una asamblea constituyente.
En este contexto, el 16 de diciembre, un grupo de manifestantes intentó tomar el aeropuerto de Ayacucho, el mismo que estaba resguardado por la Policía Nacional y el Ejército. Inicialmente, las fuerzas del orden repelieron a los invasores con bombas lacrimógenas y, tras unas horas de enfrentamientos, utilizaron armas letales para poner fin a la invasión. El saldo final fue de 10 muertos y 60 heridos, entre ellos, David Hancco, marido de la señora Bárcena.
Volviendo al presente, tras la agresión contra la presidenta Boluarte, muchos líderes de opinión, políticos, asociaciones y medios de comunicación se solidarizaron con la señora Bárcena, indicando que un jalón de pelos era incomparable con el daño que la presidenta la había generado al “ordenar” el asesinato de su esposo.
Otros aprovecharon para reflotar el testimonio que dicha mujer dio a varios medios el año pasado en su calidad de líder de la Asociación de familiares asesinados y heridos en Ayacucho, en las que resaltaba que “su hija se quedaba sin padre” y que perdió un embarazo a causa de la pena. Si bien, esta situación personal es absolutamente dramática, no podemos perder de perspectiva que su esposo falleció intentando tomar por la fuerza un aeropuerto, quien sabe con qué fines.
Por la forma como se dio el ataque -coordinado entre la señora Bárcena y otra mujer que distrajo a la presidenta-, por la rapidez con la que un determinado grupo del espectro político reaccionó al unísono ante los hechos y por la narrativa heroica que se está divulgando sobre un episodio vergonzoso de insurrección violenta es que puedo concluir que lo visto desde el sábado en torno a la señora Bárcena es un operativo armado. Se está tratando de crear una figura como las madres de la Plaza de Mayo en el país, servil a intereses políticos y han encontrado en esta mujer viuda una candidata ideal.