OpiniónDomingo, 11 de febrero de 2024
¿Era común? ¿Común a qué?, por Alfredo Gildemeister

Hace unos días, comencé a leer el último libro publicado por la reconocida historiadora especializada en estudios clásicos, la británica Mary Beard, titulado “Emperador de Roma. Gobernar el Imperio romano” (Editorial Planeta, 2023), y me doy con la sorpresa que al citar las fechas, años o siglos de los diversos acontecimientos ocurridos en la república romana o durante el imperio romano, dicha historiadora indicaba como año del asesinato de Cesar, por ejemplo, el 44 a.e.c. y cuando se refería al año del incendio de Roma por Nerón, el 64 e.c. ¿Qué querían decir dichas siglas? Hasta donde tenía entendido, Cesar fue asesinado en los idus de marzo del año 44 AC y el incendio de Roma ocurrió en el 64 DC o la erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79 DC. Entonces repito, ¿Qué diablos significan esas siglas a.e.c. y e.c.?

Cabe recordar que el término "a.C. y d.C" fue establecido para referirse a los años antes y después del nacimiento de Cristo, y se utilizó por primera vez en el siglo VI por el monje y erudito Dionisio el Exiguo. Dionisio estaba trabajando en un calendario para la Iglesia y decidió utilizar el nacimiento de Cristo como punto de referencia para contar los años. Antes de esto, se utilizaban otros sistemas de calendario, como el calendario romano y el calendario judío, que no estaban basados en el nacimiento de Cristo.

Este novedoso sistema no se popularizaría hasta mucho más tarde, cuando el monje Beda el Venerable, lo utilizaría para fechar los sucesos en su Historia eclesiástica del pueblo de los anglos en el año 731 d.C. La aportación de Dionisio el exiguo o el pequeño, tenía que ver con el Computus paschalis, o cálculo de la fecha en la que debía caer cada año la Pascua, que es el día en que los cristianos celebran la resurrección de Jesús. En 525 d.C. Dionisio calculó la fecha del nacimiento de Jesús, para lo cual se basó en el reinado de Herodes I el Grande y en la fecha de la fundación de Roma. Dedujo que Jesús había nacido en el año 754 Ab Urbe Condita (desde la fundación de Roma), pero cometió varios errores de cálculo que le hicieron desviarse entre 4 y 7 años (por ejemplo, Herodes murió en 750 ab urbe condita). En todo caso, se hizo coincidir el año 1 del año del Señor (Anno Domini) con el 754 Ab Urbe Condita, y estableció el sistema que identifica a los años anteriores a esa fecha como a.C., o antes de Cristo y los posteriores como A.D. (Anno Domini), d.C., después de Cristo. Posteriormente el Calendario gregoriano lo hizo extensivo a todo el mundo cristiano hasta la fecha.

Entonces, volvemos a la pregunta inicial, si ya existe un sistema universalmente conocido para establecer las fechas históricas importantes ¿Cuál es la razón que luego de tantos siglos de empleo del AC y DC, ahora se nos quiera imponer un nuevo “sistema” para establecer o señalar las fechas históricas? La respuesta es muy sencilla: el globalismo y la ideología de la globalización, que busca imponernos una referencia prácticamente agnóstica por no decir atea, cuya meta es descartar a Dios de la historia y obviamente, la referencia al nacimiento de Cristo no ayuda en esta “agenda globalista agnóstica” en proceso de implementación mundial.

Definitivamente, de un tiempo a esta parte, el globalismo mundial, esa corriente hoy tan de moda que nos quiere a toda costa imponer una determinada uniformización o estandarización a todos los seres humanos, -lo vivimos recientemente con la pandemia del Covid19- como si fuéramos una especie de “Yo robot”, “Terminators” o algo así, no solamente quiere imponernos el pensamiento único, el lenguaje inclusivo, la ideología de género a granel, una religión light ad-hoc más gourmet al gusto del creyente, la vacunación universal con pseudo vacunas de procedimientos incompletos, etcértera, sino que, en su afán de deshumanizar más al hombre y obviamente quitarle lo trascendental que es su esencia divina, esto es, olvidar que es un ser formado de cuerpo y alma, en su afán, repito, de alejarlo de Dios a toda costa, hoy nos quiere imponer una nueva forma de dividir y clasificar la historia de la humanidad. Si bien toda la vida hemos dividido la historia universal, al menos en occidente -digo para diferenciar del calendario musulmán, el chino o el judío, por mencionar solo algunos- en “antes de Cristo” o AC y “después de Cristo” o DC, hoy el globalismo, además, nos impone una nueva forma de “clasificación de la historia”.

Por globalismo no entendemos lo meramente internacional o una especie de integración progresiva de la económica mundial, como algunos lo entienden equivocadamente. Esto va mucho más allá de lo económico y lo que se busca es abarcar todos los aspectos de la vida del ser humano, incluyendo nuestra historia. Los globalistas señalan que las expresiones “de la era común” (e. c.) y “antes de la era común” (a. e. c.) son designaciones alternativas al empleo de “después de Cristo” (d. C.) y “antes de Cristo” (a. C.), respectivamente, y a la expresión latina anno Domini (A. D.). Debido a que se emplea para referirse al inicio del calendario gregoriano, los dos sistemas de notación son numéricamente equivalentes: 2024 d. C. y 2024 e. c. se refieren al año actual; 450 a. C. y 450 a. e. c. son el mismo año.Cabe mencionar que, en algunas ocasiones, en lugar de e. c. se puede encontrar la abreviación e.v. (en latín, era vulgaris: “era común”). Por último, debemos mencionar que la Ortografía de la lengua española ya registra las abreviaturas “e. c.” y “a. e. c.”, e incluso registra “d. e. c.” (después de la era común; en obras posteriores ha rectificado y lo da como “de la era común”). Existe un reconocimiento pues de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, acerca del uso de estas abreviaturas. El globalismo, por tanto, se impone.

Algunos pensaran que, en todo caso, no nos compliquemos la vida ya que es solo cuestión de cambiar a. C. y d. C. por a. e. c. y e. c., ya que en ambos casos los años están enumerados exactamente de la misma manera (por ejemplo: 33 a. C. se convierte en 33 a. e. c.) y que los documentos que no tienen e. c. no necesitan ser cambiados de todas formas (por ejemplo, 1066 permanece igual tanto en el sistema d. C. como en el sistema e. c.). De otro lado, otros opinarán que el uso de “era común” no pasa de ser un eufemismo centrado más en la implicancia religiosa de la expresión, en vez de un intento universal de reemplazar al calendario cristiano, ya que el sistema a. e. c./e. c. continúa centrando en la fecha en el nacimiento de Jesús.

En todo caso, sea como sea, el globalismo nos viene imponiendo sus “novedades”, y denominar al periodo que va del nacimiento de Cristo en adelante “era común” cabría preguntarse: ¿Común a qué? Si existe una “era común” es porque también habría una “era no común”, y lo opuesto a lo común o a una “era no común”, hace referencia a todo aquello “absurdo, anómalo, anormal, antinatural, excepcional, extraño, inaudito, insólito, inusitado, inusual, raro, sorprendente”. En conclusión, a estos disparates nos conduce el globalismo y sus novedades impuestas. Ya de ustedes dependerá seguirle la corriente… a este nuevo disparate global.

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