OpiniónMartes, 20 de febrero de 2024
Impotencia ideológica, por Patricio Krateil
Patricio Krateil
Comunicador

Muchas veces quienes más atacan y se adjudican la mayor enemistad contra el progresismo hegemónico, terminan siendo sus copias gemelas, pero con otro color de pañuelo. El celeste y el verde no siempre son tan diferentes como uno cree. Es cierto que en temas puntuales como el aborto las diferencias están sumamente marcadas y la red abortista del feminismo no tiene ni un parecido con el bando celeste.

Sin embargo, existen otros temas que posiblemente por razones distintas (pero que responden a una misma visión filosófica en el tratamiento de los temas sociales), logren no disputar sino estrechar manos en el prohibicionismo y censura mediante la ingeniería social estatista.

Prostitución

Tanto el bando conservador como el progresista se esmeran en prohibir la prostitución a rajatablas y ambos con el mismo criterio estructuralista. Vemos que para estos dos grupos las mujeres (u hombres) que incurren en esta labor están siendo despojados de su libertad y sometidos a una suerte de coerción social.

En otras palabras, para estos bandos, toda persona que vende su cuerpo lo hace porque no le queda de otra, como si es que no existiera forma posible de no hacerlo dado el contexto social. ¿Estamos amarrados a un determinismo socioeconómico? No lo creo.

Isaiah Berlin conceptualiza la libertad en dos vertientes. Por un lado, la libertad negativa es aquella que refiere a la ausencia de coerción arbitraria, que es la que el liberalismo recalca con mayor tenacidad. La persona es libre en tanto no exista una imposición de parte de otros a sus acciones. En esta concepción, la libertad no está ligada a la cantidad de recursos, sino a las acciones que otros puedan iniciar con uno.

En contraposición a la anterior, la libertad positiva se basa en el “poder hacer” y está sujeta específicamente a los recursos empleados. Dicho de otra forma, si es que yo no tengo los medios económicos que me permitan hacer aquellas cosas que deseo hacer estaría siendo “menos libre” que una persona que sí posea dichos recursos.

Concluyendo y tomando las consideraciones del autor, tanto progresistas como conservadores, se basan en la idea de liberad positiva, no negativa, para decir que la prostitución es una imposición y atentado a la libertad individual.

La lógica es sencilla: como no tengo los medios económicos suficientes para realizar otra labor, estoy “obligado” a vender mi cuerpo para “subsistir”. Es decir, la prostitución para estas personas (verdes y celestes) es siempre y en todo lugar una forma más sofisticada de esclavitud.

El que una mujer llegue a concluir basándose en sus propias consideraciones, prioridades, principios y urgencias que le es más conveniente ser meretriz que cualquier otra cosa, para estas personas, dicha decisión nada tiene que ver con la libertad individual.

Pornografía

El mundo de la pornografía también es criticado por progres y conservas. Si es que hemos visto que en la prostitución elegir libremente lo que queremos hacer con nuestro cuerpo (intercambiar sexo por dinero), es visto como un acto de total ausencia de libertad, en la pornografía no es muy diferente para estas personas.

Sin embargo, en este tema incurren, nuevamente como hermanitos, en dos puntos adicionales que son el resultado de la misma visión estructuralista. 1. Condicionan a la mujer a un mero objeto sexual y 2. Despiertan comportamientos y actitudes nocivas para la sociedad como la violencia física y verbal.

En la primera, vemos cómo ambas percepciones creen que el porno hará que el hombre establezca una relación contranatural con la mujer, creyendo que esta es solamente un objeto sexual, omitiendo que muchas veces la pornografía también es vista por mujeres, en parejas (heterosexuales y homosexuales) o simplemente de forma casual. Desde luego, también dejan de lado los distintos tipos de pornografía que puedan existir que no son únicamente el típico “sometimiento” masculino.

La creencia estructuralista de que porque estoy expuesto a un determinado producto voy a copiar este sin ningún tipo de razonamiento crítico es, en síntesis, decir que el humano no puede pensar por sí mismo ni puede comprender que no todo lo expuesto en una pantalla es real.

¿Acaso cuando vemos una película de gore salimos a la calle a matar personas? ¿Me están diciendo que los que juegan videojuegos como CounterStrike se vuelven sicarios?

Respecto al siguiente punto, hasta la fecha no hay un estudio científico serio que sostenga que ver pornografía deriva en actos de violencia contra el sexo opuesto. Las eventuales correlaciones que puedan existir entre una persona adicta a la pornografía y violencia, no marcan ninguna evidencia causal. Es como decir que porque ciertos ladrones usan drogas para robar toda persona que se drogue es potencialmente un ladrón. Falacia a la generación apresurada.

El porno como la prostitución ha existido siempre y los problemas que han suscitado de estos han sido ínfimos en relación con el grado de prohibicionismo que tanto progresistas como conservadores promueven actualmente.

Es preferible y necesario para mejorar como sociedad concebir al humano como lo que es, un ser que piensa y, por ende, actúa. Interpretarlo como un animal que reacciona a estímulos y que por lo tanto tiene que ser “salvado” de sus propias decisiones y vicios, es solo un egocentrismo patán actualmente no solo presente en la izquierda.

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