La semana pasada Dina Boluarte tuvo un inexplicable arranque de populismo mesiánico, y se autoproclamó la mamá de todo el Perú, no sin antes echarle una flor al “ilustrísimo” César Acuña”, a quien calificó el “papá de todos los liberteños”. ¡Pobres liberteños! ¡Con esos padres, mejor quedar huérfanos!, ¡Porque pese a toda la plata de Acuña, dudo que muchos querrían ser adoptados por pareja semejante
Pasado el incidente, luego de meditar más de una vez lo que quiso decir la presidente, y sin perjuicio de las explicaciones que acaba de dar para justificar su “impetuoso exabrupto mesiánico/populista”, creo que sería mejor que alguien empiece a escribirle los discursos a Dina y sus ministros. Ni César Acuña hubiera imaginado que la presidente o el ministro de salud podrían superarlo en decir paparruchadas.
Ahora bien, como tengo la maliciosa tendencia de ir más allá de las literalidades, y más bien pienso en lo que el subconsciente de las personas quiere decir cuando tienen exabruptos o están emocionadas, creo que Dina nos ha revelado una realidad, pues si a su propio hijo biológico -quien cuenta con el resguardo de Seguridad del Estado-, le asaltaron a los guardaespaldas, ¡¿Qué nos puede quedar al resto de los peruanos de a pie?! Definitivamente nos quiere tratar como a sus hijos, y eso es sin que nosotros la reconozcamos como madre.
Los índices de inseguridad están por las nubes, peor aún en La Libertad, la ciudad donde el ídolo de barro Paolo Guerrero, no quiere ir sin su mami, porque antes de que la doña pueda llegar a la ciudad, ¡está siendo víctima de extorsiones! No digo que sean falsas las amenazas a la madre del personaje principal de la cortina de humo de turno, pero tampoco deja de ser cierto que probablemente hay miles de micro y pequeños empresarios que sufren lo mismo todos lo días en varias provincias del Perú. Si van a cuidar a la mamá de Guerrero -quien no tiene ninguna corona o derecho de rey-, ¡pues que también lo hagan con todos los bodegueros, puestos de mercado y demás emprendedores que se ganan el pan diario con el sudor de su frente!
No es posible que la PNP cuide a la madre de un futbolista por encima de los demás ciudadanos, si Guerrero tiene tanto miedo como plata, que pague la seguridad privada que su mamita necesita y deje que los policías cuiden la vida y negocios de quienes tratan de salir delante honradamente a través de su esfuerzo. Aunque sea injusto tener que pagar por seguridad personal, es peor recibir favores políticos para beneficios personales.
Es inadmisible que al día de hoy se designe más de 30 efectivos policiales para la vigilancia de la Presidente, ni que hubiera iniciado un agresivo proceso de pacificación como el de Bukele en El Salvador. Bueno fuera que nuestro ministro del interior al menos tuviera una mínima idea para lograr la mitad del resultado observado en el país centro americano. Sra. Boluarte, mejor múdese a Palacio de Gobierno, con eso de paso nos ahorramos una buena parte de los gastos de transporte para tanto personal hasta su casa. Lamentablemente, seguro sus vecinos se quejarán por el incremento de la criminalidad en su barrio, ¡Pero es lo que a todos nos toca!
Sí, los problemas de seguridad ciudadana están presentes en todo el Perú; y evidentemente no se van a solucionar sólo con buenas intenciones, ni mucho menos con gestos políticos o con la asignación de policías para la vigilancia de los peruanos que más tienen en detrimento de aquellos que apenas si gozan del respaldo de un sereno en su distrito, peor aún si la presidente acapara una parte importante del personal destacado en tres comisarías como ha trascendido en las noticias de la noche de ayer.
Sra. Boluarte, lo único que está logrando con estas actuaciones -que en realidad sólo se traducen en no hacer nada - es otorgar a los peruanos una fórmula elegante para uno de los insultos más fuertes de nuestra lengua ha creado el espacio suficiente para que podamos gritar sin que suene o sea grotesco ¡Dina tu madre! ¿tiene dudas? Haga el ejercicio mental y verá cómo le baja un poco el estrés antes del fin de semana.