OpiniónDomingo, 25 de febrero de 2024
Salva el planeta, ten más hijos, por Alfredo Gildemeister

En el metro de Madrid, España, una publicidad está llamando hoy tremendamente la atención del púbico usuario. Dicha publicidad dice lo siguiente: “Salva el planeta, ten más hijos”. La semana pasada, una noticia ha pasado desapercibida para la mayoría de la población española: el Instituto Nacional de Estadística dio a conocer el récord de la natalidad más baja, históricamente en España. Ante esta situación, la “Asociación de Familias Numerosas” de Madrid ha puesto la referida publicidad en las principales calles y plazas, una medida que diversos expertos y demógrafos españoles llevan años planteando. Obviamente que, ante esta curiosa promoción, muchos españoles han reaccionado protestando o quejándose de tal publicidad. Este problema no es solo de España, sino que se está dando en muchos países del mundo, especialmente en el mundo occidental, la falta de hijos y el paulatino despoblamiento mundial, en donde si viviera hoy H.G. Wells ya habría escrito una novela sobre el mundo del futuro, un planeta cuasi despoblado y con una gran población de ancianos. En el mundo oriental -en donde las parejas islámicas, por decir un ejemplo, tienen entre cinco y ocho hijos, obviamente esta problemática no es grave, claro siempre y cuando no contemos con las “políticas poblacionales” (uno o dos hijos por pareja) de países comunistas como China o Vietnam, los cuales ya se percataron que al paso que van, en un futuro muy próximo, serán países conformados por ancianos y sin mano de obra joven.

Con esta publicidad, se busca llamar la atención y “despertar” a un mundo que, así como el Papa Francisco ya denunció la existencia de una política del “descarte” hacia los ancianos, hoy se encuentra sumergido en una política de “descarte de hijos”, bajo un materialismo consumista y un egoísmo monstruoso, en donde solo prima el interés individual, el pasarla bien y divertirse, evitando responsabilidades como lo es fundar una familia y tener hijos, educándolos, formándolos, cuidándolos para que sean el día de mañana hombres y mujeres de bien. Hoy cada vez disminuyen más las parejas que desean el matrimonio y fundar una familia teniendo hijos. Lamentablemente se prefiere la simple convivencia, el pasarla bien (sexo, viajes, paseos, etc.) mientras dure, evitándose un compromiso serio y para toda la vida, con una sola persona, y menos aún el tener hijos, fundando una familia, con las responsabilidades que ellos conlleva.

Las pocas parejas que deciden optar por el matrimonio -no vamos a entrar a la distinción del matrimonio civil o religioso, para lo efectos del presente artículo es igual- deciden o no tener hijos o en todo caso uno solo y punto. No quieren más compromisos, ni responsabilidades, ni complicaciones, que afecten en todo sentido (económico, tiempo, gasto de dinero, etc.)su placentera vida y regla del “pasarlo bien” y listo. Se ha llegado a establecer que el no tener hijos o reducir su número al mínimo, ¡reduciría la contaminación ambiental! Indicando los defensores de estas políticas anti natalicias que: “Tener un hijo menos, significaría unan reducción en promedio para los países desarrollados de 58,6 toneladas de emisiones de CO2 al año”. Amén del ahorro en alimentos en el mundo, ante la afirmación -falsa, por cierto – en que un mundo muy poblado, los alimentos escasearían y sobrevendría el hambre mundial-. Estas son algunas de las falacias que promueven los globalistas y que mucha gente ignorante o ilusa termina por creérselo. Ante estas afirmaciones disparatadas, se ha respondido como que “un mundo sin contaminación no merece la pena si no hay personas para disfrutarlo”, a fin de contrarrestar la falsa creencia de que tener menos hijos reduciría la contaminación. De allí que solo nos queda actuar a “contracorriente” de esta nefasta corriente materialista y como dicen los expertos, "subvertir el pesimismo imperante, e invitar a que más personas se sumen a la alegría que supone una familia grande".

Volviendo al caso de España, esta ha sufrido la natalidad más baja desde los años cuarenta -luego de la guerra civil española (1936 – 1939)-, todo un “récord” que asumimos el partido socialista del presidente Pedro Sánchez estará celebrando. España va camino a ser un país de ancianos -al igual que la mayoría de los países de la Unión Europea- más aún con la migración musulmana que superará muy pronto a la población occidental. Lo más grave es que por primera vez en su historia, la curva de fallecidos ha superado a la de nacimientos. Esto que está pasando en España, sucederá en los demás países “desarrollados” de occidente, con las serias consecuencias que ello conlleva. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, en 2023 hubo un total de 322.075 nacimientos, la cifra más baja desde el comienzo de la serie en 1941 y que se concreta en 6.629 nacimientos menos que en 2022. Es decir, el número de nacimientos se ha reducido en un 2% en el último año. Cabe mencionar que desde el 2013, cuando se registraron 424.440 nacimientos, el número de nacimientos ha caído un 24,1%. Así mismo, debemos tomar en cuenta que el 2014, esto es, hace ya diez años nada menos, fue el último año en el que los nacimientos aumentaron y desde entonces, los nacimientos han venido cayendo en picada, en una caída verdaderamente “kamikaze”, esto es, suicida para la sociedad española, aunque aún no se percate de ello.

Adicionalmente a ello, cabe mencionar que hoy tenemos más madres mayores de 40 años que de 25. Lo más grave es que, como ya se adelantara, que la baja y postergada natalidad, junto con una menor mortalidad, comienzan a consolidar un saldo vegetativo de la población española (la diferencia entre nacimientos y defunciones) totalmente negativo, con una pérdida demográfica de 113.256 personas, según los datos provisionales del año 2023.

De allí la importancia de la campaña iniciada por la Asociación de Familias Numerosas de Madrid, que busca desafiar a la población e interrogarles y que reflexionen sobre qué motivos les pueden estar llevando a cerrarse a la posibilidad de tener hijos o ampliar su familia. Las típicas afirmaciones de que “con uno ya es suficiente”, “solo queremos la parejita”, pero ¿Por qué no más hijos, especialmente para lo que económicamente sí pueden tenerlos? Paradójicamente, las personas de niveles económicos altos son los más reacios a tener hijos o tener más hijos. Son los sectores económicos medianos y hasta bajos los más generosos en ese sentido, teniendo hijos en sus matrimonios. Hoy el mundo, por intereses económicos, egoísmo, materialismo y consumismo hedonista, es totalmente anti natalicio promoviendo el no tener hijos e inclusive promoviendo, increíblemente, el aborto -entiéndase el asesinato del no nato- como “medida” de control de natalidad. Hoy a los parques y plazas en Europa solo asisten ancianos que dan de comer a las palomas. Ya no ves niños jugando. Los colegios se van quedando sin alumnos. Es más, sí ves mascotas como muchos perritos paseando con sus dueños, caso de Suiza en donde ves pocos niños, y sí muchos perritos. La gente ha cambiado el tener hijos por mascotas.

Sin embargo, irónicamente de otro lado, algunos países de la Unión Europea ya se dieron cuenta del gran peligro de despoblamiento a que está llevando estas “medidas de salud reproductiva” por lo que han tenido que dictarse toda una diversidad de leyes y normas promoviendo la natalidad, incluyéndose medidas tributarias que buscan incentivar las familias numerosas, otorgándose créditos y reduciendo el pago de tributos a los contribuyentes que así lo decidan, ser Profamilia.

No olvidemos que un hijo es una bendición y un acto de confianza de Dios hacía un matrimonio, para que eduque y forme a sus niños. No olvidemos que el matrimonio no es una licencia para tener sexo y pasarla bien hasta que te aburras y cambias de pareja previo divorcio. El verdadero sentido y razón de ser del matrimonio es fundar una familia y tener hijos. No es otra cosa. En resumen, un mundo sin niños, una familia sin hijos no es familia, es un mundo que va muriendo de a pocos, hundiéndose en su egoísmo y comodidad, para convertirse en pocos años, en un mundo de ancianos, si es que no los matamos… perdón, descartamos antes.

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