OpiniónLunes, 26 de febrero de 2024
El consentimiento: un requisito fundamental, por Lucía Meléndez
Lucía Meléndez
Activista política

Me inunda de tristeza percatarme, como mujer y psicóloga, que aún hay adultos que no comprenden cómo funciona el consentimiento durante los encuentros sexuales o que no quieren entenderlo o admitirlo porque eso conllevaría saberse agresores o defensores de estos. De cualquier manera, vamos a darle una clase de educación sexual a estos señores.

Cualquier interacción con intención sexual, desde besos hasta sexo penetrativo (o no), requiere de una serie de requisitos para que sean lo que son y no violencia: deseo y consentimiento mutuo y constante.Parece obvio, yo sé, pero todavía hay que desglosarlo para que ningún subnormal se atreva a tergiversarlo o simplificarlo.

Existen casos en los que las personas, mayormente mujeres, dan consentimiento a pesar de no tener deseo sexual por razones no saludables: complacer a su pareja sexual, por “venta” de su consentimiento (en el caso de las prostitutas), por evitar recibir más violencia o conflictos... Cualquiera de las razones, en mayor o menor medida, evidencian factores que pueden desencadenar perjuicios sexuales, psicológicos y sociales.De ninguna manera mantener interacciones sexuales con una persona que no tiene deseo sexual es correcto, aunque esta brinde su consentimiento por factores coercitivos. El ritmo del encuentro sexual lo debe marcar siempre la persona con menor deseo sexual, de otra forma uno disfrutaría a costa del malestar sexual del otro.Evidentemente no es un asunto del que podamos hacer mucho a nivel legal y se podría someter a debate si se puede contemplar como agresión sexual (aunque para mí sería un sí rotundo, para el sistema legal es difícil medir y abarcar

Sin embargo, la Justicia sí puede y debe siempre contemplar los casos en los que se dan situaciones sexuales en los que no hay consentimiento. ¿Cuáles son los aspectos básicos para entender el consentimiento? En principio, lo más básico: que cumpla con la edad y estado cognitivo óptimo, es decir, que no sea un niño, que no esté bajo efecto de ninguna sustancia psicoactiva, que no mantenga una discapacidad cognitiva que limite el discernimiento y que lógicamente no esté sometido a una amenaza social, física u otra. Pero eso no basta.

El deseo sexual puede estar y luego no estar. Uno puede incluso seducir, incitar o proponer directamente a empezar un encuentro sexual y por cualquier motivo ya no querer continuar. Por lo general se da porque la pareja sexual no está procurando la comodidad y seguridad que por humanidad le debe a su compañero. Realmente no viene al caso explicar el sinfín de razones por las cuales una persona puede perder el deseo sexual antes o durante una interacción sexual.Lo que importa es que, si uno deja de dar consentimiento, el otro debe detenerse. Insistir con brusquedad es agresión, forcejear es agresión, tocar y besar zonas íntimas cuando ya se expresó el malestar es agresión. No se puede justificar con que “antes sí querías, ahora cumple”.El consentimiento no tiene efecto proactivo, sino momentáneo y debe ser constante

Identificar qué es una agresión sexual en estas situaciones tan normalizadas es fundamental para poder validar la experiencia de otra víctima y socorrerla. Aún más para las víctimas que, por vivir en una sociedad limitada de gente pensante, les cuesta expresar vulnerabilidad, pedir ayuda y hablarlo con toda la libertad que en algún momento fue arrebatada por un agresor que siempre negará su conducta delictiva.

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