OpiniónJueves, 7 de marzo de 2024
Más acción menos procrastinación, por Eduardo Vega Marisca

Si algo es curioso en los peruanos, es que podríamos ser los campeones mundiales de la procrastinación[i]; -aunque probablemente el día que se haga aquel torneo lo perdamos precisamente por andar procrastinando en otro lado-. Empiezo con esta reflexión, no porque sea un término medianamente de moda luego de la aparición de los celulares y los famosos reels de TikTok, Youtube, y demás redes sociales, con los que tanto se distraen las personas al día de hoy; sino porque desde que tengo memoria, nuestras autoridades y políticos tienen la mala costumbre de jugar con la población con respecto al alcance de sus acciones, y se pasan sus periodos de gestión creando “soluciones efímeras o temporales” con las que se venden como eficientes, pero que a la larga dado el desinterés real de una solución se transforman en permanentes.

Haga memoria, tenemos salas judiciales “transitorias” que tienen años de instaladas, tenemos profesores de escuela con contratos temporales, trabajadores del sector público que llevan años en la famosa modalidad de CAS; o normas de emergencia emitidas para la promoción/salvamento de sectores económicos-comerciales que se quedan aprobadas sin una adecuada reglamentación, o peor aún que no se formalizan en un estándar más serio y eficaz para el correcto desarrollo económico.

Pero no nos quedemos solo allí, Alan García inició la primera línea del tren eléctrico de Lima a fines de los ochenta y nadie hizo nada hasta que volvió a ser presidente (los políticos ocuparon su interés en otra cosa y dejaron el proyecto tirado distrayendo a la población con el Show de Popy Olivera); peor aún han pasado más de 10 años desde que acabó su segundo gobierno y nadie ha planteado una segunda línea del tren eléctrico (que de por si es mucho más barata que la excavación de un subterráneo), ni mucho menos una ampliación del alcance de la existente. La famosa “vía expresa” de hoy está colapsada y nadie quiso continuarla.

El tren eléctrico o “el metropolitano” son proyectos que están estancados. Ninguno de sus concesionarios o concedentes plantea ampliar su alcance. Hace unos días se paralizó el corredor morado porque el estado no cumplió con su parte del contrato, y aunque parece que ya hubo solución para reactivarlo, tampoco es que se haya planteado una verdadera solución para optimizar el transporte en las rutas que cubre aquella concesión o de los otros corredores, por lo que lo más probable es que luego de una “nueva solución temporal”, nuestras autoridades fijarán sus esfuerzos en otra cosa y dejarán al problema igual o peor a como lo encontramos hoy.

A nivel nacional, tenemos que la carretera panamericana aún no es 100% autopista. La carretera central prácticamente sigue siendo lo mismo desde hace 50 años, con un sólo carril de ida y otro de vuelta, y parece que pasará mucho tiempo para que cambie la situación, o al menos se plantee una solución de soporte ferroviario para el transporte masivo de carga o personas en paralelo a cualquiera de estas vías.

Del mismo modo, como las autoridades han dejado de lado sus labores de planeamiento y expansión urbanística, no existe en Perú una ciudad que tenga un plan de expansión urbana definido, ejecutado ni mucho menos supervisado por una autoridad competente. Pues en realidad son las inmobiliarias y los traficantes de tierras quienes deciden donde se colocan, forzando con ello que las soluciones para la implementación de servicios básicos (que luego se reclaman como derechos) sean mucho más costosas.

Bastión importante de la procrastinación en el Perú es el Ministerio Público, allí se persigue miles casos, pero aquellos que son contra los fujimoristas o el APRA tienen prioridad por 2 razones: 1) generan la atención de la sociedad para un tema que dispersa su atención; 2) son la comidilla perfecta para que los allegados a la maquinaria caviar obtengan la necesaria postergación de los casos en los que están involucrados. Por eso, cuando son contra su gente: a procrastinar se ha dicho. Ahí están los eternos casos de Toledo, PPK, Villarán, Aníbal Torres con B. Chávez o más recientemente Gorriti.

Así pues, los Reyes de la procrastinación en el Perú -faltaba más-, son los socialconfusos y caviares. Hasta tienen un medio que se jacta de ser procrastinación (Webeo) disfrazado de periodismo y viceversa, siendo quizá esa la modalidad con la que sus adeptos están pegados a sus informaciones, y el mayor problema de la procrastinación en el país, no es que los peruanos vivamos perdiendo el tiempo con información sosa o parcializada, sino que han convertido a la pérdida de tiempo en un nicho para la generación de seguidores con crítica inconsciente y vacía. Por eso máximas como: ¡Derecha corrupta o “fujimori nunca más”, tienen tanto éxito!

Si se dan cuenta, cada vez que la población se enfoca en un tema político, es en realidad para enfocarse en un escándalo sin fondo real, trascendente o confuso. El caso Otárola - Nicanor B – Vizcarra es buen ejemplo. Claro, sin importar la fecha era más que obvio que da mérito a la renuncia de un súper desgastado ex premier, pero un tema que no debería extenderse más de 24 horas ya lleva 4 días en la comidilla de la gente. Obviamente cuando la cosa se pone grave, tenemos una novela entre los Christians y las Paolas; o mejor aún, por un “sencillo”, sacan a su mejor “guerrero” a jugar con Acuña.

Dicho esto, si queremos salir adelante como sociedad y como país, no solo necesitamos mejorar la calidad de nuestros políticos y autoridades -a quienes debemos elegir subiendo la valla por encima de estafadores o sinvergüenzas-, también tenemos que empezar a separar la paja del trigo sobre las informaciones que nos muestran, para empezar a cerrar todo el show y direccionamiento que aparece en nuestras pantallas.


[i] Acción y efecto de procrastinar. Sinónimo:postergación, aplazamiento, posposición, diferimiento.

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