La palabra biografía de bio (vidas) y graphon (escrito) tuvo una aparición tardía en el idioma francés del cual se difundió a otras lenguas europeas en las cuales se empezará a generalizarse finales del siglo XVII e inicios del siglo XVIII.
José Luis Romero ha resaltado que:
Es un hecho significativo que la Edad Moderna no haya sentido particular predilección por la biografía. En efecto, la historia nacional constituye una tendencia dominante de la historiografía, y los pocos ejemplos que adoptan la forma biográfica muestran el predominio de una concepción arquetípica fundada en los rasgos nacionales; así se advierte en los Varones ilustres del Nuevo Mundo de Pizarro y Orellana y en las biografías de Quintana. Del mismo modo se ajustan a esquemas arquetípicos las presuntas biografías del siglo XVIII, ejemplificadas en la Historia de Carlos XII de Suecia de Voltaire. Y cuando más claramente se advierte esta tendencia es cuando se observa la fuerza que tiene la teorización del arquetipo. Como Antonio de Guevara en el siglo XVI, Gracián desarrolla en el siglo XVII el análisis del tipo del político —en El político Fernando— y luego otros subsidiarios en El héroe y en El discreto. [i]
Un estilo que se rescató notablemente por parte de la contrarreforma barroca fue la Deploratio mortis que derivaba de la Laudatio funebris romana y que desde el siglo IV d.C. había sido integrada en la Iglesia gracias a San Gregorio Naciaceno y San Ambrosio.Esta oración fúnebre cristiana, derivada de la latina, tendía hacia el sermón donde el elogio del difunto servía para la valorización de las virtudes religiosas y la crítica a los vicios terrenos. En cada pieza se destacaban tres partes en el discurso: 1.- los orígenes del difunto, 2.- la dida ejemplar del fallecido o su lucha por alcanzar el cielo, y su piadosa muerte.
Es indudable que fue Jacques Benigne Bossuet (1627-1704) el máximo exponente de la oración fúnebre quien, partiendo de una dolorosa muerte, se retrotrae a los orígenes de una vida para mostrarla como un camino de salvación providencial.
Pero, si bien es cierto que, en el siglo de las luces, las oraciones fúnebres mantuvieron una gran importancia en los espacios cortesanos y religiosos, también es cierto que el saber enciclopédico y su preocupación individualista se expresaron mediante el gusto por las colecciones biográficas o diccionarios y
así comienza la edición de los primeros diccionarios biográficos universales que tratan de recopilar las vidas de todas aquellas personas de mérito desde el principio de los tiempos hasta ese momento. Estos intentos, que podemos situar a lo largo del siglo XVIII, plantean un gran problema por su tremenda ambición, lo que los hace inacabables. Asunto este que nos permite plantear una primera cuestión sobre la conveniencia de delimitar un objeto de análisis biográfico abarcable en cualquier diccionario.[ii]
Estos esfuerzos eruditos los podemos encontrar a finales del siglo anterior con el Diccionario histórico y crítico (1695-1697) de Pierre de Bayle, escrito con la intención de reinterpretar la visión del Gran diccionario histórico (1674) del sacerdote católico Louis Moréri: Con anterioridad a este, en 1596, ya había aparecido el Diccionario histórico geográfico, poético de Charles Etieene (1504- 1564) que fue la primera relación de vidas breves, obra exitósa que daría origen a la tendencia de los diccionarios biográficos siendo traducido del francésy aumentado por Nicholas Lloyd fue publicado en oxford en 1670 bajo el título de dictionarium historicum el cual alcanzo una enorme difusión y senó las bases de este estilo biográfico a lo largo del siglo XVIII que se realizaron pormedio de sociedades de autores como lo hicieron jesuitas anónimos con el notable Diccionario de Trevoux ( 1704-1771).
Este modelo de los diccionarios tuvo gran acogida en Inglaterra donde se edita Biographia britannica (1747-1751) al que le siguen el New and general biographical dictionary (1761), The General biographical dictionary(1812-1817) editada por A. Chalmers, los diez volúmenes de la General biography de John Aikin (1799-1815) y la inconclusa obra Hugh James Rose (1839-1848) titulada New general biography.[iii] Luego de la fundación del Oxford diccionario of national biography (1882) por George Smith, los repertorios biográficos, que había tenido un brillante desarrollo en la centuria anterior, empezaron a decaer hasta el primer tercio del siglo XX.
Pero antes de terminar el siglo XVIII la biografía moderna hará su aparición en Inglaterra gracias a James Boswell y su sobresaliente Vida de Samuel Johnson (1791) donde:
relata la existencia práctica, el día a día del escritor británico, que era también su amigo, proporcionando el retrato de un hombre con un carácter orgulloso, tenaz y voluntarioso y un espíritu moralista intransigente que es a la vez el retrato de un pueblo y de una época.[iv]
En esta obra podemos encontrar el origen a una vigorosa biográfica anglosajona contemporánea que ha sido atribuida a la tradición individualista y elitista de estos pueblos, interesados en valorar el “carácter” de una personalidad como un ejemplo para el servicio “útil” en su comunidad.
*Esta es la cuarta entrega del autor de ocho sobre el género biográfico.
[i] Romero, José Luis. Sobre la biografía y la historia. Buenos Aires, 1945.
[ii] Urquijo, Mikel. Renovación metodológica de los diccionarios biográficos nacionales en el siglo XXI. En: Erebea. Revista Humanidades y Ciencias Sociales. N 3. 2013.pp. 253-254
[iii] Urquijo, Mikel. Renovación metodológica de los diccionarios biográficos nacionales en el siglo XXI. En: Erebea. Revista Humanidades y Ciencias Sociales. N 3. 2013.pp. 253-254
[iv] Urquijo, Mikel. Renovación metodológica de los diccionarios biográficos nacionales en el siglo XXI. En: Erebea. Revista Humanidades y Ciencias Sociales. N 3. 2013.pp. 410-411.