El historiador escocés Tomas Carlyle (1795-1881), difusor del idealismo alemán contra el utilitarismo y el materialismo de la revolución industrial inglesa, durante el mes de mayo de 1840, realizó un ciclo de seis conferencias teniendo como tema el liderazgo heroico.Un año después publicó en Londres esta compilación bajo el título de Sobre los héroes, culto al héroe y lo heroico en la historia donde concluye diciéndonos:
A mi modo de ver, la Historia Universal, lo realizado por el hombre aquí abajo, es, en el fondo, la historia de los grandes hombres que entre nosotros laboraron. Modelaron la vida general grandes capitanes, ejemplos vivos y creadores en vasto sentido de cuanto la masa humana procuró alcanzar o llevar a cabo; todo lo que cumplido vemos y atrae nuestra atención es el resultado material y externo, la realización práctica, la forma corpórea, el pensamiento materializado de los grandes hombres que nos enviaron. Su historia, para decirlo claro, es el alma de la historia del mundo entero. [i]
En ese sentido, el héroe de Carlyle es un combatiente contra la falsedad y las apariencias, es un misionero, un apóstol gracias al cual la humanidad pude avanzar en la historia gracias a estos “hombres representativos” (1850) según los llamo el poeta Ralph Waldo Emerson (1803-1881). Fue del estudio de los logros y sentimientos íntimos de estas vidas que surgió la “biografía romántica”.
A diferencia de los biógrafos románticos, Leopoldo von Ranke (1795-1886) planteó a la biografía como una parte de la historia, como el encuentro de una personalidad, con cualidades innatas, con sus circunstancias. Por ello, en el prólogo a Historia de Wallenstein (1869), indica:
Las decisiones de los hombres parten siempre de las posibilidades que las condiciones generales les ofrecen; las realizaciones importantes reclaman siempre la cooperación de los elementos homogéneos del mundo en torno; tal parece como si el hombre no fuese más que una criatura de su tiempo, el exponente de un mundo general existente al margen de él. Pero, por otra parte, no debe olvidarse que las personas viven, a su vez, dentro de un orden moral universal, en el que pueden afirmarse en toda su plenitud; cobran en él una vida propia y sustantiva, de una gran fuerza original. A la par que, como suele decirse, retratan y representan a su tiempo, dejan su huella en él y contribuyen a marcarle el rumbo por la fuerza de su impulso innato e interior. [ii]
Por lo dicho, Ranke fue:
…el representante por antonomasia del historicismo que renovó la práctica historiográfica con los principios de objetividad, recopilación exhaustiva y crítica de las fuentes, …[iii]
A mediados de aquel siglo, muchos escritores se sintieron tentados a homologar las vidas humanas con las vidas de un nuevo sujeto histórico al que dotaban de características orgánicas; la nación. Es entonces que el héroe clásico del romanticismo pudo ser sustituido por la nación heroica y algunos estudiosos pudieron hablar de una biografía de la nación. [iv]
A contraparte y, siguiendo la estela de la novela histórica creada por Walter Scott con Ivanhoe (1820), surgieron la biografía novelada y la novela biográfica. Esta última es una obra de ficción que introduce en ella personajes históricos a los que utiliza como parte de un relato que no necesariamente debe tener un orden cronológico, siendo su ejemplo primigenio Las vidas imaginadas (1896) de Marcel Schwob (1867-1905).Por su parte, la biografía novelada debe atenerse al orden cronológico del biografiado, pero, dentro de este orden, el autor puede tomarse licencias ficcionales o introducir especulaciones que no afecten el desarrollo del relato.
Hacia el final del siglo XIX y principios del siglo XX se puede apreciar una reacción antipositivista que coincide con una explosión del género biográfico. Así las biografías académicas, románticas o historicistas, dan paso a biografías que revaloran la intimidad:
que un acto, un gesto o un ademán inconsciente podía constituir un signo clave para conocer el carácter y temperamento de una persona tal como valoraba Plutarco. Además, consideraba importante la capacidad de comprensión y la penetración psicológica del biógrafo para desentrañar y clarificar una personalidad. Los representantes de esta tendencia estaban en la onda de la historiografía antipositivista, la que provenía de los neokantianos (Windelband, Rickert, Droysen) y vitalistas (Dilthey) quienes juzgaban que la historia y las ciencias sociales eran fundamentalmente interpretación y comprensión mientras las ciencias naturales eran explicación [v]
Los biógrafos de esta corriente buscaron más que los datos eruditos el retrato de conjunto, son como pintores impresionistas. A ella perteneces Lytton Strachet autor de Victorianos eminentes (1918) o Hillaire Belloc con Carlos I (1933) en Inglaterra. En Alemania destaca Emil Ludwig autor de Napoleón (1906) y Bismarck (1911) en tanto que en Francia destacan André Maurois con Disraeli o el austriaco Stefan Zweig con María Estuardo.
El éxito de estas novedosas biografías de inicios del siglo XX produjo dos efectos contrapuestos. Por un lado, podemos apreciar la aparición de una desvalorización del género al grado de plantearse un sentimiento “autobiográfico”, que lo criticaba como “individualista” y que coincidió con el surgimiento de la “historia social” de la escuela de Annales. Por otro lado, podemos observar una supra valoración del género al grado de entenderlo como un tipo independiente de la historia misma y con una teoría propia.
Entre los más destacados teóricos de la biografía fuera de la cultura hispánica mencionaremos André Maurois, Lewis Mumford, Emil Ludwig y Stefan Zweig. Entre los de habla española resaltan Gregorio Marañón, Eugenio D´Ors, Ramon Gómez de la Serna y José Ortega y Gasset. A quienes se podrían agregar Alfonso Reyes, José Luis Romero y Enrique Krauze desde Hispano América.
En 1928 Maurois dictó seis conferencias en Inglaterra que fueron publicadas bajo el título de Aspectos de la biografía donde nos plantea que una biografía es el resultado de la historia, la filosofía y la ficción, introduciendo la idea de arte e intuición al frio historicismo decimonónico. Para Mumford, autor de una biografía de Herman Melville, la biografía debe tratar de interpretar al personaje desde la empatía en tanto que para Emil Ludwig el estudio de una vida debe plantearse como la historia del corazón humano. Finalmente, para Stefan Zwieg, la biografía debe ser el máximo despliegue de intuición sicológica por ello le interesan grandes o pequeños momentos que muestra en la figura humana. [vi]
Gregorio Marañón mediante un análisis clínico de la personalidad de una figura histórica nos lleva a la biografía sicológica.[vii] En posición contraria está Eugenio D´Ors con su “doctrina de la personalidad” o “Angiología”, concebida en 1926, le interesa el estudio de un espíritu creador, de un alma, y compara el retrato plástico con las descripciones biográficas. Para Ramon Gómez de la Serna busca una biografía integral donde la anécdota y el humor también tienen un lugar. [viii]
En cuanto la óptica biográfica de Jose Ortega y Gasset, el filósofo de la razón vital, él sostenía:
Podemos reducir los componentes de toda vida humana a tres grandes factores: vocación, circunstancia y azar. Escribir la biografía de un hombre es acertar a poner en ecuación estos tres grandes valores.[ix]
Mas allá de lo interesante que son los planteamientos de estas teorías es indudable que la riqueza del género biográfico proviene de su riquísima tipología que surge de una manera empírica gracias a la obra de los biógrafos que nos presentan un sin número de variedades simples o ingeniosas y de las cuales podemos mencionar algunos de los más utilizados en la actualidad.
La “biografía histórica” es la heredera de los modelos clásicos y se basa en el método histórico obligándose a introducir al personaje en su tiempo. La “biografía política” analiza el grado de influencia del personaje en los acontecimientos, su postura ante ellos y puede tender a tratar de explicar sus decisiones, aciertos o desaciertos. De manera contraria se nos presenta la “biografía íntima” que se preocupa por los sentimientos y la vida interior del personaje
Por otra parte, tenemos como la novedosa “biografía intelectual” de la que nos ha hablado Mark Lilla y que se interesa por la contribución de la persona estudiada a las ideas o pensamiento de su época. La “biografía literaria” y la “biografía artística”, en sus respectivos campos, son equivalentes a la anterior.
Finalmente, hoy en día podemos observar que, la mayoría de las biografías que se escriben y se leen, pertenecen a las que podríamos llamar “biografía periodística” escritas con pluma ágil, pueden estar autorizadas, pero la mayoría no lo están y, si bien no necesariamente constituyen un aporte académico, no se les debe descartar de plano pues, en muchos casos, sus indagaciones pueden brindar aportes significativos para la biografía académica.
*Esta es la quinta entrega de ocho del autor sobre el género biográfico.
[i] Carlyle, Thomas. Los Héroes. Madrid, 1985. p. 31.
[ii] Núñez Pérez, María gloria. La biografía en la actual historiografía contemporánea española.
En: Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H." Contemporánea, T. 10, 1997, p. 411.
[iii] Núñez Pérez, María gloria. La biografía en la actual historiografía contemporánea española.
En: Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H." Contemporánea, T. 10, 1997, p. 411.
[iv] Urquijo, Mikel. Renovación metodológica de los diccionarios biográficos nacionales en el siglo XXI. En: Erebea. Revista Humanidades y Ciencias Sociales. N 3. 2013.p. 254
[v] Núñez Pérez, María gloria. La biografía en la actual historiografía contemporánea española.
En: Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H." Contemporánea, t. 10, 1997, p. 411.
[vi] Del Olmo Ibáñez, María Teresa. Teoría de la biografía. Madrid, 2015. pp. 53-66.
[vii] Lopez Vega, Antonio. Gregorio Marañón. Radiografía de un liberal. Madrid, 2011.
[viii] Del Olmo Ibáñez, María Teresa. Teoría de la biografía. Madrid, 2015. pp. 66-81.
[ix] Lasaga, José. Las vidas contadas de Jose Ortega y Gasset. En: Anales del Seminario de Historia de la Filosofía 2003, 20. pp. 301-319.