La segunda parte del libro “LA TEORÍA EVOLUTIVA DE LAS INSTITUCIONES: LA PERSPECTIVA AUSTRIACA” (2006) del Dr. César Martínez Meseguer, analiza los métodos de estudio empleados por los estudiosos de la Escuela Austriaca al abordar los tres niveles de análisis de la praxeología: la acción humana, las relaciones de intercambio y la aparición y desarrollo de instituciones sociales evolutivas, a continuación, un breve resumen de los capítulos VIII y IX:
En sus Principios de Economía Política (1871), Carl Menger destaca que los individuos actúan constantemente con el fin de alcanzar metas que consideran relevantes para satisfacer sus necesidades. Estas acciones están guiadas por una valoración subjetiva de los fines y los medios disponibles para lograrlos. Menger identifica tres fundamentos clave para el desarrollo de la acción humana y el intercambio económico: la aparición de necesidades debido a la escasez, la capacidad del hombre para percibir las cualidades de los bienes y la existencia de un poder de disposición sobre estos.
Menger sostiene que el intercambio surge cuando un individuo valora más un bien poseído por otro individuo y viceversa, lo que lleva a un proceso de intercambio beneficioso para ambas partes. Este intercambio se basa en el conocimiento mutuo de las valoraciones y la capacidad de realizar la transacción. Según Menger, el deseo humano de alcanzar sus objetivos utilizando eficientemente los recursos disponibles conduce al surgimiento de la actividad económica y al análisis de las relaciones de intercambio para optimizar el beneficio grupal.
Además, Menger contribuye significativamente a la comprensión de la evolución de las instituciones sociales. Él argumenta que estas instituciones emergen de manera espontánea y evolutiva a partir de comportamientos socialmente aceptados que promueven el desarrollo colectivo. Este proceso involucra la aparición gradual de prácticas sociales beneficiosas, influenciadas por el aprendizaje y la imitación dentro de los grupos humanos. Menger sostiene que estas instituciones se aceptan de manera inconsciente y no deliberada, lo que contribuye a su arraigo y evolución a lo largo del tiempo.
Así mismo, mientras Mises se enfocó en el estudio de la acción humana, Hayek se centró en la teoría evolutiva de las instituciones sociales. Aunque algunos han argumentado que sus enfoques son incompatibles, el libro del profesor César Martínez Meseguer sugiere que son complementarios, cada uno abordando diferentes niveles de análisis. Mises se concentra en la acción individual y la función empresarial, mientras que Hayek investiga los procesos de aprendizaje, transmisión de información, el surgimiento de órdenes sociales y la evolución de las instituciones. Aunque sus puntos de vista difieren en aspectos esenciales, ambos coinciden en la imposibilidad del cálculo económico racional en un sistema de planificación central, una crítica que desafiaron con éxito a los economistas socialistas como Oscar Lange y Abba P. Lerner. La comprensión de estos niveles de análisis es esencial para apreciar la complementariedad entre Mises y Hayek.
Las ideas de Ludwig von Mises, influenciadas por Carl Menger y Eugen Böhm-Bawerk, amplía el alcance de la economía más allá de las simples motivaciones monetarias. Mises propone una teoría general de la acción humana, centrada en la praxeología, que incluye la teoría del mercado y el cálculo económico. Según Mises, toda acción humana es deliberada y orientada hacia un fin, lo que implica que es siempre racional. Los individuos asignan un valor subjetivo a sus fines y seleccionan medios escasos para alcanzarlos. La función empresarial, tanto a nivel individual como en el intercambio entre individuos, desempeña un papel crucial en este proceso. Mises también destaca la importancia del tiempo como factor praxeológico, que influye en la percepción y planificación de la acción. Considera la acción humana como un axioma irreducible, previo a la experiencia, que sirve como fundamento para desarrollar toda la ciencia económica mediante la deducción lógico-deductiva.
La obtención de ganancias a través de la función empresarial puede lograrse no solo mediante acciones individuales, sino también mediante interacciones con otros individuos que buscan sus propios objetivos. Este paso hacia las relaciones de intercambio sociales representa un avance en el análisis de la Escuela Austriaca, pasando de la acción individual y empresarial a las interacciones sociales y empresariales.
Sin embargo, este avance requiere un entorno en el que exista una clara idea de propiedad privada y un respeto hacia los sistemas de transmisión de bienes. Este proceso de intercambio económico, analizado previamente, fue ilustrado por Menger para explicar que el intercambio no es un fin en sí mismo, sino un medio para obtener beneficios futuros.
A lo largo del tiempo, las costumbres que regulan el intercambio se vuelven más definidas y su respeto se generaliza en la sociedad. Este proceso evolutivo, que ocurre a lo largo de miles de años, lleva a que las personas atribuyan el origen de estas normas a diversas fuentes, como la religión o la naturaleza humana.
En las relaciones de intercambio, cada individuo persigue sus propios objetivos, pero el proceso comienza cuando se detecta una descoordinación que puede llevar a beneficios para ambas partes. Esto destaca la función empresarial del intercambio: descubrir y aprovechar oportunidades de beneficio. La cristalización de esta función como una institución social, el mercado, surge después de un largo proceso de prueba y error en la formulación de normas que lo regulan.
El descubrimiento de descoordinaciones puede ser realizado por los propios individuos afectados o por terceros. Este proceso de intercambio beneficia a todos los involucrados, fomentando la unión social y el desarrollo. Las relaciones de intercambio exhiben tres aspectos esenciales de la función empresarial: el descubrimiento de nueva información, la transmisión de esta información en el mercado y el efecto aprendizaje que surge al comprender los beneficios de la coordinación.
A medida que se institucionaliza la actividad de intercambio, surge el mercado como una institución social, representando un nivel diferente en el análisis de la Escuela Austriaca, que se centra en el proceso evolutivo de las instituciones sociales.
En este tercer nivel de análisis, el enfoque apriorístico-deductivo, utilizado en los dos niveles anteriores, ya no resulta adecuado. Sin embargo, este enfoque nos ha llevado a este nuevo ámbito, ya que, en última instancia, las instituciones sociales son resultado de la acción humana, aunque su estudio requiera un método diferente: el análisis histórico-evolutivo. Esto se debe a que, si bien la acción humana implica un comportamiento deliberado y racional, y los seres humanos siguen esquemas lógicos al actuar, las instituciones evolutivas no surgen directamente de la razón humana ni se forman de manera intencionada y lógica. Aunque estas instituciones se ordenan mediante reglas, estas no son el resultado deliberado de la razón, sino más bien una consecuencia involuntaria del actuar humano, ya que su formación y estructura no son perseguidas intencionalmente.
A pesar de que ningún individuo podría haber creado de la nada instituciones como el lenguaje, el mercado, el dinero o las normas morales, todas estas instituciones son producto de la acción humana y de las relaciones de intercambio. Estas relaciones, de manera no intencionada, dieron origen a un orden que evolucionó en un nivel que Hayek describe como intermedio entre el instinto y la razón. Por lo tanto, es crucial que cualquier científico que aborde el estudio de las instituciones sociales sea consciente de los límites de la razón y de los peligros de sobrevalorar la capacidad racional del hombre. Esta actitud puede llevar a posturas constructivistas o cientificistas que malinterpretan la verdadera esencia de las instituciones sociales al considerarlas productos deliberados de la voluntad humana y, por lo tanto, fácilmente reconstruibles y modificables según el capricho humano.
El método histórico-evolutivo, el único apropiado para estudiar las instituciones sociales, no se limita a recopilar datos del pasado, sino que busca estructurar esos datos al analizar las diferentes fases evolutivas de cada institución según su contexto histórico. Este método implica analizar las etapas de formación, filtración y asimilación de información, influencias externas, manipulaciones intervencionistas y adulteraciones de las instituciones, así como buscar soluciones a errores pasados. Por lo tanto, cualquier científico que aplique este método debe seguir ciertos pasos en su análisis:
1. Realizar un estudio exhaustivo de la prehistoria y la historia de la institución, desde sus raíces más remotas hasta su situación actual.
2. Examinar evolutivamente las fases de desarrollo de la institución, incluyendo sus etapas de formación, modificaciones y relaciones con otras instituciones.
3. Utilizar el arsenal teórico proporcionado por la Economía y la Ciencia Jurídica para detectar posibles errores y adulteraciones en la institución.
Una vez completado este análisis, el científico puede proponer hipótesis de mejora y subsanación de errores en la institución, siempre con el objetivo de facilitar su evolución natural y respetar los principios fundamentales del derecho y las leyes económicas de tendencia. Es esencial evitar cualquier intervencionismo racionalista exagerado y mantener el respeto por el conjunto del sistema institucional.