Si queremos consolidarnos como República y no ser una simple democracia manipulada, necesitamos hacer cambios urgentes en nuestra normativa. Para esto tenemos que darnos cuenta de que el orden democrático de nuestra nación se encuentra en riesgo y que hasta ahora nadie ha hecho nada para salvarlo. Hace más de un año que venimos advirtiéndolo: un homicida no puede ser presidente. Ni un homicida, ni un pederasta, ni un abusador sexual, ni un narcotraficante, ni mucho menos un terrorista. Lamentablemente, en el país de las maravillas, todo se puede.
No es sencillo para nuestros legisladores catalogar quienes pueden o no participar en las elecciones. Ciertamente, ninguna organización política, que, bajo su pensamiento ideológico, promueva la destrucción del Estado de derecho, puede inscribirse al registro de organizaciones políticas. Es por ello por lo que no existe en el país ningún partido nazi o fascista, dos ideologías que, durante los regímenes de Hitler y Mussolini, acabaron con las vidas de innumerables personas.
No obstante, un partido que se identifique como comunista sí tiene la posibilidad de registrarse y participar en las elecciones generales. Una cuestión notablemente contradictoria. Mao Tse Tung asesinó a más de 65 millones de personas durante su Revolución Cultural y el Gran Salto Adelante en China. Asimismo, la Revolución Bolchevique de Vladímir Lenin y la Gran Purga de Josef Stalin asesinaron a más de 20 millones de personas durante los regímenes de represión que existían en la Unión Soviética. Es decir, el maoísmo, el leninismo, el estalinismo causaron los más grandes genocidios en la historia. Todas ideologías vertientes del comunismo. Ideología que, además, mató a millones de hambre en distintos países alrededor del mundo. Aun así, en el Perú el nazismo y el fascismo están prohibidos políticamente –y con justa razón- pero pese a haber generado solo una fracción de las muertes del comunismo, esta última no está prohibida.
El pensamiento Gonzalo, otra vertiente del comunismo, sí se encuentra prohibido, es por eso que, pese a todos sus intentos, el Movadef no ha logrado inscribirse como partido político, pese a que muchos dirían que lo logró con Perú Libre. Ninguna organización que pretende obtener el grado de política puede reivindicar el nombre de Sendero Luminoso, sin embargo, un candidato sí puede hacerlo.
Este particular Tribunal Constitucional permitió, mediante la sentencia 370/2022, que los condenados por terrorismo que se encuentren actualmente en libertad, los cuales son muchísimos gracias a Valentín Paniagua y Alejandro Toledo, puedan ser candidatos a la presidencia. De igual manera, se permitió que los condenados por homicidio, abuso sexual, narcotráfico, etc., también puedan ser potenciales presidentes o legisladores de la República (si es que la podemos llamar así).
Si bien ningún “terrorista resocializado” hasta el día de hoy, se ha perfilado como posible candidato al 2026, quien sí lo ha hecho es el homicida Antauro Humala, quien participaría con el partido con las siglas de su nombre. Un asesino de policías, autor del “Andahuaylazo” que además no cree en la democracia y que, irónicamente, reivindica el nombre de Sendero Luminoso, recordemos que dijo que "lo mejor que ha dado la izquierda, desde Pizarro hasta ahorita, como partido político, ha sido Sendero Luminoso". Es decir, que le prohibimos a las organizaciones respaldar al grupo terrorista, pero los potenciales candidatos sí pueden hacerlo. Una gran contradicción de nuestra normativa.
Y haciendo un paréntesis, tenemos el deber de repensar la resocialización del reo. Entiendo que esa es la función de la prisión, pero no podemos pasar por alto su inexistencia en el país. Las cárceles en el Perú no están diseñadas para rehabilitar al reo, sino todo lo contrario. Quienes tienen una conducta social deshumanizada no pueden recuperar la humanidad (si es que alguna vez la tuvieron) en los centros penitenciarios peruanos. Nuestras cárceles solo vuelven más violentos a los prisioneros, quienes, al salir, saben más mecanismos para delinquir que cuando entraron.
La resocialización en el Perú no existe. Esa es la realidad, que guste o no, se debe considerar.
Regresando al tema, la potencialidad de permitir que un hipotético presidente sea un homicida o un terrorista debería dejarnos más que preocupados. Para empezar, ¿Cómo alguien que ha asesinado podría ser moralmente capaz? ¿Bajo qué lógica? ¿Cómo un senderista o un emerretista podría ser moralmente capaz? Lo mismo para los narcotraficantes o los abusadores sexuales.
Además, más allá de la capacidad moral, ¿podemos tener candidatos que no creen en la democracia? Antauro absolutamente no cree en ella, al igual que cualquier senderista o emerretista. Probablemente, podrían decir que sí, pero sabemos que es parte de su narrativa.
El comunismo no cree en la democracia, y sus representantes tampoco.
¿A qué nos arriesgamos con candidatos antidemocráticos? ¿Estamos buscando un nuevo golpe de Estado? ¿Una nueva dictadura?
Lamentablemente, parece que a eso apuntamos.
Es momento de crear conciencia sobre la gravedad de este asunto, que se ha visto apartado de la agenda de muchos peruanos, pero que nos hace correr un riesgo de una envergadura colosal. Sabemos que los peruanos no votamos bien, sabemos que muchos votaron por Castillo porque creían que el Perú tenía que hundirse para resurgir. Pero con Antauro o cualquier otro comunista de esa naturaleza, caerá nuestra democracia, y con ella, la nación también.