La volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad del escenario geopolítico lleva a los estados a constantes conflictos en la "Zona Gris". Este concepto se refiere a al espacio intermedio entre la paz y la guerra, evocando la Guerra Fría en un mundo globalizado y tecnológicamente avanzado. En este espectro, los Estados desarrollan dinámicas ambiguas, evitando acciones contundentes.
Estas estrategias deliberadamente indeterminadas de la "Zona Gris" incluyen acciones en lo político, económico, social e incluso militar, eludiendo amenazas directas para evitar respuestas militares que impliquen alguna escalada. Buscan colocar al oponente en posiciones incómodas que limiten las opciones de respuesta.
Rusia cruzó la frontera de la "Zona Gris" con la guerra contra Ucrania con graves consecuencias a nivel global. Históricamente desarrolló distintas acciones, desde el apoyo a grupos separatistas hasta operaciones como la anexión de Crimea, buscando desafiar el orden internacional; pero hoy comprobamos que cruzar la frontera de la Zona Gris es un paso de difícil retorno.
La relación de Putin con la OTAN ha sido siempre tensa, marcada por desconfianza mutua y enfrentamientos políticos. Representa la eterna amenaza a la seguridad de Rusia, por lo que hoy busca debilitar a la coalición, desestabilizando a los países miembros y fortaleciendo alianzas alternativas, con países como China, Irán o Corea del Norte.
Las recientes elecciones con el triunfo de Putin y su sexto mandato no solo garantizan su permanencia en el poder por 30 años, sino que, además, se siente empoderado para continuar con su carácter autoritario, sin temor a eliminar o neutralizar a sus adversarios y expandir la influencia rusa en el escenario internacional. Sus ambiguas tácticas reflejan la peligrosa tendencia con la que amenaza al mundo con un ataque nuclear, retando a Francia y Finlandia a cruzar la "Zona Gris" para complicar la situación geopolítica. Este espiral de tensión obliga a la Comunidad Europea a fortalecer sus defensas, incrementando sus inversiones en armamentos.
En este entorno, busca arrastrar a las naciones a una espiral de tensiones que ha llevado a Francia a proponer la intervención de la OTAN en Ucrania, forzando a los países nórdicos a fortalecer sus defensas ante la creciente amenaza rusa. El aumento de la agresión debería llevar a los países de la Comunidad Europea a desarrollar estrategias coordinadas, conscientes de que las sanciones económicas no han logrado los resultados esperados, pero esta desconexión solo promueve la sensación de poder por parte de Putin.
La Guerra Fría con el equilibrio del terror nuclear, actuaba como contención que disuadía a las superpotencias de Estados Unidos y la Unión Soviética a desencadenar un conflicto abierto. De la misma forma, las relaciones comerciales entre superpotencias, especialmente China, logra una contención similar. Pero Rusia es un caso distinto, porque Putin se ha sentido amenazado y también humillado por los Estados Unidos y la OTAN, lo que lo lleva a cruzar la “Zona Gris” y retar a otras naciones a traspasar ese límite.
El peligro para la comunidad internacional se relaciona con una situación en la que Putin se siente fortalecido, enfrentando sin la ayuda de otros países a ese gran poder militar representado por la OTAN, logrando ponerlos en jaque.
Cruzar la frontera de la "Zona Gris" ha generado múltiples consecuencias en el escenario geopolítico, con la coalición de China, Corea del Norte y especialmente Irán, contagiados por este espíritu bélico. Las tácticas de Putin están generando peligrosas respuestas de actores internacionales en ambos bandos, contribuyendo a agudizar la crisis, aumentando el riesgo de una escalada. En este contexto, la necesidad de una respuesta coordinada y diplomática se vuelve cada vez más urgente. Es necesario buscar vías de solución para evitar un conflicto de grandes magnitudes.