Nuestro país se ha visto envuelto en una grave crisis política desde el año 2016, en la que ninguno de los últimos presidentes electos, PPK y Pedro Castillo, han podido terminar sus gestiones, se ha disuelto el Poder Legislativo, y hemos visto la vacancia/renuncia de tres presidentes de la República.
Algunos consideran que muy pronto Dina Boluarte se sumará a esta lista de presidentes vacados y que podríamos estar afrontando los últimos días de su gobierno debido al caso del Rolex-Gate.
Sin embargo, ¿es correcto pensar que esta crisis política nunca va a acabar?
Muchos opinólogos comentan que para terminar con esta crisis se tendría que acotar la figura de la vacancia para subir sus estándares de aplicación. Incluso algunos alegan que la causal de incapacidad moral solo se tendría que aplicar en casos en los que una enfermedad física afecte la capacidad mental del presidente de la República.
Estas afirmaciones son incorrectas, dado que cualquier sociedad básica no puede tolerar tener presidentes flagrantemente corruptos.
La sociedad peruana ha desarrollado una consciencia moral que nos distingue de los restos países de la región respecto a los casos de corrupción. Mejor dicho, en la política peruana ya no se toleran los típicos actos de corrupción que han caracterizado el bananero presidencialismo latinoamericano, en el cual se consideraba a los jefes de Estado como caudillos intocables.
Vacar presidentes corruptos es una necesidad moral y no es el verdadero origen de la crisis. De esta manera, querer sacrificar la integridad de la democracia para blindar y darle estabilidad a un gobierno criminal es un acto francamente absurdo.
En mi opinión, la verdadera causa de la crisis sería que por diseño la Constitución de 1993 generó un sistema desbalanceado donde se le concedió demasiado poder al presidente de la República sobre los demás poderes del Estado.
Estas atribuciones fueron las que llevaron a Martín Vizcarra a poder cerrar el Congreso de la República en el año 2019, a través de la figura de la denegación de la Cuestión de Confianza, acto que ha sido posteriormente declarado como inconstitucional por el Tribunal Constitucional.
Podemos concluir que la reciente reforma Constitucional aprobada por el Congreso de la República, que ha entrado en vigor esta semana, donde se ha reincorporado la figura del Senado, es esencial para poder corregir este desbalance de poderes para que finalmente podamos salir de esta crisis política.
Específicamente, ahora la Cámara del Senado nunca va a poder ser disuelta, sino solo la Cámara de Diputados, cuando ocurra un caso de denegación de la Cuestión de Confianza.
Esto sin duda es muy importante para poder evitar que siga habiendo presidentes embusteros que quieran cerrar el Poder Legislativo para poder perpetuar su propia agenda al caballazo, sin la correcta fiscalización del Congreso de la República.
Este nuevo diseño Constitucional sería esencial bajo el escenario de que caiga Dina Boluarte y tengamos nuevas elecciones en el corto plazo. Incluso si es que ganará un candidato controversial, como Antauro Humala, con claras intenciones autoritarias, la tendría más difícil para poder cerrar el Congreso de la República, para instalar una dictadura en nuestro país.
De esta manera, es evidente que seguirá habiendo presidentes vacados mientras que la sociedad peruana no deje de ser tan propensa a la corrupción, sin embargo, ahora será imposible que se cierre todo el Congreso de la República, dado que el Senado siempre quedará abierto para proteger a la sociedad.