OpiniónMiércoles, 27 de marzo de 2024
¿Paradoja política?, por Patricio Krateil
Patricio Krateil
Comunicador

¿Qué tipo de gobierno es mejor? ¿Se puede llegar a determinar cuál es la estructura gubernamental más fructífera de la historia de la humanidad? ¿El gobierno más moral es siempre el más productivo o prospero?

Aristóteles concluyó que los problemas de los gobiernos no son en sí mismo sus estructuras gubernamentales, sino sus vicios. Es decir, en palabras suyas, una república, una monarquía y una aristocracia en sí mismas y bajo sus correctas funciones pueden alcanzar el éxito natural, pero una vez que se desvirtúan, se convierten en un virus que lleva a la decadencia. Para el filósofo griego, cada una de estas tres formas de gobierno (república, monarquía y aristocracia), cuando se ven expuestas al vicio y corrupción se vuelven demagogia democrática, tiranía y oligarquía respectivamente anteponiéndose no el bien y justicia, sino los fines e intereses individuales de sus gobernantes.

Precisamente, ayer conversando con un amigo que me mostró unos cometarios del filósofo socialista, Slavoj Zizek, en donde afirmaba que el tipo de gobierno más productivo y que mayor prosperidad ha generado era el libre mercado (o capitalismo) bajo gobiernos autoritarios. En otras palabras, el capitalismo impuesto en dictadura.

Al margen de las aproximaciones marxistas que tenga Zizek, es interesante como este reconoce que precisamente el capitalismo produce riqueza, pero, por otro lado, no deja de hacer hincapié en mostrar el autoritarismo que supone esta paradoja entre libertad económica y dictadura.

¿Cómo es posible que el mejor funcionamiento del mercado sea a raíz de gobiernos que han cercenado muchas libertades con el fin de hacer reformas macroeconómicas capitalistas?

Ahora si nos ponemos algo minuciosos si podemos ver grandes proyectos de crecimiento económico bajo fuertes reformas de economía liberal en países autoritarios. Los primeros que se me vienen a la cabeza son el caso emblemático de los Chicago Boys en Chile de la mano de Pinochet y el Fujishock de nuestro país en los 90.

Sin embargo, existen otros casos, posiblemente más fuertes, como el de Singapur que se llevó a cabo una masacre total del sistema de justicia imponiéndose un nuevo gobierno a punta de pistolas que dentro de sus primeras grandes reformas fue aplicar una apertura del comercio sin precedentes históricos para el sur asiático. Hoy en día Singapur se posiciona en los primeros puestos de libertad económica de organismos como Heritage Foundation o Fraser Instituite, y si bien, aun en muchas áreas sociales están muy arcaicos y retraídos, es innegable el liberalismo económico que dicho país respira que va de la mano del gran crecimiento de su economía.

Podríamos hablar incluso del caso chino, que cuando comenzó a utilizar el dedo para liberalizar ciertas áreas muy puntuales de su economía comenzó a tener el exito que hoy hace temblar a todo occidente. Recordemos también el caso de la Alemania Occidental, que luego de la 2.ª Guerra Mundial, no fue precisamente la democracia la que impuso las reformas pro mercado.

Con todo esto, solo trato de resaltar que, por un lado, es muy cierto lo que acuña Zizek. El capitalismo impuesto con pistolas, llega a ser sumamente fructífero. Pero, además, como también apuntó el eslavo, llega a ser una enorme paradoja y contradicción.

Ahora bien, con esta afirmación no trato 1. De esconder los enormes casos de crecimiento económico mediante el abrazo de la democracia (o Estado de derecho) con el liberalismo, como pueden ser países como Suiza, Dinamarca o el mismo, Estados Unidos. Y también, 2. De pretender justificar las enormes injusticias cometidas al violentar los debidos procesos judiciales en las dictaduras de derecha capitalista.

No obstante, mi punto central es que las contradicciones que marca alguien como Zizek podrían tener una lectura diferente tomando la línea argumentativa del propio Zizek respecto del amor y religión. Este recalca que, tanto en el amor como en la fe religiosa, la racionalidad para el “¿Por qué amas?”, y “¿Por qué crees?”, no existe. Incluso este sugiere que en el momento que sabes la respuesta es cuando realmente no amas ni crees, es en la imposibilidad de dar una respuesta cuando es que estamos sometidos al amor y la fe.

Precisamente, por esta misma razón, es que quizás el entendimiento social de que el mercado funcione no está en las tablas de Excel o en los libros, sino en la vivencia cotidiana, la cual en muchos casos por más antidemocrática que sean las decisiones para instaurar el marco capitalista, funciona, dado que la autoridad que nos somete a un determinado contexto termina siendo no paradójicamente, sino intuitivamente lógica para las personas que lo experimentan.

Por ello mismo, es que los defensores del libre mercado tenemos que trabajar cada día con más ímpetu para moldear las bases sociales del pensamiento para que dicho contexto llegue, pero no por órdenes militarizadas sino legislativas. La llamada batalla cultural funciona precisamente para mitigar posibles regímenes.

Para finalizar me quedo con una entrevista de Friedrich von Hayek, en donde se distanciaba de Freud criticando que su ímpetu por combatir nuestras represiones internas era un sinsentido, dado que en estas yace el autocontrol y que si bien no podemos explicar por qué es que se dan, podemos entender por tradición e historia que han sido necesarias.

Quizás, no es una contradicción el autoritarismo y el libre mercado, sino el síntoma de una sociedad que no supo divulgar ni explicar con simpleza aquello que resulta obviedad al vivirlo.

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