OpiniónMiércoles, 10 de abril de 2024
Jorge Glas: vidrio roto, por Ignacio Urquiaga

El gobierno mexicano, presidido por el mandatario Andrés Manuel López Obrador, ha roto relaciones diplomáticas con el gobierno ecuatoriano dirigido por Daniel Noboa. Esto después de la irrupción a la Embajada mexicana en Quito por parte de la policía ecuatoriana. El fin de esta intervención era detener a Jorge Glas, exvicepresidente ecuatoriano sentenciado por corrupción y que de forma astuta se asiló en la Embajada de México. A nivel internacional ha surgido la disyuntiva de si ha sido correcto o no el actuar de la policía ecuatoriana. En esta columna se buscará brindar algunos datos sobre Jorge Glas y para que el lector saque sus propias conclusiones.

El primer caso de corrupción en el que se vio involucrado Glas fue por aceptar sobornos a cambio de adjudicar obras públicas a la empresa Odebrecht. La condena fue expedida por el Poder Judicial a finales del 2017. El entonces vicepresidente aceptó 13 millones y medio de dólares, asimismo Odebrecht coimeó a otros políticos ecuatorianos de entonces. La persona que confirmó la corrupción dirigida a Glas fue nada menos que José Conceição Santos, jefe en ese entonces de la empresa Odebrecht en Ecuador.

Conceição afirmó que los pagos no se realizaban directamente a Glas, sino que su tío Ricardo Rivera actuaba como su testaferro. Asimismo, afirmó que se le entregaron 13.5 millones de dólares, cosa que después fue confirmada por la Corte. La sentencia en este caso fue de 6 años para Jorge Glas.

En 2020, en otro caso de soborno, Glas fue declarado culpable de aceptar dinero a cambio de la adjudicación de contratos públicos entre 2012 y 2016. Entre los casos de adjudicación de obras públicas llama la atención que muchas de estas se realizaron en el contexto de la reconstrucción de la provincia de Manabí, que fue severamente afectada por el terremoto del año 2016. En este caso, varios funcionarios recibieron aproximadamente 8 millones de dólares y dentro de los mismos se encuentra Rafael Correa, el divisivo expresidente ecuatoriano de aquel entonces. La condena para este nuevo caso fue de 8 años, tanto para Glas como para Correa. Según el exmandatario, hubo “motivaciones políticas” para realizar semejante barbaridad. Vale decir, además, que Correa está asilado en Bélgica. Parece que se ha vuelto un modus operandi del correísmo pedir asilo para evadir la justicia.

Entonces, Glas estuvo preso desde el año 2017 por condenas de asociación ilícita y cohecho agravado. Posteriormente, en noviembre del 2022, el juez Emerson Curipallo aceptó un recurso de habeas corpus por razones médicas y de seguridad y por tanto el exvicepresidente salió de prisión y se le otorgó libertad provisional.

En aquel momento del 2022, el Gobierno dijo que temía una posible fuga de Glas, sin embargo, su abogado de entonces, Edison Loayza, afirmó que su cliente no tenía intención de fugarse del país.

Lo sucedido en la última semana fue que la Corte Constitucional de Ecuador confirmó las sentencias previas de Glas alegando que los recursos de habeas corpus que presentó su abogado vulneraron el debido proceso, la seguridad jurídica, la naturaleza del habeas corpus y la competencia de funciones en el sistema judicial.

Es decir, el gobierno mexicano se encuentra avalando nuevamente a personajes que han cometido actos delictivos confirmados. Hace poco más de un año, fue a la familia del golpista Pedro Castillo y ahora a uno de los principales cabecillas del correísmo, sentenciado dos veces por recibir sobornos. Y pensar que todos estos personajes son los que se jactan de “defender los intereses del pueblo”.

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