OpiniónJueves, 11 de abril de 2024
Perú rico, Perú pobre, por María Ximena Rondón
María Ximena Rondón
Periodista de El Reporte

Navegando por el mar del Internet, me topé con un artículo cuyo titular me llamó la atención: “¿Cuál es el distrito más rico del Perú?: supera a San Isidro, Miraflores y La Molina”.

Las palabras que captaron mi interés fueron aquellas referentes a que ese lugar supera a los que se consideran los distritos limeños más ricos. Una frase sin duda tendenciosa y provocativa. Además, teniendo en cuenta que ese periódico tiene una tendencia izquierdista, ya sabía las intenciones detrás.

El distrito en cuestión, del cual ignoraba su existencia, pero “sólo sé que nada sé”; es San Marcos y está ubicado en la provincia de Huari, en Ancash. Su próspero título le fue concedido por la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (Comex). El motivo de la riqueza de sus más de 5 mil habitantes es el canon minero. Aunque paradójicamente, San Marcos se enfrenta a problemas como desnutrición infantil, calles sin pavimentar y falta de alcantarillado. Todo ello debido a una mala administración del dinero. Es todo un ejemplo de un Perú rico, pero a la vez pobre o del mendigo sentado en el banco de oro.

Las precariedades de San Marcos, sin duda son una pena, pero también dan qué pensar sobre la posibilidad de que todos los distritos del país sean prósperos. O la de tener ciudades grandes, que sean económicamente y socialmente sólidas que incluso superen a la capital.

Recuerdo aquellos tiempos cuando viví en el sur de Brasil, en el estado Río Grande do Sul, y me sorprendió el tamaño y la riqueza de la ciudad. Siendo molinense, jamás había visto estructuras y viviendas semejantes. Sus habitantes me decían con orgullo que el sur era la zona más rica del país y la más sólida a nivel empresarial superando a la capital Brasilia y a ciudades como Río de Janeiro o São Paulo. De hecho, me sorprendió y me alegró (aunque sé que el querido Brasil también tiene sus problemas) que un país fuera más descentralizado y que tuviera varias ciudades prósperas y “sólidas”, las cuales contribuyen al bienestar nacional.

Al regresar a Perú, no pude evitar cuestionarme (y también lo hice al leer el mencionado artículo) la razón por la que no tenemos ese nivel de prosperidad. Incluso, pienso que sería excelente que existieran distritos en las distintas provincias que superen a los de la capital y no en el sentido del “Perú profundo es mejor que todos”, sino en un genuino deseo de bienestar y de que el país se desarrolle y alcance esa grandeza que está dormida en su interior.

El problema es, lamentablemente, la mentalidad mediocre y acomplejada. Por esa mediocridad administrativa, San Marcos no es tan próspero como debería serlo. Y por esa mediocridad, que está enraizada en los gobiernos regionales (cuya administración es pésima y mediocre), el avanzar más allá es una posibilidad y no un objetivo. Cuando visité Yurimaguas, Moyobamba, Huancané y Sandia a mediados del año pasado, noté que la situación es tan penosa, que algunos lugares parecen atrapados en la edad de piedra. En Yurimaguas no vi una posta o una escuela decente. Ni qué decir de las comunidades y etnias a las que se tardan días en llegar debido a la falta de una infraestructura adecuada.

Otra cosa que es motivo de lamento, es que los locales no piensan más allá de lo que conocen. Quizás porque, en el terreno de la especulación responsable, alguien en la cúpula prefiera mantenerlos ignorantes para controlarlos. Si fuera cierto, su falta de patriotismo es deplorable. Y su egoísmo, indignante.

¿Por qué no podemos ser un país rico? ¿Hasta cuándo seguiremos así? Incluso hacerse estas preguntas es algo angustiante porque uno comprende que está en una realidad estancada y mediocre. En lugar de tener una mentalidad acomplejada que busca enfrentar el “Perú Profundo” con Lima, debería existir una mentalidad que priorice el desarrollo económico, social y hasta mental de su gente e incorporar toda la riqueza cultural. Incluso, el propio titular del artículo en cuestión me parece mediocre, pues sólo se centra en la comparación entre distritos limeños y de provincia, cuando debería cuestionar la mala administración de los recursos en el “distrito más rico del mundo”.

¿Hasta cuándo el Perú seguirá durmiendo sobre su cama de oro?

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