OpiniónViernes, 12 de abril de 2024
El Espíritu del Totalitarismo, por Juan Carlos Lynch
Juan Carlos Lynch
Comunicador y redactor

Eric Voegelin fue un filósofo político estadounidense del siglo XX, conocido por su análisis profundo de la política y la historia. Dedicó parte de su investigación a responder sobre las cuestiones constitutivas del totalitarismo como masa y a la comprensión de las ideologías como el nazismo y comunismo.

Interesante que el autor encontrará una analogía entre religión y política, comprendiendo que la naturaleza de la sociedad humana busca algún tipo de orden y significado. Por lo tanto, estas dos dimensiones son inseparables para Voegelin.

Las “religiones políticas”, ideologías que representan una forma moderna de religión-secular, encuentran su asidero en el espíritu de las masas gnósticas. Como ejemplo podemos encontrar a movimientos como el progresismo, marxismo, psicoanálisis, comunismo, fascismo y nacional-socialismo. Las "masas gnósticas" son grupos de personas que están alienadas de la realidad política y social, y buscan soluciones radicales para transformar el mundo de acuerdo con sus visiones ideológicas utópicas. Estas formas suelen ser totalizadoras y contienen el efecto de rechazo hacia cualquier autoridad o tradición que no comparta su percepción del mundo.

Esta pretensión gnóstica de conocimiento específico sobre la condición existencial del hombre (origen y destino humano) caracteriza el espíritu del totalitarismo; es similar a la concepción religiosa que se ocupa de cuestiones trascendentes a las que solo ellos pueden darle respuesta. Voegelin encuentra, además, que los rasgos religiosos como el culto, purgas, rituales se orientan a un pensamiento totalizante. Y esta esencia se asemeja a las masas ideológicas: pensamiento sectario. Una sola razón y justificación.

La corrupción de estas masas, advierte Voegelin, encuentra su génesis en la politización de la religión y la sacralización de la política. Cuando la esfera política usurpa el papel de la religión en la sociedad, en su búsqueda por la trascendencia humana, puede llevar a la distorsión de la realidad. Aquí nace la manipulación, la extorsión y la tiranía sobre el individuo.

Finalmente, el carácter de estas masas ideológicas, que presupone una jerarquía social, ha eliminado el carácter individualista y la búsqueda y reflexión de carácter personal. ¿Qué sucede cuando arrebatas la libertad de una persona? La deshumanizas. El sujeto pierde su dignidad y el humano deja de tener valor, para tener solo precio (cosificación). Los regímenes totalitarios trataban a los individuos como meros instrumentos para alcanzar objetivos políticos y sociales, sacrificando las vidas humanas en aras de una visión ideológica abstracta.

Estas comunidades políticas absorben al individuo y al desestimar su legitimidad, moral y esencia, sugieren entonces que la violencia sea el mecanismo de control. Para Voegelin “la proporción entre los medios que uno usa y los fines que uno quiere alcanzar, estará determinada por los conocimientos del fin”. Si el hombre no es un fin en sí mismo, es un medio para algo.

Edith Eger, psiquiatra y sobreviviente del holocausto, luego de décadas desde su experiencia como prisionera en Auschwitz, regresó para sanar su espíritu y liberarse de las repercusiones del mal. Al llegar al lugar, temblando y recordando, al ver el cielo gris y la tierra, Eger comprende que la historia de ese lugar será recordado como el cementerio más grande del mundo. Más de un millón de muertos. Y, ni una sola lápida. No hay tumbas. Deshumanización. Los pasivos de los regímenes del totalitarismo.

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