En las últimas semanas el debate por la Ley de Terrorismo Urbano se viene dando en diversos espacios. También se han expresado quienes tienen los ya conocidos conceptos “políticamente correctos” (que son incorrectos), que esconden la pretensión de relativizar a las fuerzas de seguridad. Sus dichos “suenan bonitos”, pero son inexactos y hasta tendenciosos.
El 20 de abril último, el analista Nicolás Zevallos Trigoso del Instituto de Criminología publicó en el diario El Comercio un artículo de título “Contra el terror, inteligencia”. Nos llamó la atención algunos párrafos que pasamos a comentar. Por ejemplo, dice: “Las salidas rápidas y fáciles no siempre llevan por buen camino, menos aún cuando son instrumentalizadas por la demagogia. Aplicar un concepto como el de terrorismo debido al terror que genera el crimen organizado es, aunque comprensible, discutible”. Aquí el autor reconoce que los actos criminales generan terror, pero cree que llamarlo por su nombre es “discutible”.
Expresa además: “También es debatible esperar que los cuerpos de seguridad que lucharon eficientemente contra las organizaciones terroristas giren su mirada a otro tipo de actor, aun cuando este resulte tan violento como lo viene siendo”. Sin embargo, aquí le podemos confirmar al analista que muchos de los excelentes oficiales que hoy son altos mandos, mandos medios, estratégicos y tácticos, en todas las áreas de inteligencia e investigación contra las diversas formas criminales, provienen de las canteras del GEIN y los “Deltas” de la Dircote y de los “Geines” de la Dirandro. La experiencia que obtuvieron fue de mucha utilidad para aprender a combatir otro tipo de organizaciones criminales, como hoy.
Otra flagrante equivocación del señor Zevallos es cuando dice: “Pero eso parte por entender que el actor aquí es una organización y una banda criminal, y no una estructura con otros fines políticos o religiosos”. Sin embargo, el crimen transnacional que hoy azota el Perú, entre ellos “el tren de Aragua”, “El Comando Vermelho”, “El primer comando capital o PCC”, así como las bandas criminales en Ecuador, trabajan en el marco de una “ideología criminal”, con estructura orgánica debidamente compartimentada, con sistema de dirección, con estrategias, y lo más terrible, con “objetivos políticos” definidos. ¿Acaso no ha visto el analista Zevallos desde el año pasado en Ecuador el asesinato de un candidato presidencial y de varios alcaldes en el Ecuador, y que hoy son ya 242 amenazas de muerte a diversos alcaldes en el Perú?
Los objetivos políticos de los criminales deben ser tomados en serio. Ellos necesitan tener el control político en el mediano plazo para poder redirigir la voluntad y decisión política de combatirlos, en acciones de “concertación”, “acuerdos”, “tratos”, “mesas de trabajo”, como sucedió en El Salvador, sucede hoy en México, se pretende aplicar en Ecuador y pronto en Perú, y con eso controlar estos territorios. Es irresponsable tratar que prevalezca lo “políticamente correcto” para la platea “progre”, antes que enfrentar la realidad con las armas de la Ley en defensa de los derechos a la vida de todos los peruanos.
No olvide señor Zevallos que desde que Sendero Luminoso y el MRTA le declararon la guerra al Estado peruano en 1980 y 1984, el Estado tardó años en comprender que eran necesarias acciones legales firmes. La creación del GEIN en el gobierno del ex presidente Alan García Pérez el 5 de marzo de 1990 y las estrategias del gobierno del expresidente Alberto Fujimori, demostraron que hubo voluntad y decisión políticas para enfrentar con firmeza el fenómeno terrorista. Lo mismo debe pasar ahora, voluntad y decisión política enérgica y estratégica. ¡Vamos por la Ley contra el Terrorismo Urbano! ¡Sí se puede!