Los centennials debemos ser la generación que mejor ha vivido en la historia del Perú. Lo cierto es que la estabilidad económica en la que hemos tenido la dicha de crecer no surgió de la nada, no cayó del cielo ni fue una “casualidad del destino”. El privilegiado contexto en el que hemos nacido se logró gracias a toda una generación anterior que se sacrificó por nosotros. Una generación que creció con limitaciones de todo tipo, comenzando por las necesidades más básicas: acceso al agua, luz, comida y seguridad. Aparte de la crisis económica a finales de los ochenta, el terrorismo asoló a nuestros padres y abuelos, y si bien en los noventa se redujo drásticamente después de la captura de Abimael Guzmán, el grupo MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) aún siguió haciendo de las suyas.
Es así, como el 17 de diciembre de 1996 cuando se celebraba el cumpleaños del embajador de Japón, Akihito, los emerretistas ingresaron a la residencia del embajador y secuestraron a todos los asistentes. Entre ellos se encontraba el canciller Francisco Tudela, el almirante Luis Giampietri, el magistrado Carlos Giusti, entre otros asistentes ilustres. El escenario era dantesco, 72 personas se encontraban secuestradas por lo que quedaba del MRTA.
Posteriormente, se realizaron distintas conversaciones e intentos de negociación con los emerretistas para liberar a los rehenes. A través de Michael Minning, delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja, se intentó mediar un acuerdo, que permitiera liberar a los rehenes sin hacer un operativo militar. Los intentos por negociar fueron tales que el presidente Fujimori viajó a Cuba para conversar con Fidel Castro y que este les enviara una carta a los emerretistas invitándolos a asilarse en el país caribeño. Pese a la emoción inicial que les causó dicho mensaje a los terroristas, terminaron rechazando la propuesta del mandatario cubano.
Las opciones se acabaron, en paralelo el presidente Fujimori organizó un grupo selecto de comandos de las Fuerzas Armadas. Estos idearon un operativo militar para salvar a los rehenes: El operativo Chavín de Huántar. A través de micrófonos que se fueron introduciendo en la residencia, el almirante Giampietri iba dando información sobre las posiciones de los terroristas a lo largo del día. Fue así, como se decidió realizar la operación cuando los emerretistas jugaran fútbol en el primer piso, mientras que los rehenes se encontraban en el segundo.
Se realizaron túneles y se colocaron dinamitas en el subsuelo del lugar donde los terroristas jugaban, se pusieron explosivos en seis accesos en total. Fue así, como el día 22 abril de 1997 se llevó a cabo el operativo de forma exitosa, liberando a 71 rehenes. Fallecieron los comandantes Juan Valer y Raúl Jiménez, así como también el magistrado Carlos Giusti.
Lamentablemente con el paso de los años se han ido creando mitos sin sustento en relación con este exitoso operativo. Como la creación del supuesto grupo llamado “los gallinazos”, que habrían sido miembros del Comando Chavín de Huántar ordenados por Vladimiro Montesinos para que asesinen a terroristas que se hayan rendido. Esto fue denunciado por Gloria Cano, responsable del área legal de la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh). Lo cierto es que no hay ninguna evidencia de que ningún terrorista se haya rendido ni mucho menos que Vladimiro Montesinos haya ordenado tal cosa a ciertos comandos. Difamación pura y dura de quienes dicen defender los derechos humanos.
La relativización del éxito de esta operación ha ido en aumento proporcional a la relativización de la historia y el supuesto “perdón” que muchos autoproclamados defensores de los derechos humanos piden para los terroristas. Hoy, a los jóvenes ya no nos toca la lucha armada, hoy la lucha es en el campo académico y político. Nos toca escribir la historia tal como fue y no permitir que falsos profetas pretendan vendernos la idea de una supuesta “reconciliación” con aquellos que causaron miedo, muertes e inestabilidad en el Perú.
Por eso desde esta humilde columna les digo a los comandos y a todos aquellos que participaron en la lucha contra el terrorismo: Mientras haya jóvenes que recuerden su heroísmo, la historia no los olvidará. Mientras sigamos acá los jóvenes que vivimos agradecidos con ustedes, ningún organismo internacional podrá manchar su honor y el gran legado que dejaron. Gracias comandos Chavín de Huántar por sacrificarse por el Perú y por las nuevas generaciones que hemos crecido en un país en paz.