La madrugada del pasado sábado, tres carabineros fueron emboscados en la Región de Biobío, en el centro-sur de Chile. Los tres fallecieron. Una acción premeditada, adrede, alevosa. Una ejecución violenta; un acto macabro.
Emerge, con noticias similares, un sentido universal de justicia. Un reclamo airado por la injusticia de la que todos hemos sido testigos. El sentir colectivo de la ciudadanía en relación a los actos morales o inmorales que suceden en la polis (ciudad-estado) dibujan o, en su defecto, resquebrajan la máxima de orden (cosmos). Pues, sin orden no es posible la convivencia y la aspiración por alcanzar una vida buena.
El desafío es que, para la sucesión de la realización plena de la humanidad, cada individuo debe de hacer suyo el rol del ejercicio de las virtudes éticas (conducta moral) y dianoéticas (sabiduría y razón). Es el individuo, generando un colectivo, que sostiene la posibilidad de una comunidad política-social. Y, el Estado, quien fomente la virtud.
Aquí sucede la justicia como algo aspiracional, como debe de ser. Pero un acto inmoral pone en cuestión al individuo, su naturaleza y al aparato estatal. ¿Qué significa el acto de matar en la polis?
Ética, moral y justicia
Se conoce como ética al orden de conducta recta socialmente establecida. Se diferencia de la moral en que ésta se refiere a los hombres de manera individual: el imperativo ético es social (forma de vida en la comunidad), en tanto el moral es individual, personal. Entonces, no basta con la norma ética, sino que reposa en la moral de la persona para que esa potencia se convierta en acto (realidad).
Un acto inmoral, como el asesinato, irrumpe drásticamente en la consecución de un buen vivir en comunidad. Se cataloga como injusto, porque va en contra del derecho más fundamental del individuo: su vida. Sin ella, no hay persona. Sin ella, cabe solo la injusticia (deseo de justicia).
Reparar una injusticia como el arrebatar una vida, imposibilita en el actuar una acción sustitutoria: nada puede suplantar una vida. La vida es un bien supremo, no sólo un derecho, sino un hecho. La búsqueda de justicia, en este caso, es una añoranza de encontrar un equilibrio. La gravedad es tal, que el mismo castigo es insuficiente, pero necesario. Necesario para restablecer el orden (cosmos) de la comunidad-estado. Aleccionador. De testimonio. Donde se ratifica el mandato “no matarás”.
¿Se puede confiar en el hombre?
Thomas Hobbes, filósofo inglés, en su famosa obra “Leviatán”, describe el “estado naturaleza” como un imaginario donde los hombres viven sin un gobierno y donde predominan las guerras, los actos inmorales, brutalidad, degradación humana. Caos y violencia. Para Hobbes el hombre es egoísta por naturaleza y requiere, necesariamente, de un estado-gobierno que propugne orden: El Leviatán. En este punto, estoy con Hobbes.
¿Podemos ser libres?, ¿Sabemos serlo?, ¿Más estado o menos estado?, ¿Cómo evitamos más muerte entre humanos?, ¿Podemos vivir en justicia?