OpiniónLunes, 6 de mayo de 2024
Dolor de Frontera, por José Luis Gil
José Luis Gil
Analista político y ex GEIN

El programa dominical de Contracorriente de Willax TV hizo una grave denuncia relacionada a la presencia de disidentes de las FARC en la frontera natural peruano-colombiana formada por el río Putumayo. Los alcaldes de los distritos de esta región fronteriza han expresado su preocupación por la grave situación en ese lugar, quienes cuestionan la ausencia del Estado en casi todos los campos. El trabajo de inteligencia realizado por las fuerzas del orden del Perú pone sobre el tapete, nuevamente, las nulas políticas de fronteras que afectan a la población rural, que en muchos casos hasta se ven obligándolos a abandonar su territorio.

En análisis exhaustivo del periodista Jose Luis Leyva da cuenta de este atentado contra nuestra soberanía evidenciada con fotografías de inteligencia, a sujetos armados pertenecientes a las FARC que transitan por nuestro territorio sin ningún control, en una clara señal que tienen dominio de la zona y que están en un área de confort para realizar sus actividades criminales. Grave también el hecho que dicho informe revele que se están realizando asesinatos a pobladores de la zona que son registrados por la propia organización terrorista para amedrentar a quienes se atrevan a denunciarlos. Su avance es sumamente peligroso.

En nuestra experiencia en esta zona en el 2006, pudimos constatar desde aquella fecha, que las FARC generaban migración ilegal, tráfico de armas y de drogas, obligaba a la población a sembrar hoja de coca, promovía la “doble identidad”, distorsionaba el uso de la moneda (imponían el dólar en la zona), aplicaban sicariato y también desplazaban columnas terroristas por el río Putumayo y en los pueblos aledaños. El control del río Putumayo, incluso del río Napo hasta el que llegaban, les permitía el control de casi toda la zona para facilitar el tráfico de drogas. Por lo visto en el reportaje del valeroso joven periodista Leyva, las cosas no han cambiado nada en esa zona.

Uno de los hechos más dramáticos que pudimos constatar fue la deserción escolar. Las investigaciones que se realizaron arrojaron como resultado que esta tendencia estaba motivada por la ausencia de los padres de los menores, en muchos casos jóvenes, que cruzaban el Putumayo para las “campañas” de “raspado de hoja” y nunca regresaron. No dudamos que hoy pudiera estar pasando lo mismo.

Una mirada más estratégica a una zona tan importante como la frontera peruano-colombiana, llevando más presencia Estado, podría ayudar al verdadero desarrollo de la zona cuyas riquezas y potencialidades se desperdician por falta de organización y la notoria ausencia de las fuerzas del orden. Esto último no es por desinterés de las FFAA o la PNP, sino porque su capacidad para desplazar y emplazar grandes contingentes a la zona es reducida. Esperamos que el gobierno tome cartas en el asunto y prontamente provea de recursos para tomar el control de la zona. Sí se puede.

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