OpiniónMiércoles, 8 de mayo de 2024
Pilares de la sanidad: Técnicos en enfermería, por Jorge Palomino
Jorge Palomino
Médico Cirujano

Mi vinculación con el Hospital Quillabamba es profunda y personal. No solo porque allí nací, sino también porque, años después, tuve el honor de realizar mi internado médico en ese mismo lugar. Durante ese periodo, tuve el privilegio de aprender y trabajar junto a técnicos en enfermería cuya experiencia se remontaba a tiempos donde los médicos eran una rareza en la región.

Esos técnicos en enfermería, con décadas de servicio, personificaban una época diferente en la medicina. Eran tiempos de recursos limitados y de una infraestructura sanitaria que dejaba mucho qué desear. A pesar de estas dificultades, los técnicos jugaban un papel crucial, no solo en la atención al paciente sino en mantener el sistema en funcionamiento. Su conocimiento práctico, forjado en el día a día frente a adversidades constantes, los convirtió en verdaderos pilares del hospital.

Este grupo de profesionales no solo me enseñó las habilidades técnicas necesarias para la medicina, sino también lecciones de resiliencia y empatía. Aprendí de ellos que el cuidado de la salud va más allá de los tratamientos y medicamentos; es sobre conectar humanamente con los pacientes, sobre escucharlos y entender sus necesidades en los momentos más vulnerables.

Inspirado por estos maestros del cuidado, decidí llevar adelante su legado en mi práctica diaria y en mi rol como docente para futuros técnicos en enfermería. Mi madre Marina, también técnico en enfermería y parte de este admirable grupo, fue quien inicialmente me mostró la belleza y la dignidad de esta profesión. Gracias a su ejemplo y sacrificio, pude educarme y perseguir mi sueño de convertirme en médico.

Con cada clase que doy, recalco la importancia de la dignidad, el estudio constante y el amor por el servicio que debe caracterizar a un técnico en enfermería. Les enseño a mis estudiantes que deben hacerse respetar, que deben ser incansables en su búsqueda de conocimiento y que deben cuidar a sus pacientes con todo el amor y dedicación posibles.

El homenaje a estos profesionales no debe ser solo anecdótico ni confinado a un día en el calendario. Debe ser una valoración continua y una inversión en su formación y bienestar. Debemos luchar porque se les reconozca como los profesionales esenciales que son, garantizando condiciones laborales justas y oportunidades de desarrollo.

Por todo esto y más, celebro a los técnicos en enfermería de ayer y de hoy. Su labor, a menudo invisible pero siempre indispensable, no solo sostiene el sistema de salud, sino que también eleva el estándar de humanidad en nuestra atención médica. A ellos, mi respeto y mi gratitud eterna.

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