OpiniónJueves, 9 de mayo de 2024
El flashback de las torres, por María Ximena Rondón 
María Ximena Rondón
Periodista de El Reporte

En poco más de un mes, se han perpetrado atentados en la región de Pataz, que resultaron en tres torres derrumbadas, aparte de las otras siete que se dinamitaron en febrero de este año.


La caída de estas torres nos transportan en un flashback a aquellos tiempos en los que resonaban en los parlantes la canción “Las Torres”, del grupo “Nosequien y los Nosecuantos”: “¡Son una torre derrumbada!”.

Con todos los problemas de inseguridad que están ocurriendo en La Libertad, este grupo ya tiene material para hacer una nueva versión de esa canción, pues algunos medios de comunicación califican de “terroristas” a quienes están perpetrando estos ataques, aunque no se sabe realmente si solo son mineros ilegales, mafias peruano-extranjeras o, entrando en el terreno de la conspiración responsable, algún nuevo grupo desconocido de terroristas o un remanente de Sendero Luminoso y el MRTA que tiene ganas de ver el mundo arder. O quizás la paranoia de la narrativa caviar y de izquierda sobre el “terruqueo” (como si de Voldemort se tratara) impida otorgarle el nombre a lo que sucede.

Dejando de lado la pregunta del quién o quiénes son los atacantes, no se puede evitar comparar el alto índice de criminalidad con aquellos tiempos ochenteros y noventeros, donde la población vivía aterrorizada.

Actualmente, en La Libertad, que se ha convertido prácticamente en tierra de nadie, los civiles e incluso las autoridades viven envueltos en un miedo permanente, pese a que el gobierno ha declarado un estado de emergencia, el cual lleva más de dos meses y no se sabe si se extenderá. La efectividad de esta medida ha sido cuestionada al punto que costó la renuncia del anterior ministro del Interior, Víctor Torres, quien además tuvo que acudir al Congreso para responder a una moción de interpelación.

Lamentablemente, pese a la salida de Torres y al despliegue de las fuerzas del Ejército y la Policía Nacional en la zona, los ataques aún no se detienen.

Esta semana, las autoridades de La Libertad reportaron que unos 150 colegios habían sido víctimas de la extorsión, de los cuales 27 han sido atacados con bombas.

Aunque las Fuerzas Armadas encuentran, capturan y reducen a criminales, siguen apareciendo más. Como si se tratara de una plaga.

Todo ellos nos lleva a preguntarnos si el Estado debe aplicar medidas más severas y si tiene los recursos necesarios para hacerlo. Pero si tenemos un gobierno que no invierte o promueve la creación de infraestructura militar, las opciones se reducen. Por ejemplo, la Fuerza Aérea cuenta con aviones que tienen más de 30 años de antigüedad.

Otra de las trabas para tomar nuevas medidas son los glorificados y exaltados derechos humanos y una justicia turbia, pues en este país se tiene una mayor consideración a los derechos de los delincuentes (y terroristas) que de quienes cumplen con su deber de combatirlos.

Estas dificultades hacen difícil resolver este panorama en La Libertad, provincia que está a punto de perder figurativamente lo que significa su nombre. Solo esperemos que este flashback hacia las torres derrumbadas no se extienda hasta otro tipo de atentados más graves, como el de Tarata.

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