La realidad y la verdad deberían estar siempre del mismo lado. Lo que percibimos como cierto debería yacer en la verdad. Lamentablemente, la percepción de la realidad puede tergiversar el sentido de la verdad e implantar una mentira tan popular que es asumida como cierta. Mucho sabe los caviares de esta estrategia.
Zoraida Ávalos ha vuelto a la fiscalía con armados, bombos y platillos. Se olvida el ministerio público que son un órgano de estructura vertical y que hasta hace, a penas, unos días, la Fiscal de la Nación, si bien en calidad de suspendida, era Patricia Benavides. Celebrar la inconstitucional vuelta de una fiscal suprema, pero mantener un silencio estruendoso y cómplice por la destitución de otra dice mucho sobre la politización del Ministerio Público.
Cómplices son también la mayoría de medios de comunicación, perseguidores de ambulancias que prefieren ver el país en llamas con tal de recuperar un punto de rating. Caviar tras caviar se ha apersonado a los medios de comunicación para celebrar este enroque en la fiscalía como si fuera una victoria para la democracia.
No ha sido para ellos un trabajo difícil, sino que son años de atribuirse la verdad en nombre de la superioridad moral que los caracteriza por derecho divino de la autopercepción. Quien domina la comunicación, controla el mensaje.
El congreso es el “enemigo público número uno” ha sido la primera mentira que han logrado convertir en realidad. Media docena de caviares fueron elegidos por voto popular. Ya desde el inicio no contaban estos bribones con presencia en el primer poder del Estado. Luego, el prófugo Vladímir Cerrón le dijo “ubícate, mamita” a la caviar Verónika Mendoza, quien le dio el apoyo avant segunda vuelta por su perfumada memoria y dignidad. Perdieron poder y buscaron patear el tablero porque esperaban hacerse de la avenida Larco y no les dieron ni un ferrocarril.
Una vez que instauras esa falsa verdad, con el apoyo de los medios, operadores políticos que fungen de periodistas y con algunas torpezas parlamentarias, es fácil tildar de villano a quien no quiera ver arder el parlamento.
Pero la mentira tiene que emitirse con un eco eterno. Es una guerra sin cuartel. Y si suficientes personas logran cantar el coro al unísono, vendrán los borregos de tercer nivel a querer subirse al carro de la corrección política cuando ya tiene el óleo y sacramento de esos autopercibidos superhéroes de la democracia. Quienes tampoco son respaldados por la mayoría. Aparentan tener un cimiento sólido cuando en realidad sufren de la profundidad de un castillo de naipes.
La mayoría prefiere la comodidad del silencio y la indiferencia. Hay una frase apócrifa, justa pero equivocadamente atribuida al florentino Dante Alighieri. “Los lugares más recónditos del infierno están reservados para aquellas personas que se mantiene neutrales en tiempos de crisis moral”. No vale esperar a que sea tarde para sumarse al lado incorrecto de la historia.