OpiniónDomingo, 26 de mayo de 2024
La Preferida de San Antonio: un ícono culinario, por Alfredo Gildemeister

A mediados de 1966, un joven ingeniero mecánico croata de nombre Marko, llegaba al Perú proveniente de la lejana Croacia, su tierra natal, que en aquellos años formaba parte de la denominada Yugoslavia. Marco había decidido emigrar al Perú en busca de nuevos horizontes y mejores perspectivas que en su amada Croacia. Es así como Marko encontró trabajo en la reconocida empresa minera, Southern Perú, en Cerro de Pasco. La altura y el frío obviamente no le sentaron bien en un comienzo. Sin embargo, Marco aguantó bien el clima y el frío, pero con la comida la cosa fue muy diferente. Acostumbrado a los excelentes jamones de su tierra natal, mejores vinos y comida del mar, Marko enfermó del estómago, razón por la cual, el médico le recomendó que regresara a Lima, púes de seguir en las alturas de la mina, su salud podría seguirse resquebrajando. El destino y la providencia divina tienen su propia lógica. Fue así como ya en Lima, se reúne con su hermano en la bodega y bar que éste regentaba en Lince. Esta bodega se llamaba "El Conquistador” y allí aprendió el negocio del manejo de una bodega y cómo atender a los clientes, pero especialmente, a preparar los jamones que tanto había comido en su amada Croacia y que, inclusive, recordaba haber visto preparar a su madre. Marko aprendió mucho en aquella bodega, incluyendo a hablar bien el español, a preparar buenos tragos y algunos bocadillos, dicho sea de paso.

Ya por 1968, Marko conoce la bodega “La Preferida” en la urbanización San Antonio en Miraflores, una bodega de abarrotes como varias que ya existían en San Antonio, cuyo propietario era un chino. Ya por aquellos años existían varias bodegas de chinos en Lima. La Preferida había sido abierta –por no decir fundada- en 1956. En 1968 Marko y su hermano compran la bodega y comienzan a darle un toque más personal con una atención muy personalizada hacia los clientes. Así mismo, con la ayuda de algunos colaboradores como su amigo cuya chapa era “bigote”, remodelan la bodega. Se vendían dulces, licores importados y hasta juguetes. Pero el valor adicional que empezó a tener La Preferida fue que también ofrecía comidas. Los clientes consumían, ahí parados ante el mostrador de la bodega, los ricos jamones, sánguches, mariscos, cebichitos, conchitas y bocaditos que el mismo Marko preparaba. Algunos platillos los preparaba inclusive en presencia de los clientes, cosa que a estos les encantaba.

Con los años, La Preferida se fue convirtiendo de una bodega de barrio, a un restaurante con cada vez mayor prestigio. Dicen que las bodegas son el alma de los barrios. Efectivamente, durante los años setenta, La Preferida se volvió el alma del barrio de San Antonio, fama que conserva hasta el día de hoy. La Preferida fue y es hoy, el punto diario de reunión de amigos, familias, vecinos ancestrales de San Antonio e, inclusive, compañeros exalumnos del colegio Carmelitas de todas las edades -mi colegio, dicho sea de paso-, especialmente a la hora del desayuno y del almuerzo. Ya en la tarde se cierra el local para prepararse para el día siguiente, con otras ricas viandas para los clientes del barrio y de otros barrios que ya comienzan a visitar La Preferida, quedándose enamorados de sus comidas.

Durante los años ochenta, Marko, al que los clientes ya denominaban como “el gringo”, le compra su participación en el negocio a su hermano, convirtiéndose en el único propietario de La Preferida. Aquí comienza la época de afianzamiento y consolidación de la buena fama de La Preferida. Ya es un restaurant con una atención y encanto muy particular. De bodega ya no tiene nada. La Preferida se ha convertido en un conocido restaurante -hasta Gastón Acurio lo ha visitado en diversas ocasiones, publicitándolo en su conocido programa de TV- en la cual la clientela puede sentarse a comer y conversar en cómodas mesitas al interior del local o también comer “al paso”, de pie, los tentadores platillos que ofrece al cliente, y seguir su camino. Ya entonces son famosos el sánguche de pierna de jamón -hoy jamón glaseado- el sánguche de jamón del país, de chicharrón, entre otros, así como los ceviches, conchitas, lechón, pejerreyes, conchas y choros a la Chalaca, etc. Marko disfrutaba viendo las caras y gestos de placer y gozo de los clientes ante su comida. El logo del restaurante lo retrata a Marko, en la puerta de su restaurante, invitando a ingresar a todos los que pasan por allí. El encanto y cálido ambiente de su restaurante es muy especial, alcanzando la fama de lugares emblemáticos de nuestra Lima como El Cordano o El Queirolo, por solo mencionar algunos.

Cabe mencionar que La Preferida se encuentra ubicada estratégicamente, en una punta en el cruce de las calles Ramón Ribeyro, Arias Araguéz y Manuel Miotta, ubicación que atrae a cuantas personas pasan por ese importante cruce de calles. Lamentablemente en estos días, a la Municipalidad de Miraflores (MM) se le ha ocurrido una “genialidad”: construir delante de mismísima puerta de La Preferida, una especie de plazoleta, precisamente en el lugar en donde los clientes de ésta, estacionan sus vehículos, sin obstaculizar el tráfico de las referidas calles. Adicionalmente, se han eliminado sin sentido alguno, un carril en la calle Ramón Ribeyro y otro carril en la calle Arias Araguéz, con lo cual la congestión del tráfico que va desde la Avenida 28 de Julio hasta la avenida Benavides, será terrible. A ello debe agregarse que los clientes de La Preferida, fieles a su restaurante de más de seis décadas, igual asisten a comer, estacionando sus vehículos en uno de los dos carriles que quedan, de las calles Ramón Ribeyro y Arias Araguéz, con lo cual, sólo quedará un carril en cada calle, cosa que obviamente originará una congestión espantosa. De tres carriles existentes, solo quedará prácticamente uno nada más en cada calle. ¡Genial MM! Los vecinos de la zona, así como los clientes de La Preferida, no entienden hasta hoy, a qué “genio” de la MM, se le ha “ocurrido” y ha autorizado semejante mamarracho de “obra”, perjudicando a los vecinos y al reconocido restaurante. ¿Gastar el presupuesto del año a como dé lugar? ¿Demostrar que se está “trabajando” por el distrito? ¿Fastidiar a La Preferida y a los vecinos? Esto último podría ser. A las autoridades peruanas -en especial las alcaldías- les encanta destruir lo nuestro para construir sus “obras” emblemáticas (monumentos huachafos, congestionar calles y avenidas eliminando carriles o colocando semáforos a granel sin lógica alguna, etc.), para así pasar a la posteridad. Ejemplos sobran. Pues téngalo por seguro la Municipalidad de Miraflores, que su alcalde será recordado por esta “maravillosa” y desastrosa “obra” que está perjudicando a un prestigioso restaurante emblemático de Lima como lo es La Preferida, a los vecinos de la zona y, especialmente, a los conductores que a horas punta, circulen por Ramón Ribeyro y Arias Araguéz. Les aseguro que el señor alcalde será muy bien recordado durante los atascos diarios que se originen, minuto a minuto.

En todo caso, no olvidemos que los alcaldes pasan, pero un restaurante como La Preferida, permanecerá por muchas décadas más, para felicidad de nuestros hijos, nietos y de todo nuestro querido barrio de San Antonio, como un ícono culinario, aportando su prestigio y grandeza culinaria a todo el Perú.

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