OpiniónJueves, 30 de mayo de 2024
La guerra cultural mundial, por Alberto López Núñez*
Alberto López Núñez
Politólogo y columnista de El Diario El Nacional de Venezuela

En el pasado artículo (https://www.elnacional.com/opinion/el-declive-de-la-civilizacion-occidental/) comentaba sobre el declive de la civilización occidental señalando que esta se caracterizaba actualmente por el predominio de la yunta democracia liberal-sistema capitalista. El apogeo de esto fueron los años de la posguerra, en la que se alcanzó el período de mayor libertad y progreso económico.

Esta civilización se encuentra en peligro de derrumbarse, tal como Toynbee estableció en su teoría cíclica sobre el desarrollo de las civilizaciones, estas son el resultado de la respuesta de un grupo humano a los desafíos que sufre, la occidental tiene un desafío interno y otro externo.

El externo es lo que se llama la “trampa de Tucídides”: la tensión estructural letal que se produce cuando una potencia nueva reta a otra establecida, que crea las condiciones para que estalle una guerra. China es una potencia nueva que busca retar la supremacía norteamericana. Como bien lo señaló Toynbee, cuando una civilización respondió a los desafíos, creció. Las civilizaciones se desintegran cuando sus líderes dejan de responder creativamente.

En los noventa se creyó que se entraba a un mundo unipolar en el que la civilización occidental se expandiría llevando al mundo su mensaje democratizador y de libre mercado. Contrario a esta prospectiva nos encontramos en un mundo multipolar, en el que cada vez más se observa la disminución del poderío de Estados Unidos frente a una desafiante China y una Europa disminuida.

Considero que el factor fundamental que creó esta situación es la debilidad de Occidente de defender sus valores frente al eje del totalitarismo oriental: China-Rusia-Irán, un verdadero eje del mal que amenaza la libertad predominante en la civilización occidental.

Comentábamos que esto se debe a la utilización por la izquierda mundial de la estrategia gramsciana de guerra cultural: apropiarse de los aparatos de diseminación de los valores para imponer la hegemonía cultural, esta infraestructura, demolería a la superestructura económica, política y social.

Lo que hizo la izquierda desde los sesenta es difundir valores identitarios, destrozando las instituciones fundamentales: familia, iglesia, escuelas y universidades para imponer sus antivalores del wokismo: racismo antiblanco, aniquilación de los valores tradicionales, cancelación del discurso disidente de su predominio, devaluación de la democracia y el capitalismo, para así poder luchar con un sistema debilitado para dar la pelea.

Es por eso que hay actualmente una tercera guerra mundial, pero que no considero se llegue a la confrontación armada entre las superpotencias, sino que el totalitarismo oriental irá extendiendo su área de influencia por guerras de proxis, es decir, no la confrontación directa, sino que el totalitarismo se irá tomando regiones bien por la vía de imposición de regímenes títeres, bien por la ocupación territorial en guerra asimétrica como lo hace Rusia con Ucrania, lo que con la pasividad de respuesta de Occidente se extenderá a los otros países bálticos, los Balcanes y otros países de la ex Unión Soviética. África ya es prácticamente colonia de ese eje del mal y América Latina cada día es menos influenciada por el hegemón del norte.

¿A qué se debe esto? Insisto, a una pérdida de los valores tradicionales de Occidente. Por lo tanto, la solución está en un programa de recuperación de estos valores, para poder hacer frente al totalitarismo oriental. Se trata de coordinar a nivel internacional las fuerzas que defienden estos valores, así como existe el progresismo mundial debería existir el conservadurismo-liberal mundial que haga frente al totalitarismo con un programa básico:

– Nacionalismo, defendiendo la soberanía y la identidad nacional frente al globalismo de la agenda 2030.

– Valores sociales conservadores, esto es la defensa de la familia tradicional, la religión y los valores culturales.

– Economía de Mercado, defender una economía de mercado fuerte que se opone a la intervención del estado en la economía.

– Seguridad y Orden, enfatizando en la defensa de los derechos individuales y oponiéndose a las luchas identitarias con la estrategia de cancelación del wokismo.

Este programa considero debe basarse básicamente en las ideas de pensadores como Hayeck quien:

  1. Destacó la importancia del orden espontáneo, que surge de la acción individual y las interacciones sociales, en contraposición al orden impuesto por la planificación central.
  2. Fue un crítico feroz del socialismo y la planificación centralizada.
  3. Defendió los principios fundamentales del liberalismo, como la libertad individual, la limitación del poder del Estado, el respeto a la propiedad privada y el imperio de la ley.
  4. Postuló que la democracia liberal era el mejor sistema político para preservar las libertades individuales y el orden espontáneo.

Frente al wokismo se deben enfatizar los siguientes aspectos:

  1. El liberalismo promueve la autonomía individual y la libre elección, el wokismo tiende a enfatizar las identidades colectivas y la lucha contra supuestas injusticias creadas por el progresismo: la dominación del hombre blanco heterosexual.
  2. El liberalismo defiende la igualdad de oportunidades, donde todos tienen las mismas oportunidades de prosperar independientemente de su raza, género o antecedentes. El wokismo postula medidas redistributivas y de acción afirmativa para compensar las desigualdades creadas por esas luchas identitarias.
  3. El liberalismo valora el mérito individual y el esfuerzo personal, mientras que el wokismo cuestiona la meritocracia al considerarla un producto del privilegio sistémico.
  4. El liberalismo defiende la libertad de expresión y el debate abierto de ideas, incluso las polémicas. En contraste, el wokismo a menudo aboga por la censura de discursos considerados opresivos u ofensivos, lo que deriva en una «cultura de la cancelación».

En conclusión, es una escogencia entre la libertad y la opresión, los aislacionistas y apaciguador se verán presionados tal como lo fueron en las dos guerras mundiales para finalmente cuadrarse en la lucha por la libertad y la democracia, no queda otra posibilidad.

*Artículo publicado en el diario El Nacional de Venezuela

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