Durante varios años se ha visto que existe un salario para los expresidentes de la República, personajes que han llegado al poder para hacer del Perú un lugar mejor política y económicamente.
Algo que no hemos visto que se haya logrado. Desde Belaunde, no se ha percibido la presencia de jefes de Estado que sean ejemplo de mandato, de liderazgo y mucho menos de honestidad.
Llevamos viviendo una inestabilidad política gigantesca que data desde hace varios años y esto se ha traducido en que siete de los últimos diez presidentes están o estuvieron presos o tiene serios cuestionamientos en su haber.
Es lamentable que aún, con estos antecedentes, se siga hablando, y en algunos casos, exigiendo una pensión vitalicia como si fueran merecedores de ella. De hecho, han logrado que los ciudadanos pierdan la esperanza en una solución para tanta inestabilidad.
Es injusto que de nuestro esfuerzo tenga que salir dinero para pagarles una pensión a personajes que en cinco años de gobierno no hicieron más que llenarse los bolsillos y favorecer políticamente a su entorno.
Por qué mejor no usamos ese presupuesto para mejorar todas los sistemas del Estado, mejorar la educación en un país que cada vez va cayendo en ese ámbito, o tal vez aportar en la mejoría para los servicios estatales de salud que es nefasto en todo sentido.
Ese siempre es el problema de los políticos en nuestro país, la mayoría, salvo honrosas excepciones, se ha preocupado por siempre beneficiarse así mismo.
El caso más notorio es de Castillo, que entró con la bandera de ser el hombre del pueblo y que era la voz de los lugares profundos del Perú, y terminó favoreciendo a los sobrinísimos y a los amiguismos. A consecuencia de ello, y por querer hacer un golpe inconstitucional, hoy está preso. Y así hay un largo antecedente de los políticos peruanos.
Hasta cuándo tenemos que esperar un correcto ejercicio de la política en Perú, hasta cuándo, los que dicen ser políticos van pensar en las verdaderas necesidades de los compatriotas.
Es necesario una correcta renovación de la clase política y los peruanos debemos dejarnos de enamorar de un táper o una bolsa de arroz que suelen dar los candidatos para tener votos.
Seamos conscientes y sepamos elegir.