OpiniónLunes, 3 de junio de 2024
Freud y el cáncer de la psicología, por Lucía Meléndez
Lucía Meléndez
Activista política

Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, tiene un historial controvertido en la comunidad científica. Este sujeto era médico, y como no conocía nada de psicología y quiso hacerse fama de intelectual falsificando informes y manipulando sus únicos casos clínicos llamativos para sostener sus pervertidas hipótesis. Se sabe que administraba cocaína como tratamiento a sus pacientes y forzaba sus interpretaciones para que coincidieran con sus hipótesis. Y ni hablar de su tendencia falocentrista y machista. Su interés por prácticas ajenas a la psicología, como el ocultismo, la telepatía y la numerología, también evidenciaban su nulo respeto por lo académico y científico.

Freud construyó una teoría pseudocientífica basada en ideas imaginativas, como sus tres niveles de la mente (consciente, preconsciente, inconsciente) y los tres componentes del aparato psíquico (ello, superyó, yo). Las técnicas terapéuticas del psicoanálisis, como la asociación libre, el complejo de Edipo y la teoría de la represión, carecen de respaldo científico y han sido desacreditadas un sinfín de veces dentro de la psicología moderna. El psicoanálisis es una teoría desfasada que solo se debería estudiar en las universidades como parte del pasado (oscuro) de la psicología, ya saben, para no volver a repetir los mismos errores teóricos y prácticos. Además de todas estas estafas, Freud tenía un interés económico más fuerte que el sentido común de cualquier persona que se dedicase a lo clínico. Él procuraba mantener a sus pacientes en terapia por largos períodos, con técnicas ineficaces que no trataban nada. Hoy esto se mantiene en la práctica del psicoanálisis así podemos ver que, por ejemplo, los tratamientos freudianos para la depresión leve/moderada pueden durar hasta dos años, en contraste con terapias científicas que pueden ser efectivas en cuestión de cuatro meses.

Freud lucraba a expensas del bienestar del paciente, igual que todos sus seguidores en pleno siglo veintiuno. El psicoanálisis es una teoría filosófica, no es una rama psicológica. La psicología es una ciencia, el psicoanálisis es pseudo ciencia. El psicoanálisis es ideológico y hasta político. Tal es así que incluso en la década de 1960, se asoció con movimientos sociopolíticos de izquierda (léase freudo-marxismo) lo que contribuyó a su difusión y vinculación con la filosofía política. El problema no radica en su esencia filosófica, sino en la insistencia de los psicoanalistas por perpetuar esta ideología dentro del campo de la psicología. Usar una pseudociencia para diagnosticar y tratar pacientes es atentar contra su salud, es burlarse de ellos, es robarles a costa de su integridad psíquica. Enseñar psicoanálisis como si fuera una rama psicología viable más en las aulas es, para los futuros psicólogos, lo mismo que es inculcar el comunismo a un futuro político: un error excesivamente nocivo, sobre todo cuando no se mencionan que el comunismo mató a millones de personas y que el psicoanálisis no curó a nadie.

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