OpiniónMiércoles, 12 de junio de 2024
¿La fiesta se acabó?, por Patricio Krateil
Patricio Krateil
Comunicador

El Congreso de la República aprobó la ley de cine, que propone crear incentivos económicos y fiscales para fomentar la industria cinematográfica y audiovisual del país. Esta norma obtuvo 84 votos a favor y fue exonerada de una segunda votación por lo que quedó lista para ser promulgada por el Ejecutivo.

Esta ley impulsada por la congresista de Avanza País, Adriana Tudela, pretende impulsar la industria del cine mediante una serie de medidas que abrazan la libre competencia, el comercio internacional y la austeridad del gasto estatal.

Además, a diferencia de la primera presentación de la norma, esta ha tenido ligeros cambios, sobre todo en el marco de los contenidos en los guiones de las cintas.

Ahora se prohibirá los contenidos en tanto violen ciertos puntos. Y se expresa de esta forma:

"Aquellas obras cinematográficas que contravengan la defensa nacional, la seguridad o el orden interno del país; o vulneren los principios reconocidos en la constitución peruana".

Si bien es cierto que puede ser algo ambiguo y no se logra especificar del todo a que se refieren realmente con orden interno o defensa nacional, es importante entender que no es que se les esté censurando los guiones, únicamente se les está negando el acceso a los subsidios a proyectos que no cumplan esos requisitos.

Y siendo sinceros, con la cantidad de películas en donde se tiene una mirada distraída o romántica del terrorismo y el comunismo en general, que, a su vez, a generado enorme molestia social y polarización, considero completamente urgente despolitizar el dinero público.

Dado que no se puede dejar de financiar, cosa que sería éticamente correcto y económicamente apropiado, dejar de lado ciertas producciones que podrían generar ruido social es al menos una forma más sencilla de reducir el riesgo del gasto mismo. Mitigar los riesgos le llaman.

No es censura como dice la izquierda, porque nadie está prohibiendo que no se generen películas que vayan en contra de la constitución o fomenten la subversión, sino que no será el estado quien los financie.

En todo caso, habría que ver si es que esto se vuelve, más adelante, una navaja de doble filo. Es decir, si por ejemplo, Antauro Humala llega a la presidencia el concepto de orden interno y defensa nacional podrían cambiar drásticamente.

Por ello, la ambigüedad de esta parte de la ley pudo ser rápidamente diluida si se especificaba con mayor tenacidad o en todo caso, si es que, de facto, se prohíben los temas políticos en general.

La carnecita de la ley

Entremos a la parte realmente importante para la industria del cine que propone esta nueva ley, que es el tema de incentivos económicos.

En dicho apartado se especifica claramente la reducción de los subsidios a solo el 70%. Es decir, el estado ahora podrá dar dinero, el de todos los peruanos, para pagar hasta el 70% de los gastos de producción de aquellas películas que se sometan al concurso de estímulos estatales.

En lo personal, considero que el cine no debería tener ningún tipo de subsidio, como tampoco la danza, cerámica, teatro y diferentes expresiones de la cultura. Sin embargo, pasar de financiar el 100% a solo el 70% es un gran avance. Aunque, sigo pensando que se quedó algo corto. En un primer momento se habló de un 50% únicamente.

De todas formas, es entendible que al pasar por el pleno y las múltiples variaciones que ha sufrido la ley, se hayan hecho consensos con el fin de efectivizar la ley.

Además, respecto al subsidio, esta ley hace hincapié en que las películas regionales cuenten con un mínimo de entrada del 40% del presupuesto total de su producción. Sigrid Bazán no dudo en criticar esta sección llamándola discriminadora.

Lo que en todo caso podría ser criticado es que sería mejor que cualquier proyecto cinematográfico, sea o no regional, tenga un menor tope de incentivos. Es decir, que todos estén en el mismo régimen que los proyectos regionales y no que estos sean la excepción. Pero como sabemos, la crítica de Bazán no va por ahí, sino todo lo contrario. Cuanto más se subsidie mejor para la casta caviar hoy en día dueña de la cultura.

Asimismo, algo que no entiende Sigrid Bazán ni Susel Paredes, quien ha sido otra ferviente crítica, es que evidentemente una obra regional posee un mayor riesgo al momento de ser presentada al público. Digamos que para asegurar una mejor “inversión” es primordial pedir un mínimo más alto de ingresos, para certificar una menor pérdida o confirmar un mayor compromiso con la obra de parte del concursante, para de esa forma destinar el dinero a un proyecto más rentable o mejor dicho, con menores pérdidas (dado que el cine peruano rara vez es rentable).

También, algo fundamental para dinamizar la industria cinematográfica en el Perú son las deducciones tributarias que gozarán las empresas, organizaciones o personas naturales que aporten a determinados proyectos. Esto es sumamente beneficioso porque se está generando una apertura comercial enorme. Dado esto hace que se cree un incentivo económico para que más personas participen de la industria, al volver un beneficio el aportar económicamente a diversos proyectos audiovisuales. Estas deducciones pasarán entre el 10% al 20%.

Sin lugar a dudas este es el tipo de incentivos que se tienen que dar, no los “incentivos” a través del gasto público, que en verdad lo único que genera es una falsa información de mercado y un gasto recurrente sin retorno alguno. Al invitar a los diferentes agentes económicos, se genera una absorción del cine al mercado mucho más rápida.

Igualmente, una medida estupenda es el librar de aranceles a los bienes y equipos que vengan del exterior para producciones locales. Esto abarata los costos de entrada a la industria, mejora la producción técnica y vincula a la industria con el mundo. Además de darle más rentabilidad a las empresas distribuidoras y explotar un mercado vinculado estrechamente con el cine que históricamente ha sido un poco descuidado en el país, que es el del soporte técnico.

Asimismo, hay otras medidas sumamente atractivas como brindarle seguridad jurídica y mejores facultades a la Film Commission, que se encarga de promocionar al Perú mediante el cine. Es decir, promoviendo al cine a nivel internacional. Algo que nunca tuvo mucha fuerza en nuestro país.

En general, es una ley que propone mejoras enormes a la industria del cine, pero que como siempre pasa, para aquellos que ignoran los aspectos fundamentales que impulsan el desarrollo de toda industria, esto les parecerá únicamente un favorecimiento a las grandes empresas.

Y para esas personas que únicamente se han dedicado a vivir como parásitos del estado y/o gestionar su nefasta ideología mediante el dinero de todos, esta ley, por más edulcorados que sean sus argumentos en contra, es el primer alfiler en el globo de su fiesta delincuencial.

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