OpiniónJueves, 13 de junio de 2024
¿Para qué sirve la izquierda?, por Eduardo Vega Marisca

Hace unos días Javier Milei afirmaba: “la única izquierda buena es la de Messi, todo lo demás es descartable”. Tras los memes que pudo traer una frase como esta, desde el punto de vista de un liberal puro, al que todo el mundo cataloga como extrema derecha, hice el esfuerzo para intentar encontrar los aportes más valiosos que ha podido traer la izquierda al mundo, sin éxito alguno. Es decir, luego de hacer un repaso por los resultados de los gobiernos comunistas como el de la URSS y sus ex aliados europeos hasta fines de los setenta y ochenta, sólo se observan resultados nefastos, sobre todo en lo que respecta a la supuesta reivindicación del pueblo que tanto proclaman.

Si seguimos las pocas informaciones que se puede obtener de Corea del Norte, antes que un país, se asemeja más a una cárcel gigante; hasta los turistas deben andar con cuidado respecto de aquello que graban o fotografían con sus celulares, y al igual de lo que se aprecia en Cuba, donde existe un parque automotor que parece producto de un viaje en el tiempo; en Corea del Norte pasa con el transporte aéreo, con aviones que datan de cuando la URSS aún estaba vigente.

Claro, Cuba tiene la ventaja de estar prácticamente en una zona paradisiaca, y por ello recibe más turistas que el citado país asiático, lo que le genera un mercado negro de dólares que desgraciadamente sólo contribuye a la proliferación de negocios ilícitos e indecentes como la prostitución o las drogas; lo que poco o nada ayuda a crecer efectivamente a su sociedad, con excepción del no tan “promovido” pero vigente negocio pernicioso del turismo sexual. Y claro, aquello que fue el gran negocio antes de la entrada de los Castro (el azúcar) es prácticamente una actividad inexistente.

Haciendo el repaso en la zona continental de América, los gobiernos “Socialistas del Siglo XXI” no han hecho sino alarde de su incapacidad, y en silenciosa competencia destructiva, lograron aquello que en el pasado muchos podríamos haber considerado imposible: Venezuela sin Petróleo, Bolivia sin Gas y Argentina sin Carne; a la par que generaron olas migratorias de su gente a los países que menos comulgan con esos pensamientos, sin perjuicio de la “Exportación de bandas criminales”, que hasta parece fueron auspiciadas por Maduro.

El caso de Nicaragua quizá sea tan crítico como Cuba o Venezuela, pues Ortega está muy cerca (si no lo ha logrado ya) de convertirse en una especie de monarca absolutista que no está dispuesto a soltar el poder bajo ninguna circunstancia.

Argentina parece que ha enmendado el camino con Milei; sin embargo, siendo tan largo y duro el trecho por recorrer, creo que siguen expuestos al discurso barato de las dádivas imposibles que promovía el Kirchnerismo y que sorprendentemente mantiene “embajadores” permanentes en un sector de la prensa, que no hace sino criticar sin sentido al gobierno recientemente elegido por la población.

Ahora bien, pese a todas las desgracias que uno puede observar incluso a distancia, que están además bien documentadas, respecto del cómo generan regímenes sumamente corruptos y con tendencias absolutistas; en Chile se eligió a un presidente como Boric, en Brasil se reeligió a un corrupto convicto como Lula, y en México se acaba de elegir como primera presidente a una representante de izquierda, aun cuando AMLO (también de Izquierda) no hizo nada realmente importante por su país (el tren maya inició su construcción 4 meses antes de que éste asuma como presidente), además de salir diariamente a dar fatuas conferencias.

En Europa, tras una evidente victoria de la derecha en el parlamento Europeo y las Elecciones en Francia, los partidarios de la izquierda francesa salieron a protestar en clara demostración de su escaso valor/interés democrático y de lo que representa que la mayoría de la gente que los rodea, en realidad discrepe con sus ideas; al igual que lo sucedido en Perú a la salida del presidente Castillo, sólo que Macron ha disuelto el parlamento para “evitar conflictos” entre sus políticos y los electores, antes de que la situación se pueda salir de las manos.

A todo lo anterior, hay que sumar que últimamente la mayor parte de los gobiernos y adeptos de izquierda han salido a cuestionar y atacar a Israel por las operaciones militares que últimamente se ha visto obligado a implementar para defenderse de las oleadas terroristas en su contra; calificándolas de desmesuradas e irracionales, sin antes tener en cuenta que fueron sus ciudadanos los que fueron salvajemente atacados, secuestrados y vejados desproporcionadamente por grupos de terroristas y fanáticos que cobardemente se ocultan entre los miembros de una población a la que no tienen reparos de usar como escudo.

Como cereza del postre, varios de los mayores defensores de aquellos fanáticos terroristas y/o líderes absolutistas que se encumbran a costa de los votos de los partidarios de izquierda, son miembros de la comunidad LGTB, la misma que es curiosamente aborrecida, discriminada y condenada por los representantes más radicales de sus propios defendidos.

Visto todo lo anterior, para lo único que me resulta útil la izquierda es como un mal ejemplo (conclusión a la que seguro muchos llegaron sin leer este artículo); es decir, sólo sirven para el desarrollo y ejemplificación de una dialéctica basada en la contradicción. Son la amalgama perfecta de argumentos que permite romantizar la violación de derechos (o incluso la ejecución de actos de terror) bajo el argumento de la defensa de otros tantos para un supuesto beneficio del bien común, pero en todos los casos, el bienestar sólo alcanza para las cúpulas de sus promotores; quienes, para lograr el poder, son capaces de hacer todo tipo de alianzas -incluso incongruentes-, total siempre están dispuestos a la correspondiente traición.

Lo más molesto es que finalmente su discurso es un producto de fácil consumo -yo diría hasta una droga- para los más pobres, quienes curiosamente al final terminan siendo los más afectados por sus actos. Quizá Bóxer (Personaje de Orwell en Rebelión en la Granja) sea la mejor representación de lo que le hacen a la gente.

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