¿Es gobernar siempre lo que quiere el pueblo? ¿No es gobernar también condicionarlo para que esté a la altura de las circunstancias históricas? La política peruana parece encontrarse en estado moribundo. Ninguna solución parece asomarse. Nos acercamos a una situación límite que va a demandar de nosotros nuestra entera creatividad. Muchos asuntos prácticos se encuentran sin resolver. En este sentido, quisiera ofrecerles algunas ideas venidas de la teoría de la administración de Gobierno.
El profesor español Juan Ignacio Jiménez Nieto, quien fue profesor de administración de la Universidad del Pacífico en los años 70, nos ofrece ciertas ideas acerca de qué implica gobernar ofreciendo soluciones durables. En principio, afirma que todo gobierno requiere de un enfoque sistémico y no parcial, es decir, los problemas deben ser atacados en sus múltiples variables y no solamente algunas.
Esto lo podemos ver mediante ejemplos prácticos. Es deseable un sistema de transportes económico, eficiente y no contaminante. La mayoría de los colectivos que circulan las vías de Lima se encuentran en estado deficiente. Podríamos pensar populistamente que debemos dejar circular los vehículos destartalados y contaminantes. El hecho de dejar que los dueños de empresas de colectivos continúen utilizando vehículos deficientes es, si bien no lo óptimo, al menos lo necesario, dado que no hacerlo dejaría sin transporte público las calles. Sin embargo, esta decisión gubernamental impide a largo plazo que los empresarios del transporte público inviertan en un transporte con las características deseadas. Dejar circular vehículos inadecuados es igual a tomar un enfoque parcial y no sistémico. Un enfoque sistémico tomaría en cuenta todos los elementos necesarios para llegar al objetivo propuesto: un transporte público económico, eficiente y no contaminante.
El anterior ejemplo muestra como los gobiernos se encuentran tentados por soluciones parciales, pero populares. La solución al problema vehicular implica no solo responder a un deseo popular de tener un transporte público de calidad, sino implica condicionar el comportamiento tanto del consumidor como del empresario para dar una solución a largo plazo de los temas ciudadanos. Entonces, una ley que prohíba la circulación de vehículos de más de 40 años, bajo este ángulo, se convierte en algo necesario pero impopular.
En general, el interés público requiere ser escuchado por los gobernantes. No obstante, es necesario que estos influyan positivamente en sus conciudadanos para, así generar soluciones a largo plazo.
En conclusión, debemos decir que gobernar no es solo un asunto de hacer lo que el pueblo quiere, sino fundamentalmente traducir las demandas del pueblo en políticas sostenibles y duraderas. Para eso, es preciso condicionar los deseos y hábitos de los ciudadanos.