OpiniónSábado, 22 de junio de 2024
¡A recuperar el Estado de Derecho!, por Alfredo Gildemeister

Alguna vez comenté en una de mis clases en la universidad, ante la pregunta de un alumno sobre qué pensaba yo del actual Estado peruano, que hoy el Perú es un Estado en descomposición. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define al término “Descomponer” como: “desordenar y desbaratar”; “averiar, estropear, deteriorar”; o también como “corromperse, entrar o hallarse un cuerpo en estado de putrefacción”. Para efectos del presente artículo, prefiero quedarme con esta última definición. Cuando una persona muere, su cuerpo en el mismo instante de la muerte comienza un proceso de descomposición o putrefacción, por el que se irán descomponiendo los elementos más complejos del organismo, hasta que este queda reducido a un simple esqueleto.

Así como el cuerpo humano muerto sufre -si cabe el término- un proceso de descomposición, lo mismo puede suceder con el Estado, como es el caso del actual Estado peruano, un Estado que desde hace unos años se encuentra en un franco proceso de descomposición. Es así como las principales instituciones del Estado fueron poco a poco copadas por esta bacteria tan dañina denominada “caviar”. Esta bacteria letal a largo plazo se ha ido instalando en las principales instituciones y organismos del Estado, logrando su total control y manejo. Con los nefastos gobiernos de PPK, Vizcarra, Sagasti, la infección de esta bacteria caviar, al lado de una nueva estrategia del terrorismo maoísta de Sendero Luminoso (SL), continuó infectando, infiltrándose prácticamente en todos las instituciones y organismos públicos, así como en los poderes Ejecutivo, Judicial y parte gran del Legislativo. Posteriormente, luego de un burdo y descarado fraude electoral, ya bajo el gobierno del golpista Castillo, el proceso de descomposición del Estado llegó a su plenitud, con el agregado de seguir los lineamientos chavistas impuestos por el Grupo de Sao Paulo y de Puebla. La bacteria del comunismo chavista, esto es, personas de extrema izquierda como comunistas, filoterroristas y narcoterroristas, vinculados a SL, a Cuba y a la Venezuela de Maduro, coparon parte del Congreso, así como gran parte de los demás poderes del Estado y organismos públicos e instituciones como el Poder Judicial, Fiscalía de la Nación, Procuraduría, Contraloría, debiendo agregar que esta infección también afectó profundamente a oficiales de las Fuerzas Armadas, así como de la Policía Nacional. Con ello, el proceso de descomposición del Estado ingresó a su fase definitiva y terminal, confirmada en el actual gobierno de la cuestionada señora Boluarte. Decimos cuestionada por haber sido candidata a la vicepresidencia, violando descaradamente la ley electoral al no haber renunciado a la Reniec en su momento, con lo cual su candidatura era nula de pleno derecho, pero fue aceptada por el corrupto JNE.

De allí que sea patente que el Estado peruano actual sea casi un cadáver puesto que vive un proceso de franca descomposición en todos sus extremos. Adicionalmente a la presidente, apreciamos como los diversos gabinetes y ministros nombrados en los últimos años, no han logrado revivir a este organismo en descomposición que es el actual Estado peruano, sino todo lo contrario, han acelerado su descomposición, ya que se nombraron ministros y funcionarios que, al igual que el cadáver, también estaban en franco proceso de descomposición al ser en la mayoría de los casos ministros poco o nada eficientes, por no decir incapaces, e inclusive con prontuariado, denuncias, procesos y acusaciones penales graves -como los que tuvimos con Castillo-, por lo que no se puede revivir un organismo en un proceso de descomposición con elementos ya descompuestos. Un corrupto no limpia a otro corrupto.

Ante esta grave situación de un Estado en descomposición, la sociedad civil peruana debe reaccionar y actuar de inmediato, en base al principio de subsidiaridad y bien común, debe recuperar el Estado de Derecho y establecer un sistema democrático real, desechando esta apariencia de democracia. Cuando una democracia es sólida, es simplemente porque la sociedad civil confía en el sistema, en las instituciones democráticas, en su Constitución política, en los poderes del Estado, en la independencia y equilibrio de dichos poderes, confía, en resumen, en el Estado de Derecho. Sin embargo, si esa confianza en el sistema se quiebra, la democracia se derrumba. Si no se confía en un poder legislativo verdaderamente representativo; en un poder judicial objetivo e imparcial que verdaderamente administre justicia, una Fiscalía que investigue y acuse (no politizada) o en un poder ejecutivo que verdaderamente gobierne de acuerdo a lo que el bien común exige, el sistema democrático no funcionará. Si un gobierno continúa sin solucionar problemas urgentes, sin ejecutar obras públicas necesarias, cayendo bajo las garras de la corrupción y sus intereses, entonces, repito, la democracia habrá desaparecido, o estaremos viviendo en un sistema con “vestuario de democracia”, pero que, en esencia, no es democracia.

De allí que cabe preguntarse: ¿Qué está sucediendo con la democracia peruana? ¿Podemos afirmar que existe un verdadero sistema democrático o Estado de Derecho en el Perú? ¿O acaso tan solo existe una apariencia de democracia? ¿Tenemos acaso un Estado solo revestido de democracia, en donde una mafia de corrupción, caviares y ultraizquierdistas simpatizantes de SL, manejan y controlan determinadas instituciones y poderes del Estado? ¿Creemos que la voluntad popular de las mayorías se impone verdaderamente en el Perú? ¿Somos tan ingenuos e ilusos que creemos que esto cambiará en el 2026 con las elecciones generales, bajo el mismo cuestionado JNE que impuso al golpista Castillo? ¿Acaso unas elecciones van a “resolver” por arte de magia la crisis del sistema democrático que sufre nuestro país en la actualidad? La sociedad civil, el pueblo peruano en general, ¿Confía hoy por hoy en el sistema democrático, esto es, en el Estado de Derecho? ¿Se ha perdido en general la confianza en la democracia, en el Estado de Derecho, en sus poderes e instituciones?

Estas preguntas fundamentales constituyen toda una prueba ácida que debemos aplicar hoy a nuestra realidad política peruana. Pareciera que la sociedad civil peruana estuviera adormecida, sumida en una pasividad enfermiza, en un dejar hacer-dejar pasar, que no permite reacción alguna, ante el accionar de una poderosa organización mafiosa de corrupción que viene desfalcando y controlando al país como nunca se ha visto en toda su historia, una sociedad adormecida que contempla el atropello descarado de derechos fundamentales, de la independencia y equilibrio de poderes, incluyendo acusaciones, detenciones y prisiones arbitrarias de personas -sin acusación fiscal ni pruebas corroboradas- como sucediera y sucede en las peores dictaduras totalitarias, así como el control de gran parte de los medios de comunicación, lo cual incluye la manipulación de la opinión pública. ¿Se trata de una crisis de instituciones o de personas? Claramente de personas. Ya basta de tanta mediocridad, ineptitud y corrupción. Nunca olvidemos que las instituciones las forman y las componen personas. Debemos recuperar el Estado de Derecho y la democracia en nuestro país. De lo contrario, seguiremos teniendo no solo un Estado en acelerado proceso de descomposición que ya apesta, por lo que solo nos quedará lamentarnos en palabras de Vallejo: “Y el cadáver, ¡ay! Siguió muriendo”. ¡Despierta Perú!

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