El partido de ayer de Perú contra Canadá dejó muchas lágrimas y decepciones, parece que nuestra selección no logra encontrar un rumbo de cara a las eliminatorias para la Copa del Mundo y menos para la presente Copa América.
No obstante, este encuentro y otros más, ahora que se vive la Copa América y la Eurocopa en simultáneo, me hizo pensar en una perfecta analogía en relación a la vaga e incorrecta idea de muchos socialistas e incluso algunos derechistas trasnochados, en relación a su concepto de libertad.
La idea de libertad positiva y libertad negativa, es presentada por el pensador y politólogo de reconocimiento mundial, Isaiah Berlin. Este indica que, la libertad positiva, amparada principalmente por el sector socialista, el reivindicador de la justicia social y los derechos colectivos, está anclada en la capacidad de poder hacer.
En otras palabras, en el fin último de la acción que un individuo realiza, no en la posibilidad de ejecutar una acción sino en sus derivaciones. Por ello, bajo esta primera concepción (positiva) los fines son precisamente los que designan la cantidad de libertad que uno posea.
Para simplificarlo un poco, una persona con mucho dinero para el socialismo (y algunos derechistas) tiene más libertad, dado que puede ejercer mayor cantidad de recursos para obtener más cosas que una persona con poca capacidad adquisitiva. Dado que esta última está “limitada” o “coaccionada sistemáticamente” a una cierta cantidad de posibilidades. Es menos libre pues dispone de menos recursos para lograr sus deseos.
La libertad negativa, en contraposición a la previamente explicada (positiva), se basa en la ausencia de coerción, no reivindica el poder hacer, pues ello dependerá de diversos factores y variables que son imposibles de determinar y no vienen encriptados en el ser humano, sino se dan de acuerdo a precisamente las decisiones, contextos y circunstancias en las que el ser humano yace.
La libertad para este sector, principalmente liberal-libertario, es la posibilidad de poder ejecutar una acción sin impedimento deliberado de otros. Únicamente, cuando hay un impedimento deliberado de otro ser humano con capacidad de agencia que se entromete en la de otra persona, es que podemos hablar de un atentado o disminución de libertad.
Ahora que tiene que ver el fútbol en todo esto. Creo que es un perfecto ejemplo para poder explicar, tomando la fiebre futbolera que se respira, de forma más simple el error de la libertad positiva y el acierto de la negativa.
En el fútbol, como en cualquier deporte, existen reglas que están dadas para todos los que lo juegan. Cada equipo de fútbol está sujeto a las mismas normas y limitaciones. Cuando salen al campo de juego, ambos planteles se ven limitados a que solo el arquero la tome con la mano, que no se puede meter gol en posición adelantada, que si se comete una agresión se sanciona con tarjeta amarilla o roja o que únicamente pueden hacerse un cierto número de cambios sin reingreso de los jugadores cambiados, entre muchas otras más.
En el campeonato de la actual Eurocopa o Copa América, todas las selecciones se ven previamente limitadas a dichas normas, las cuales podemos decir que son las reglas “naturales” del fútbol lo que vendría a ser en la vida real las reglas dadas por la existencia.
Una vez amparados todos bajo las mismas reglas del juego, cada equipo tiene la posibilidad de ejercer la táctica, planteamiento o acción que más le convenga para buscar el resultado que desee. Pueden jugar con tres delanteros o cinco defensas, al igual que cada jugador puede utilizar las herramientas que más consideran favorables, hacer un regate, usar la velocidad para dejar atrás a un rival o tratar de asociarse con los demás compañeros para armar paredes y romper las líneas. Todas estas acciones en tanto no violen las reglas “naturales” del fútbol pueden ser ilimitadas y dependerán de la creatividad humana de momento.
Es decir, haciendo una comparación con la vida misma, esos planteamientos, movimientos tácticos o regates impredecibles son las acciones que cada persona realiza en su vida diaria, de acuerdo obviamente a sus capacidades, ingenio y creatividad, las cuales están limitadas por esas reglas dadas por la existencia.
Para la libertad positiva, propia de los socialistas, en el fútbol uno se vería limitado de libertad si es que una táctica rival es más efectiva que la propia o un regate del contrincante es mejor, dichas capacidades amparadas como posibles dentro de un marco general, para el socialismo sería una muestra de mayor libertad.
Claro, el mejor regateador podrá hacer más cosas que el que no lo es, la mejor táctica podrá lograr mejores resultados y la rapidez de uno podrá ser más fructífera para unos que para otros. Para el socialismo, entonces, el fútbol, bajo su interpretación de libertad en analogía con la vida misma, pese a partir de un conjunto de reglas uniformes, es inherentemente un sistema de reducción de libertad. Un deporte que destruye la libertad en sí.
Mientras que, siguiendo esa misma analogía, para los abanderados de la libertad negativa (principalmente liberales), la cual se basa en la ausencia de coerción, dichas capacidades que puedan ser mejores en unos que en otros no supone ningún problema de libertad.
Posiblemente si hay un problema de recursos. Unos poseen mejores recursos futbolísticos que otros que los hacen ser mejores en dicho deporte y obtener títulos.
En la vida es exactamente igual. La libertad no se reduce porque unos tengan más recursos para poder hacer más cosas que otros, sino únicamente cuando se impide a una persona, con la cantidad posible de recursos que en dicho momento posea, obrar conforme a sus decisiones.