Coloquialmente hablando, cuando los peruanos no damos crédito a las historias, chismes o informaciones que nos cuenta un tercero, solemos decir que se trata de “cuentos chinos”; y amén de la posible exaltación momentánea que nos puede producir la historia inverosímil, seguimos con nuestro camino o volvemos a nuestros asuntos de mayor relevancia. Sin embargo, lo que no estamos viendo, es que nuestra realidad en sí misma parece un cuento chino que además se viene normalizando como “modus vivendi”.
En estos días, nuestras noticias de política/policiales se observan cada vez más enrevesadas por no decir que hasta ridículas; y posiblemente, cuando nuestros nietos quieran revisarlas dentro de los libros de historia (Si acaso algún historiador valiente puede dar crédito de nuestros registros), seguramente pensarán que lo anotado -con fotos, videos y documentos- solo se trata de “leyendas negras” imposibles y vergonzantes.
Y es que vivimos una época en la que lamentablemente nuestra política es digna de convertirse en una historia irreverente, lista para ser integrada en una nueva versión “2.0” de las Tradiciones Peruanas que, salvando las enormes distancias a las anécdotas descritas por Ricardo Palma, tendría que llamarse “Kultura Combi”. Si nos resulta difícil dar crédito a lo sucedido, basta con hacer un símil al actuar de nuestras temidas “Combis”, para revelar el origen de nuestra realidad.
Salgamos a la calle y veamos nuestros cuentos y “combis” político sociales:
La presidente hace un viaje oficial a China para despachar y reunirse con el presidente del gigante asiático; pero se muestra con un buzo de “Los Simpson”-probablemente tan bamba como sus Rolex, o el famoso abrigo de la tristemente célebre Betzy Chávez- para luego enviar una foto que con la acredita su “despachos de madrugada” con los ministros por Zoom. ¡Típico cuento chino de la “Kultura combi”!
Antauro Humala dice que quiere ser candidato a la presidencia, fumando hierba, hablando estupideces y ofreciendo matar a diestra y siniestra; despreciando a la comunidad LGTB, pero buscando un pacto para que voten por él. Sin ir muy lejos, Daniel Urresti ofrecía tragicómicamente algo parecido, ¡y fue congresista!
El presimiente Castillo salió por televisión a dar un golpe de Estado, pero como nadie le hizo caso, terminó preso al igual que una combi pirata cuando pasa frente a un operativo de la ATU y la PNP, lo único que no sabemos es, si el conductor era él o Aníbal Torres. Kultura Combi al 1000%.
El exministro de transportes, Juan Silva, solo sabía hacer honor a su apellido (además de arreglos cuestionables); sin embargo, fugó delante de los policías que lo resguardaban sin que estos se dieran cuenta. En condición similar tenemos a Cerrón, suelto en plaza y twitteando contra medio mundo, probablemente paseándose delante de una PNP que se hace de la vista gorda, porque ese es aparentemente “el encargo del alto mando”. ¿¡Los buscan!?, ¡Otro cuento chino de la Kultura Combi!
En el Ministerio Público, hay una guerra sin cuartel por mantener el control de la institución y así continuar direccionando el sentido y el avance de las investigaciones que tienen carga política, para de esta manera orientar de una u otra forma los votos y presiones de determinados sectores políticos, en plena coordinación con algunos personajes de prensa. Desde allí actúan con la misma prepotencia con la que lo hacen los choferes de las líneas formales, quienes de formal solo tienen el permiso, a la par que atropellan y abusan de cuanto peatón o conductor se cruzan por la calle.
En el Congreso de la República, no se quedan atrás. Desde allí -salvo honrosas excepciones- ofrecen reformas e intentan proponer nuevas normas para la sociedad con la misma legitimidad y dignidad con la que los choferes ruegan a la policía para que “les pongan una multa chiquita pues, sino se quedan sin puntos en la licencia”; pero una vez librados, siguen siendo tan cretinos como cuando fueron detenidos. ¡Sube no más!
Pero no crea que el problema viene de los políticos, porque al igual que con nuestras polémicas “Combis”; nuestra sociedad indirectamente avala y/o promueve su funcionamiento, porque bajo la premisa de que son una solución o una ayuda para las familias quienes no tienen trabajo, a la par que nos aprovechamos de su menor costo e informalidad como beneficio. ¡Pie derecho…!
Entonces, como supuestamente también “ganamos” con ellos (nos dejan en cualquier esquina), dejamos de apreciar lo que perdemos al permitir su continuidad - ¡Nos dejan en cualquier parte!-, generando la costumbre a la decadencia de nuestros estándares en una espiral de la que parece no hay retorno, por la que incluso hay quienes entienden como normal “q xistn persons q escrbn d sta manra”. ¡Dios nos libre de seguir cayendo!
La perdición del estándar mínimo, y el crecimiento de la “Kultura Combi”, NO es un cuento chino. ¡Lo está trastocando todo! Cuando un chofer y su unidad de transporte quedan impunes ante el incumplimiento de normas básicas como el respeto de semáforos, paraderos, o el pago de multas, quienes lo ven desde fuera se convierten en renuentes del pago de impuestos, la obtención de permisos y el respeto de los estándares básicos para el trabajo digno. Claro de esto finalmente solo nos quejamos cuando atropellan a alguien, o se produce un incendio como aquel en el que perdieron la vida unos falsificadores de “fluorescentes” cerca de las Malvinas, y en aquella oportunidad ¡Solo el empresario era el malo!, ¡Como si los “trabajadores” no supieran que también hacían algo malo!
¡Tenemos que detener la Kultura Combi ya! Para eso es necesario que, como padres, tomemos conciencia sobre la importancia de inculcar buenos principios morales en la niñez, así como eliminar de las planas docentes a los profesores del nivel de Pedro Castillo. Hay que ser conscientes del impacto de los contenidos éticos que transmitimos diariamente con nuestro ejemplo, desde los “buenos días”, pasando por botar la basura en los tachos, o reclamar lo justo con educación, etc. hasta un simple “gracias” y “buenas noches”.
No es posible que nuestras autoridades y la “opinión pública” se hayan vuelto exquisitas y se resguen las vestiduras por el “deterioro de la educación superior” o sean inquisidores con los títulos de algunos funcionarios, pero son ambiguos y permisivos cuando se trata de la calidad de la educación de los maestros para la formación elemental, ¡Esas sí son patrañas!
En el contenido y calidad de la educación básica, hay que exigir la aprobación de evaluaciones para el ingreso a la docencia en el MINEDU, así como la aprobación de las capacitaciones al 80%. Dejar que un sindicato politizado como el SUTEP nos robe los impuestos a través de la instrucción distorsionada de nuestros niños, es un lujo que no podemos permitirnos si queremos un futuro mejor. ¡Tenemos que bajarnos de la combi!