Este lema anglosajón se ha hecho popular en los últimos años. Específicamente se usa cuando una empresa, con el afán de ser políticamente correcto, se aleja del propósito mismo por el cual fue constituido: generar utilidades ofreciendo un producto o servicio de calidad a sus clientes para satisfacer sus necesidades.
Lamentablemente, muchos ejecutivos de la generación milenial y generación Z han crecido bajo la impresión de que las empresas tienen un rol de responsabilidad social antes que la generación de utilidades que le permita continuidad.
El último caso ha sido el de la telefónica Entel en el Perú. Por el día del orgullo LGTB lanzaron un spot publicitario donde entrevistan a un grupo de personas de la susodicha comunidad. Algunos más extravagantes y pintorescos que otros.
A los usuarios de la telefonía no les faltó el aire para expresar su desacuerdo y es que una cosa es la sexualidad y la otra está en la imposición de una autopercepción contraria a la biología, que ya se salió de las manos en otros países y pretende replicar el curso en nuestro país a través de activistas que dominan la academia, la cultura, los medios y, al parecer, también la comunicación corporativa.
Cientos sino miles de usuarios expresaron su descontento con el comercial y advirtieron desarticularse de la empresa de conectividad, quien luego emitió un comunicado propio de un niño engreído (¿o niñe?) donde criticaba a sus usuarios por no coincidir con ellos y los mandaba a volar con eufemismos. Dos a cero va perdiendo Entel con autogoles.
Milton Friedman, nobel de economía y uno de los mentores de los Chicago Boys de Chile, dijo una vez que la única responsabilidad social de una empresa es generar utilidades. Éstas garantizan la continuidad laboral de sus cientos de colaboradores y proveedores, resuelven problemas a sus usuarios y generan valor a la comunidad a través de impuestos. Una empresa no tiene por qué ahondar en los mares de las ONGs o de las instituciones gubernamentales.
Budweiser sufrió un revés internacional cuando contrató como vocero a un hombre disfrazado de mujer y Star Wars, otrora la franquicia cinematográfica más valiosa del mundo, está haciendo lo propio, tratando de ser políticamente correcto antes de ofrecer a sus fans historias de calidad.
El tiempo donde las personas de bien se quedaban calladas y cabizbajas ha terminado. El peruano, ante todo, quiere proteger a su familia y a sus hijos de las garras del macabro progresismo que se viste de felicidad para tapar adoctrinamiento político y social. ¡Muy bien, Perú!
Bonus Track: hace una semana, Osiptel ratificó en última instancia dos multas a Entel Perú por un total de S/1,351,360. La sanción responde a que la empresa habría registrado 290,365 solicitudes de portabilidad numérica sin obtener el consentimiento expreso de los usuarios.
Entel pierde por goleada.