OpiniónDomingo, 30 de junio de 2024
La educación como anestesia social, por Alfredo Gildemeister

En 1956 el filósofo alemán Günther Anders profetizó de manera muy certera, lo que podría suceder con la educación en las siguientes décadas. Escribió en su obra “La obsolescencia humana”, lo siguiente: “Para sofocar cualquier revuelta por adelantado, sobre todo no es necesario atacarla de manera violenta. Métodos arcaicos como los de Hitler son anticuados. Basta con crear un condicionamiento colectivo reduciendo drásticamente el nivel y la calidad de la educación para que vuelva a una forma de integración profesional. Un individuo sin educación tiene horizontes de pensamiento limitados y cuanto más su pensamiento se limita a preocupaciones materiales y mediocres, menos puede rebelarse. Necesitamos hacer cada vez más difícil y elitista el acceso al conocimiento, que se cave la brecha entre la gente y la ciencia, que la información destinada al público en general sea anestesiada de cualquier contenido subversivo. Aquí de nuevo, hay que utilizar la persuasión y no la violencia. Transmitiremos masivamente, vía televisión, estúpidos entretenimientos, siempre halagando el instinto emocional. Ocuparemos las mentes con lo que es inútil y juguetón. Es bueno con los chismes y la música sin parar, para evitar que la mente se pregunte, piense, piense. Pondremos la sexualidad a la vanguardia de los intereses humanos. Como anestesia social, no hay nada mejor. En general, nos aseguraremos de desterrar la seriedad de la existencia, ridiculizar todo lo de alto valor, mantener una constante disculpa de ligereza; para que la euforia de la publicidad y el consumo, se conviertan en el estándar de la felicidad humana y en el modelo de libertad”.


Efectivamente, este “condicionamiento colectivo” de la educación al que se refiere Anders, se puede observar en diversos países, incluyendo el nuestro, y ha logrado que el Estado, de alguna manera, busque controlar, si cabe el término, la calidad y el nivel de la educación escolar, con una finalidad política e ideológica determinada. Obviamente, ello se puede apreciar con mayor claridad en países con gobiernos totalitarios en donde la imposición del pensamiento único es una realidad. Casos de Cuba, Nicaragua, Venezuela, República Popular China, Vietnam, etc. por solo mencionar algunos, destacan por esta “educación” dirigida, impuesta y claramente ideologizada. Adicionalmente a esto, este “condicionamiento colectivo” de la educación, definitivamente reduce de manera clara el nivel y la calidad de una verdadera educación. Todo ello hace que una persona sin educación, como bien destaca Anders, tenga horizontes de pensamiento limitado y cuanto más su pensamiento se limite a preocupaciones materiales, mediocres y -por qué no decirlo- tontas, menos podrá rebelarse, esto es, cuestionar, reclamar, reflexionar, quejarse, exigir, etc.


Una persona con un nivel de educación bajo o limitado carece por lo general de capacidad de reflexión y análisis. Su pensamiento crítico se ve muy limitado -por no decir anulado- por lo que esta persona puede ser fácilmente manipulada, controlada y dirigida en un sentido determinado. En una sociedad consumista, las preocupaciones de las personas se limitan especialmente al simple tener y comprar cosas. Lo vemos hoy con el auge de las compras vía “delivery” en donde la gente compra por comprar lo que sea, casi compulsivamente. Así mismo, las preocupaciones de la gente, tiende a la mediocridad -por no decir a frivolidades de todo tipo- lo cual lo aleja de una verdadera profundización, reflexión y análisis de la realidad, por lo que esta gente se abocará a temas mediocres y superficiales, volviéndose una persona superficial, consumista y frívola, con una mente adormecida, por no decir apelmazada, y fácil de manipular. Una pobre “masa” en el sentido de Ortega y Gasset.


Un elemento fundamental para que una persona mantenga y viva con un nivel de educación bajo o muy limitado, y por lo tanto sea deficiente en cuanto a su capacidad de reflexión y análisis, es mantener la transmisión de canciones y sus letras, bailes, imágenes, videos y textos en las redes sociales, así como programas de televisión, de niveles culturales muy bajos, con importantes dosis de vulgaridad y, especialmente, de sexualidad. Todo ello hará que el pensamiento crítico de las personas sea muy limitado e inclusive anulado. “Transmitiremos masivamente, vía televisión, estúpidos entretenimientos, siempre halagando el instinto emocional. Ocuparemos las mentes con lo que es inútil y juguetón. Es bueno con los chismes y la música sin parar, para evitar que la mente se pregunte, piense, piense.” ¿Estas palabras de Anders, no les recuerdan en muchos aspectos a nuestra televisión de señal abierta y a algunos de sus programas de “entretenimiento”, farándula y chismes? Se trata de programas que no transmiten cultura, valores, conocimiento, ni formación alguna. Todo lo contrario. Transmiten vulgaridad, mediocridad y una casi apología de la ignorancia y del mal gusto. Casi podría decirse que buscan embrutecer al público televidente. Como decía un antiguo personaje: “¡Esto es lo que le gusta a la gente!” A ello debemos agregar un fuerte ingrediente de sexualidad y erotismo en los entretenimientos. Como bien profetizó Anders: “Pondremos la sexualidad a la vanguardia de los intereses humanos. Como anestesia social, no hay nada mejor.” Hoy lo sexual pareciera un tema que lo inunda o empapa todo. La humanidad moderna pareciera obsesionada, por no decir atontada, con la sexualidad.


Por lo tanto, y a modo de conclusiones, podemos afirmar que hoy lo serio y culto es motivo de burla y desprecio. Prima lo divertido, lo vulgar, lo superficial y ligero. El pasarla bien y punto. Sin complicaciones ni responsabilidades: “…nos aseguraremos de desterrar la seriedad de la existencia, ridiculizar todo lo de alto valor, mantener una constante disculpa de ligereza; para que la euforia de la publicidad y el consumo, se conviertan en el estándar de la felicidad humana y en el modelo de libertad”.


Así está hoy nuestra sociedad y la educación juega un papel fundamental y determinante. El Perú ocupó el último lugar en Sudamérica en la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), sobre la capacidad de pensamiento creativo de escolares de 15 años en 64 países. Así mismo, cerca de 150 mil maestros serían nombrados próximamente sin examen previo. ¿Qué le pasa a nuestro Congreso que acaba de aprobar esta barbaridad? ¿Qué niveles de “educación” tendrán nuestros niños, yendo de mal a peor con estas “medidas”? ¿A dónde vamos a llegar así? Siempre he opinado que la educación es lo único que hará que un país como el nuestro sea grande en todo sentido. Debemos darle calidad, contenido y prioridad a la educación. Pero si la educación es un desastre y “educamos” niños y jóvenes bajo los parámetros mencionados por Günther Anders, no nos extrañe que terminemos con una sociedad de autómatas ignorantes, manipulables política e ideológicamente, con un destino totalmente incierto. Después no se sorprendan ni escandalicen.

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