El atentado contra Donald Trump ha dejado enormes preocupaciones en Norteamérica, evidenciando la enorme negligencia del servicio secreto y creando un montón de conspiraciones irracionales alrededor de este acontecimiento.
Sin embargo, con el conocimiento del arma usada y de la distancia desde donde se disparó, muchas de las ideas fantasiosas de la izquierda han quedado completamente relegadas. Al candidato presidencial republicano lo intentaron asesinar. Afortunadamente, se logró abatir al tirador y, como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga.
Al día de hoy, debido al fallido magnicidio, Donald Trump ha escalado enormemente en la contienda electoral. Se habla de un crecimiento de 4 o hasta 5 puntos más de ventaja, sumados a los 4 puntos que ya había conseguido luego del debate y de las desafortunadas declaraciones de Joe Biden en las últimas semanas.
El exmandatario republicano, al día de hoy, tiene la sartén por el mango y, en vista de esa enorme distancia de cara a estos dos meses previos a las elecciones, muchos analistas políticos asumen que el nombramiento de J.D. Vance como su vicepresidente se debió principalmente a este nuevo contexto post-atentado.
Se hablaba hasta antes del atentado de Marco Rubio, el senador de Florida, quien podría darle esa cuota latina que tanto necesita la figura de Trump. Recordemos que los hispanoamericanos son la minoría más grande en USA en la actualidad.
También se habló en un momento de Doug Burgum, el gobernador de Dakota del Norte, quien según algunos periodistas era el indicado para darle moderación al gobierno.
Nada de esto resultó como la prensa creía cuando escucharon el nombre de James David Vance. Catalogado por Biden como el “clon” de Trump, lo cierto es que J.D. Vance tiene ideas muy similares al exmandatario en temas migratorios y en el apoyo a las clases medias bajas trabajadoras, como también en su lucha contra el narcotráfico, pandillas y cárteles, dándole nuevamente un genuino poder a las fuerzas del orden. Además, de creer en una política exterior aislacionista. En otras palabras, dejar de mandar recursos a Ucrania o fomentar invasiones en oriente medio.
James David Vance es un empresario que se hizo a sí mismo viniendo desde lo más bajo, enfrentando enormes dificultades de niño. Logró anteponerse a dichos pasajes de su vida y terminó graduándose en Yale. Por si fuera poco, también tuvo un paso previo por la Marina de Guerra.
No obstante, lo más interesante de este personaje, por lo menos para mí, es su libro: “Hillbilly Elegy: Una memoria de una familia y una cultura en crisis”, el cual también tuvo su adaptación al cine, protagonizada por actrices de renombre como Glenn Close y Amy Adams.
Esta obra es una autobiografía de su infancia y adolescencia que además vierte una mirada amplia de un mundo que no muchos conocen de Estados Unidos. La obra del actual candidato a vicepresidente nos muestra cómo hay lugares olvidados completamente por el gobierno, donde la esperanza es casi nula, las malas decisiones son pan de cada día y la drogadicción se vuelve el escape de muchas personas.
La historia de Vance nos enseña el poder de mantener los sueños vivos, pero sobre todo que las decisiones deben ser tomadas siempre con madurez y perseverancia. La importancia de la familia es sumamente recalcada en este bestseller, al igual que en la adaptación de Netflix. Una familia con enormes dificultades y problemas, cabe mencionar. Separaciones, violencia y drogas fueron cosas que sufrió el posible vicepresidente norteamericano durante su infancia. Pero, como toda historia de éxito estadounidense, el esfuerzo y sacrificio que ciertos miembros de su familia hicieron por él no quedaron en vano.
En ese sentido, podemos afirmar que J.D. Vance es el típico self-made man norteamericano. Es el sueño americano de los años cincuenta. El vice de Donald Trump nos enseña que es posible cambiar la decadencia norteamericana, así como él cambió su vida y la de los que lo rodean.
Es verdad que Trump posiblemente lo haya elegido para fortalecer los lazos internos con la facción más joven y patriota del partido, así como también para poder tener una victoria asegurada en Ohio, Wisconsin, Michigan o Pensilvania, donde Vance es muy querido. Sin embargo, me imagino que también debe deberse a su pasado, dado que, a diferencia de Donald Trump, el Partido Republicano y la mayoría de políticos, J.D. Vance conoce la cara amarga y oculta de Estados Unidos.
Su conocimiento del trabajador de las industrias y de los pueblos granjeros del interior lo hará poder priorizar a sus compatriotas con una mayor sensibilidad y comprender sus reclamos.
En un país donde por décadas se ha menospreciado al estadounidense profundo, llamándolo redneck o simplemente dibujandolo como un ignorante (como hicieron con el personaje Cletus Spuckler en Los Simpson) es momento de que nuevamente se alcen ciertas banderas que rescaten a las familias y tradiciones que edificaron una parte importante de aquella gran América.