Pocas veces en la vida podemos ver a los hilos de la historia ser tejidos delante de nuestros propios ojos, con eventos tan impactantes que sin duda marcarán un claro antes y un después.
Uno de estos hechos ocurrió el pasado sábado 13 de julio en el pueblo de Butler Pensilvania, cuando Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, y principal contendor electoral para las elecciones que se llevarán a cabo este año en noviembre contra el actual presidente Joe Biden, se salvó por centímetros de ser asesinado por un francotirador.
Trump se salvó de milagro, por el hecho de voltear la cara en el preciso momento que la bala que apuntaba a su cabeza terminó impactando solo su oreja.
Las amenazas contra la vida de Trump todavía no han cesado, esta semana la policía mató a una persona que portaba un cuchillo en el perímetro de seguridad de la Convención Republicana y quién sabe si podría ocurrir otro atentado antes de las elecciones en noviembre o durante su mandato si es que llegase a ganar.
¿Sin embargo, qué lecciones podemos extraer del atentado contra la vida de Trump, porque hemos llegado a esta situación tan dramática en Estados Unidos, la principal potencia política y económica del mundo libre?
Para comenzar, sin duda, hay una lección histórica importante. Por ejemplo, todos los grandes líderes del partido republicano han sufrido atentados directos contra sus vidas.
El fundador del partido republicano Abraham Lincoln fue acribillado en el palco de un teatro por desmantelar a los sureños demócratas esclavistas. Después, los presidentes republicanos Garfield y McKinley, fueron asesinados en el año 1881 y 1901. Theodore Roosvelt, el hombre más joven en asumir la presidencia de Estados Unidos, y uno de los líderes más famosos en la historia del partido republicano, sobrevivió un disparo a la cabeza en el año 1912.
Más recientemente, el gran expresidente Ronald Reagan, quien supervisó la caída de la Unión Soviética y lideró una transformación liberal en la economía mundial, fue víctima de un intento de asesinato en el año 81.
De esta manera, sumando los atentados exitosos y fallidos contra presidentes y expresidentes de Estados Unidos, podemos ver que el único que no es parte del partido republicano sería el expresidente John F. Kennedy, quien algunos creen fue mandado a matar por su mismo partido y supuestos aliados.
La conclusión es que históricamente, ser un republicano en Estados Unidos siempre ha sido una gesta peligrosa. La explicación es sencilla, la izquierda históricamente siempre ha sido más propensa a la violencia, dado que para ellos un resultado justo justifica un método injusto, lo que incluye matar a tus adversarios políticos.
Respecto al caso particular de Donald Trump, podemos ver que es el personaje más odiado mundialmente por la izquierda desde que asumió la presidencia en el año 2017, dado que ha tenido posiciones críticas respecto a las principales políticas de los gobiernos demócratas, que incluyen la migración ilegal masiva, las políticas de género y LGTBQ, las políticas ambientales, altos impuestos contra las empresas, una postura pro-Israel y anti-China.
Otro motivo por el cual Trump es tan odiado es por los sucesos del 6 de julio del 2021, cuando un grupo de simpatizantes de Trump asaltaron el capitolio para retrasar la rectificación de Joe Biden como presidente, tras acusaciones no probadas de fraude.
Su forma de hacer política ha generado impactos en todo el mundo, y han aparecido muchos políticos que han intentado emular sus métodos y discursos, algunos con más éxito que otros.
Desde que Trump anunció que iba a volver a postular para las elecciones del año 2024, sus opositores iniciaron la campaña de demolición más grande que hemos podido ver en los últimos años.
La consigna es tumbarse a Trump bajo cualquier medio posible. Primero, el FBI allanó su vivienda en Mar o Lago en el año 2022, alegando el mal manejo de documentos clasificados, cuando Joe Biden también es acusado de cometer el mismo tipo de actos.
Después, intentaron impedir que Trump pueda postular en 36 Estados, tachas que fueron aceptadas en Colorado, Illinois y Maine, pero después anuladas correctamente por la Corte Suprema, por ser flagrantemente inconstitucionales.
Posteriormente, continuaron con su campaña legal contra Trump, esta vez intentando meterlo preso en cuatro procesos penales en su contra. El más emblemático sería el juicio por falsedad genérica respecto a un acuerdo de confidencialidad que suscribió con la actriz porno Stormy Daniels, que terminó en la condena de Trump por 34 cargos diferentes, en el Estado de Nueva York, sentencia que todavía no ha sido emitida y se ha suspendido hasta las elecciones.
Este caso marca la primera vez en la historia de Estados Unidos, que un expresidente ha sido sentenciado penalmente. La legalidad de esta decisión ha sido puesta bajo tela de juicio en una reciente sentencia de la Corte Suprema, que podría terminar en la nulidad de esta sentencia, y una reciente encuesta de Ipsos revela que el 47% de la población americana considera que existe una motivación política detrás.
Todo esto nos lleva al intento de asesinato de Trump. Que puede motivar a un niño de apenas 20 años a tirar toda su vida y su futuro por la borda e inmolarse para querer matar a un candidato presidencial.
La única respuesta es un infinito odio, que refleja el putrefacto estado en el que se encuentra la izquierda internacional, desde un punto de vista moral y político. Desde hace años la izquierda, desde sus aparatos de poder, como la prensa, la academia, la cultura, viene satanizando a Trump, pintándolo como el siguiente Adolf Hitler, un personaje al que hay que derrotar a toda costa.
La evidencia de ello sería la repugnante reacción de diversos personajes de izquierda en todo el mundo. Por ejemplo, un miembro del grupo de Rock de Jack Black deseando para su cumpleaños que no fallen la próxima vez, un conductor de televisión de Chile que se apenó de que no hayan matado a Trump, y Destiny, uno de los principales politólogos de la izquierda americana, quién afirmó en un pódcast en vivo que no siente ninguna simpatía por la víctima que falleció en el atentado, dado que apoyaba a un golpista como Trump.
La consigna de la izquierda es simple, quieren que caiga Trump bajo cualquier medio, sea vivo o muerto.
Sin embargo, los justos debemos triunfar o morir en el intento.