OpiniónMiércoles, 24 de julio de 2024
Crítica común, pero errónea, por Patricio Krateil
Patricio Krateil
Comunicador

Sucede que en diferentes círculos de la derecha reaccionaria y conservadora se suele atacar al liberalismo sentenciando que es a partir de este que surgen las raíces del progresismo o, en otros casos, que este no tiene fundamentos morales más allá del economicismo. Sin embargo, expondré las críticas más comunes que se le hace y cuales son los errores en los que se caen.

El liberalismo no es social. Es una de las típicas frases que se suelen decir. Hay una preconcepción de que el liberalismo es atomista, tiende a aislar a los individuos o a no velar por la comunidad. Esto no puede ser más falso. Precisamente lo que se plantea desde un Adam Smith o Stuart-Mill hasta un Hayek o Mises, es que reduciendo la presencia estatal la sociedad misma va comenzar a llenar esos huecos que históricamente le ha correspondido. Hayek menciona los cuerpos intermedios en la sociedad donde las diferentes cooperaciones sociales, partiendo desde la familia, precisamente generan ese orden espontáneo que dictamina la evolución social de toda nación. El mismo Bastiat decía “en el comercio no entran las balas", pues efectivamente, cuando se genera un intercambio comercial, por más que mi vecino me caiga mal voy a tener que mantener un cierto grado de amabilidad y respeto si es que este me vende pan, leche o carne. Es decir, el comercio genera un tejido social, necesitamos del otro para obtener determinado valor.

El liberalismo es racionalista. Una crítica algo típica, pero no del todo cierta. Si bien existen diferentes ramas, escuelas y momentos del liberalismo, e incluso, se podría hacer la distinción entre liberales y libertarios, no es del todo correcto decirle racionalista al liberalismo, pues únicamente lo es una de las ramas, no la extensa mayoría. En otras palabras, si es que la mayoría de las ramas o escuelas del liberalismo fueran racionalistas, en el sentido de que desean ordenar la sociedad de forma apriorística sin antes contemplar la realidad, tendría sentido aglutinar todos en esa característica. Sin embargo, esto no es así. Únicamente la aparición del liberalismo más cercana al humanismo ilustrado es la que tiene una fuerte tendencia de ingeniería social. Pero en momentos casi a la par, la Escuela de Manchester velaba por un naturalismo y se hablaba mucho del voluntarismo. Esta escuela se basaba principalmente en Adam Smith y Jean Baptiste Say, que por el contrario de un liberalismo ilustrado y humanista de corte revolucionario, estos autores reivindicaban las leyes sociales producidas por la interacción humana, de hecho ese era el argumento moral principal para reivindicar el mercado. Ya está de más hablar de otras escuelas que pasaron luego, como la Austriaca que critica radicalmente al racionalismo. Por ejemplo, Hayek tiene dos libros que son precisamente fuertes críticas al racionalismo, “La contrarrevolución de la ciencia” y “El orden sensorial”.

El liberalismo tiende al egoísmo. Esta crítica básicamente se da al objetivismo de Ayn Rand, pero muchas veces en vez de decir específicamente que es para la autora y no para todo el liberalismo, se suele hacer lo mismo que con el racionalismo, envolver todo en un mismo saco. Sin embargo, en esta crítica también hay una falacia porque se hace un hombre de paja del concepto de Rand de egoísmo. Para el objetivismo, la filosofía de Ayn Rand, egoísmo no significa hacer lo que se te dé la gana a costa del otro o no pensar nunca en el otro cuando hago una determinada acción, sino velar y priorizar tu vida, tus intereses y metas antes que la de los demás. Pero lógicamente, diría Rand, el otro importa. Es una realidad que vivimos en una sociedad y, por ende, si uno debe priorizar a sí mismo, el vecino también tiene ese derecho, en ese sentido mi libertad está limitada. No se puede -y esto jamás lo sostiene Rand- tratar de lograr algo a costa del otro. Ella culmina diciendo siempre que tanto en un egoísmo irracional (como ella le llama a lo antes mencionado) como en el altruismo, se basan en un sacrificio. El primero, se sacrifica a un tercero por el bien personal y en el segundo caso, se sacrifica uno mismo por el bien del tercero.

Estas críticas no del todo acertadas o algunas un poco mal interpretadas, crean muchas veces una idea completamente errónea del liberalismo, posicionando a este como un pensamiento dogmático, indiferente y elitista. Incluso, en algunos momentos, equiparándolo con el progresismo y el socialismo.

Personalmente, esta clase de críticas no enriquecen el debate y abren una grieta dentro de la derecha que no tiene porqué existir. En un momento cuando estamos sometidos al socialismo progresista y al autoritarismo chino, criticar tan enérgicamente al liberalismo no sólo es contraproducente sino algo que en el otro bando podrían celebrar.

Si quiere suscribirse a todo nuestro contenido Vía WhatsApp dele click a este link: https://bit.ly/49m0YNU

También puede ingresar a nuestra cuenta de Telegram: https://t.me/elreporteperu