Nuevamente, la dictadura chavista ha manipulado las elecciones a su favor. A diferencia de otras ocasiones, ahora distintas personas en varios locales de votación iban subiendo a redes sociales los resultados en sus respectivas mesas. En absolutamente todas se veía una diferencia favorable a Edmundo González. Para muchos era evidente que este iba a ganar y pensaron, quizá de manera comprensiblemente ingenua, que estábamos ante el fin del chavismo. Nada más alejado de la realidad. Alrededor de la medianoche hora de Caracas, Elvis Amoroso, presidente del CNE (Consejo Nacional Electoral), leyó los resultados al 80% dando como ganador a Nicolás Maduro con un 51% de votos a su favor y solo 44% de votos para Edmundo González.
Hay varios aspectos sumamente cuestionables. La primera y más evidente es que los únicos países que pudieron enviar observadores fueron Rusia, China, Turquía, Cuba y Nicaragua. Es decir, países aliados de la dictadura y que tampoco son democráticos, de acuerdo con el ranking de democracia elaborado por The Economist. Desde allí ya se podía intuir el fraude.
Otro aspecto extraño fue que el conteo no fue en vivo como sucede en los países democráticos. No hubo unos primeros resultados al 20%, 30%, 40%. Mucho menos hubo una plataforma digital en donde se pudiera seguir el conteo en directo, tal como sucede en tantos países, desde Estados Unidos hasta Perú. El resultado final se dio a secas 6 horas después de cerradas las mesas de votación. Bien, dijo Stalin que los que votan no deciden nada, sino los que cuentan los votos.
La cereza del pastel fue la sumatoria final de porcentajes de los pseudo resultados presentados por el CNE. En total, la suma de porcentajes de votos obtenidos por los candidatos fue de 132,2%. Ya ni siquiera trataron de simular el fraude. Aparte demostraron que ni siquiera saben hacer una simple suma.
Sin embargo, lo peor de todo no es el fraude, pues no es la primera vez que lo hacen y es parte inherente a esta dictadura. Lo que resulta sorprendente es que aún hay líderes a nivel mundial que han reconocido esta falacia de elecciones. En España, la izquierda comunista, que siempre se arroga la defensa de la democracia, el antiautoritarismo y los derechos humanos, ha avalado esta vergüenza electoral. Irene Montero, Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias, la segunda vicepresidenta Yolanda Díaz, han reconocido las pseudo elecciones y la falsa victoria de Nicolás Maduro. Por otra parte, la misma fauna de siempre en América Latina ha reconocido al dictador: Luis Arce, Díaz Canel, Ortega, Vladímir Cerrón y sus comparsas perulibristas, etc.
Edmundo Gonzáles y María Corina Machado han señalado que tienen pruebas irrefutables del fraude y que planean mostrarlas públicamente. También han llamado a la paz. Sin embargo, la realidad muestra que la dictadura chavista que se ha enquistado desde 1998 no puede ser combatida con paz y diálogo. Recordemos en estos tiempos a Juan de Mariana y su propuesta sobre el tiranicidio: “Cuando un rey (gobernante) se convierte en tirano, es lícito matarlo”. Esta máxima planteada por el filósofo español en el siglo XVI tiene total vigencia y esperemos que el pueblo pueda aplicarla con el tirano Nicolás Maduro, que una vez más se sale con la suya.
Finalmente, quisiera recordar al gran periodista cubano Carlos Alberto Montaner, cuyas columnas tantas veces fueron compartidas en este diario y que lamentablemente falleció hace poco más de un año. En abril del 2019, CNN le realizó una entrevista a propósito de la fracasada “Operación Libertad” que comandó Juan Guaidó. El periodista señaló, en aquella ocasión, que para combatir a la dictadura no quedará más remedio que el uso de la fuerza. Sus palabras son actuales y ojalá se pase del dicho al hecho.