El socialismo siempre conduce a la tiranía. Esto lo estamos viendo muy de cerca en Venezuela. No importa qué tanto traten de vendernos los progresistas o caviares de que eso no es verdadero socialismo o que el problema principal yace en la ausencia de democracia o la poca capacidad mental de sus dirigentes políticos, lo cierto es que todo eso resulta secundario, el problema de Venezuela siempre fue el sistema socialista.
En cualquier nación ocurre igual. Pasó lo mismo en Vietnam como en Corea del Norte, pasó en Cuba y en Nicaragua. En su momento nosotros también lo vivimos con Velasco. Podríamos decir que es universal la consecuencia primaria de la aplicación del socialismo en el mundo, pues efectivamente, es una receta que se contempla como ideología, es en sí misma apriorística, no ve en la experiencia humana e histórica algo en qué basarse para reformular sus postulados.
La receta es sencilla. Se comienza a aplicar siempre una serie de medidas de control económico, pero también político y social, ya sea mediante expropiaciones, controles de precios, emisión monetaria para gasto público o negar el ingreso de empresas extranjeras. Todo ello lo que hace es generar poco a poco más restricciones en función de crear una determinada forma de sociedad. Controla a la población para precisamente moldear a una sociedad más “igualitaria”, según el socialismo.
Se incurre en una ingeniería social tan grande y con tan poco espacio para la libertad de asociación, que cuando esta nueva forma de sociedad impulsada desde el estado comienza a no dar los resultados que estos creían que iba a tener, las personas comienzan a protestar y salir a las calles, como es lo normal. Nadie toleraría que se les robe su libertad.
Ahora bien, si el socialismo aceptara su fracaso en ese momento, lo que haría sería volver a un esquema en donde los agentes del mercado sean libres. Sin embargo, como el socialismo nunca aceptará que no sirve para nada, lo único que le quedará, en ese momento cuando ya la población no resista más controles, es paradójicamente aumentar los controles y dejar aun menos espacios donde la sociedad pueda respirar y organizarse.
Siempre es así, el socialismo conduce a la dictadura. Porque su propuesta es imposible que funcione y lo único que les queda es la represión para seguir soñando y mintiéndose que sí.
Callar las protestas no es otra cosa que silenciar el error. Lamentablemente, ese error lo pagan siempre los más pobres.