OpiniónJueves, 1 de agosto de 2024
Esa es la Izquierda, por Eduardo Vega Marisca

El pasado 28 de julio fueron las elecciones generales en Venezuela, y como podría preverse desde antes de que inicie el proceso formal de votación, el resultado fue absolutamente distorsionado a favor de los intereses de Maduro y su clan. De hecho, para mí el fraude era un factor inevitable, donde la única variable pendiente de ser revelada consistía en la forma en que se haría efectivo. Pasadas las horas, pasó lo evidentemente inevitable; los resultados mostrados a través de los canales oficiales presentaron cifras que, a claras luces, no eran reales.

Lo peor de todo, es que, de todos los metaversos posibles para materializar un fraude, mostraron uno en el que la totalidad de actas escrutadas, no solo dejaban un margen muy amplio para que el resultado pueda variar significativamente, sino que además consideraban un universo imposible; en el cual los porcentajes asignados a los candidatos, sumaban 140%.

Cualquier persona con dos dedos de frente, que hubiera observado los resultados; entiende rápidamente están maquillados; sin embargo, los representantes de la izquierda peruana -sobre todo el espectro más radical (Perú Libre)- han optado por salir a defender el ridículo resultado, refrendando una transparencia electoral que evidentemente no es tal, sin mayor reparo ni mucha menos referencia a lo que se ha podido apreciar a simple vista. Así, Bermejo, Cerrón y su adorada Portalatino, junto con Richard Rojas han refrendado el resultado, e incluso han deslizado que la posibilidad del fraude es un imposible.

Por su parte, Veronika M. ha sido tibia, limitándose a decir que se deben exhibir las actas -copiando un comunicado escueto del Centro Carter- al tiempo que Sigrid Bacán -perdón Bazán-; desvía la atención criticando la crianza de las gallinas ponedoras.

Por su parte, la Izquierda internacional también se ha sincerado respecto de sus creencias; siendo Boric (Sorprendentemente) quien se ha pronunciado en contra de los resultados amañados, a la par que Bolivia, Nicaragua y México defienden el resultado a la par que Petro se muestra muy ambiguo con lo que ocurre con su país vecino. De Rusia, China, Cuba e Irán no se podría esperar otra cosa; pues son “aliados” estratégicos de Venezuela, y por ello nunca darán la contra a los pronunciamientos oficiales sin importar su legitimidad.

Como tiro de gracia, en la reunión de emergencia en la OEA -donde nuestro Canciller ha realizado una presentación más que decente- los países que se habían demostrado ambiguos respecto al tema de los resultados -Colombia, Brasil; deciden abstenerse de hacer “efectiva” la publicación de las actas electorales, para con ello dejar por sentado que pase lo que pase, el resultado madurará a favor de maduro.

Dicho todo esto, queda plenamente acreditado que no hay pensamiento más hipócrita y mezquino que la izquierda; solamente allí los procesos democráticos son un formalismo inútil donde no todos los votos cuentan, salvo que sean a favor del régimen. Para la izquierda las balas inhumanas y asesinas provienen de la derecha, mientras que los disparos efectivamente arbitrarios son invisibilizados, porque defender el régimen tiránico del que se financian es lo más importante sobre la tierra; es decir solo vale defender la sangre de sus votos, aunque sean minoría, porque únicamente así serán más que sus opositores.

La cereza del postre, la ponen una vez más nuestros “opinólogos” caviares, cuando salen a comparar el fraude de Maduro directamente con el Fujimori (año 2000); por supuesto resaltando que sólo tan burdo resultado es fraude, y de esta manera ¡Refrendar que las elecciones en el 2021 fueron un éxito de transparencia! Seamos claros, que un fraude sea más fino que otro, no convierte al resultado en legítimo. Aquí pasó lo mismo, nadie quiso exponer públicamente las actas o cuestionarlas dentro de los límites razonables de un juicio de conciencia.

Aquí también hubo un copamiento no formal de las instituciones electorales por parte de un sector político, que, si bien no gobierna, condiciona los resultados junto con la gestión de otros gobernantes.

Claro, esto no lo admitirán nunca; pero es más que obvio que cuando hay un jurado incompleto (que aprueba planchas irregulares), un registro con muchos fantasmas, y un sistema que no cuenta la integridad de las actas ni mucho menos observa lo que la lógica diría imposible; hay algo más que raro. Sin embargo, como defendió la tendencia a la que más miedo le tienen, eso no fue fraudulento. ¡Que nos hayamos salvado de vivir en Perú, lo que hoy posee Venezuela, ha sido un milagro!

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